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¿DROGA O VENENO?

Un periodista de SEMANA, camuflado, compró en diferentes centros de distribución de Bogotá dosis de cocaína, basuco y heroína. Esta droga fue analizada en dos laboratorios para determinar su pureza y contenido...

13 de agosto de 1990

El joven francés, 25 años de edad, miembro de una prestante familia, recorrió excitado los 8.622 kilómetros que separan a París de Bogotá. La visión que había recibido de Colombia no hablaba de los Andes, ni de café o algo similar, sino de montañas de coca. Llegó a la capital y de incipiente consumidor se transformó, en cuestión de horas, en un adicto empedernido. Deambuló por las llamadas "ollas" capitalinas y a comienzos de este año fue hallado muerto en uno de esos lugares. Una autopsia reveló intoxicación por abuso de consumo de cocaína por nariz, boca e incluso por vía intravenosa.

Aunque no trascendió a la opinión pública, porque fue mantenido bajo estricta confidencialidad, el caso sacó a relucir al típico extranjero que arriba al país atraído por el que considera es el "paraíso" de la droga. Pero la realidad es otra. En Colombia se está consumiendo la peor basura combinada con la cocaína y la heroína, por ejemplo. Verdaderos venenos que obligan a hablar, en realidad, de un "infierno".

A raíz de este caso, un periodista de SEMANA, camuflado, adquirió muestras de cocaína, basuco y heroína en tres puntos diferentes de Bogotá: carrera quinta con calle 22, calle 60 con carrera séptima, y en algunas de las discotecas de la Pepe Sierra. Solicitó a dos laboratorios el análisis de las muestras, con resultados sorprendentes sobre lo que se está inhalando, fumando o inyectando, en las calles y ciertos círculos sociales capitalinos. Lo que más llama la atención en el complejo problema es que doce millones seiscientos mil colombianos están consumiendo sustancias sicoativas como alcohol, cigarrillo, tranquilizantes, basuco, cocaína, marihuana y heroína. Aunque en esa franja se encuentran principalmente consumidores y usadores no permanentes de estupefacientes, se trata de una tercera parte de la población colombiana a un paso del abuso y adicción por las drogas, y por ende expuesta a todos su "venenos".
Según el Centro de Documentación e Información sobre la Adicción Ceda, organismo que depende del Consejo Nacional de Estupefacientes en el país se está iniciando el consumo de sicoactivos, especialmente el alcohol, entre los seis y ocho años de edad en los hombres, y entre los ocho y doce años de edad en las mujeres. Un hecho dramático según los estudiosos que ven con gran preocupación el alarmante crecimiento del consumo y de la franja de la población propensa al flagelo.

Pero en casa de herrero, cuchara de palo. Hasta el momento, mucho se habla del comercio de los narcóticos pero muy poco de lo que se esta quedando para consumo interno. La realidad es verdaderamente escalofriante. Los laboratorios que intervinieron en este caso, uno estatal y otro privado, se mantienen en el anonimato. Los contenidos registrados a continuación varían especialmente debido al cocinero, el método seguido, las sustancias utilizadas y en últimas dependen del comerciante de la calle y de su falta de agallas.

Al examinar las dosis de cocaína se corroboró que su pureza fluctúa entre el 20 y el 30 por ciento, un porcentaje usual en nuestro medio. Una muestra arrojó 23 por ciento de cocaína, 27 por ciento de leche en polvo, 11 por ciento de manitol (un diurético), 25 por ciento de azúcar y 14 por ciento de lidocaína (anestésico). En la segunda, el contenido de cocaína se elevó al 26 por ciento y el anestésico encontrado fue xilocaína. En la tercera el porcentaje de cocaína subió al 29.5, pero como hecho sorprendente apareció ácido acetilsalicílico, en otras palabras aspirina, en 20 por ciento, mezclados con azúcar, fécula, cal y un poco de xilocaína.

Estas combinaciones aunque a primera vista son extravagantes, en realidad son las más usuales para hacer rendir esta clase de sustancias. Lo más preocupante del asunto es que la cocaína pura encontrada es muy baja (20 al 30 por ciento) con respecto a otros centros de consumo. Un reciente estudio adelantado en España demostró que la pureza de la cocaína en la península fluctúa entre el 40 y el 60 por ciento promedio. Los anestésicos, azúcares y almidones incorporados producen el adormecimiento de las mucosas y efectos parecidos al de la cocaína base, que hacen imposible que el consumidor sepa qué es lo que en realidad absorbe.

El efecto de la cocaína es el de estímulo al sistema nervioso central, aumento de la capacidad de trabajo muscular, disminución del apetito, y la aspiración a través de la nariz ocasiona la perforación del tabique nasal y de las demás mucosas. Se presentan alucinaciones táctiles, excitación cerebral, ansiedad, midriasis (aumento en la pupila), depresión del centro respiratorio, depresión cardíaca y hasta muerte. El efecto depresor es doble y en el mundillo de los drogadictos se dice que quedan "como chupo de orfelinato pobre". Su nivel de toxicidad se encuentra entre los 20 y los 100 miligramos dependiendo de la idiosincrasia, sexo, peso y edad del consumidor. Esta cifra es espeluznante si se tiene en cuenta que la dosis para uso personal permitida en Colombia puede llegar hasta un gramo (mil miligramos) es decir 50 veces por encima del grado tóxico.

Pero a la hora de mirar el contenido del basuco lo anteriormente descrito pierde dramatismo, para decir algo. De por sí el basuco es un residuo que queda al someter a extracción la cocaína pasta para obtener la cocaína base. En las tres muestras analizadas de la sustancia, el contenido de cocaína no llegó nunca al uno por ciento y en uno de los casos sólo se pudieron detectar partículas. La muestra recogida en la céntrica carrera quinta de Bogotá fue la más pobre en contenido de cocaína y hay presencia de yeso y arcilla (probablemente ladrillo molido) unidos a harinas y almidones.
Aunque pudiera pensarse lo contrario, de la muestra adquirida en las puertas de una discoteca del norte capitalino, tampoco puede hablarse que sea un dechado de virtudes. El cemento blanco es un elemento predominante y aparecieron huellas de insecticida fosforado. En verdad se trata de la sustancia sicoactiva más sucia que se consigue en Colombia. Los insecticidas, herbicidas, el ladrillo molido, estuco, yeso, almidones, azúcares y féculas son los que más proliferan. La estricnina ha sido hallada en varias muestras estudiadas por Medicina Legal a petición de diversos juzgados.

Como residuo en el proceso de extracción de cocaína, el basuco contiene otra gran gama de sustancias químicas nocivas para el organismo. No le son ajenos el hidróxido de sodio (cáustico para la piel y las mucosas); los residuos de hidrocarburos, en otras palabras tipos de gasolina como hipoxileno y tolueno (destruyen el hígado); compuestos químicos solventes y disolventes como acetatos, cetonas y ácidos como el sulfúrico (que destruyen cualquier tejido orgánico) y muchos otros residuos sólidos como el permanganato de potasio y cloruros. "Toda la gama de sustancias es de la peor calidad que se consigue en el mercado y se utiliza en infinidad de procesos. Uno de los casos más destacados es el del ácido sulfúrico que se usa, por decir algo, unas mil veces", asegura Evaristo Vargas Dueñas, químico farmacéutico, analista del laboratorio de toxicología del Instituto de Medicina Legal.
Los efectos dañinos se amplían a irritación bronquial, neumonitis química, edema pulmonar, excitación y depresión del sistema nervioso central, convulsiones y muerte. Todos los componentes químicos producen dependencia síquica y química, aparte de la dependencia que genera la cocaína como tal. La presencia mínima de cocaína en el basuco hace necesario el consumo, en la mayoría de los casos, de 20 o 30 cigarrillos para tratar de satisfacer la necesidad del estimulo de la droga. Según los especialistas consultados, cuando se toca el tema del basuco puede identificarse con un placebo (sustancia que produce un efecto sicológico). En términos generales de un gramo de cocaína se saca un kilo de basuco.

En el caso de la heroína la basura sigue apareciendo indiscriminadamente. Aunque es el producto que menos se consume entre los tres consultados, el promedio de presencia de clorhidrato de heroína (heroína pura) sólo llegó al cinco por ciento. El cacao en polvo (chocolate pulverizado) prevaleció en todas las muestras y siempre en más de un sesenta por ciento, en dos casos se complementó con azúcar y leche en polvo, y en uno con metadona (un depresor) y manitol (diurético).

La heroína, usada esencialmente por clases sociales altas, produce una dependencia moderada. Entre sus efectos están la euforia, problemas respiratorios, depresión, náuseas y como problemas más graves, convulsiones, coma y la muerte. Entre todos los laboratorios y centros de estudio de la adicción consultados, se recoge la conclusión común de que los consumidores están conscientes de la clase de basura que están utilizando. A pesar de ello la situación fisiológica y síquica de dependencia les impide razonar sobre la gravedad del asunto a tiempo.

En este trabajo no fueron tenidos en cuenta ni la marihuana ni los tranquilizantes, otras dos clases de sustancias muy usadas en Colombia, porque son objeto de escasas manipulaciones de esta índole. La marihuana en algunos casos es rendida con ripio o relleno de tabaco o incluso polvo de ladrillo, pero entre los tranquilizantes como el clorazepán y el diazepán, los de mayor proliferación en el mercado nacional, en pocas ocasiones se habla de mezclas aunque éstas suelen existir cuando son usados como escopolamina o burundanga.

Sin embargo, nadie piensa que los efectos dañinos de la marihuana puedan ser desestinados. Produce alucinaciones, depresión, melancolía, pánico, convulsiones, afecta el sistema inmunocelular, provoca bronquitis crónica (similar al cigarrillo), disminuye la síntesis de testosterona (hormona que define los caracteres sexuales masculinos), en las mujeres conlleva trastornos menstruales y disminución en las prolactinas. Lleva a la demencia incurable, pérdida de afectividad, indiferencia hacia el estado de aseo, abandono del trabajo y de las obligaciones del hogar, actitudes catatónicas, falta de concentración mental y estados depresivos que pueden conducir al asesinato y el suicidio.

El más reciente estudio sobre el consumo de sustancias que producen dependencia en Colombia muestra por orden de importancia: alcohol (560 de cada mil colombianos), cigarrillo (297 por mil), tranquilizantes (60 por mil), marihuana (11 por mil), basuco (6 por mil), y cocaína (3 por mil). Los números sobre los consumidores de las sustancias más nocivas, aunque todavía no llegan a niveles dramáticos, de todas maneras no dejan de preocupar a los entendidos en el tema.

Para Gloria Salvador, sicóloga del Centro de Documentación e Información sobre la Adicción, Ceda, "estamos jugando con una bomba de tiempo". Según ella, el 75 por ciento de los 12.5 millones de colombianos que tienen que ver con sustancias sicoactivas, están en la franja de consumidores sociales y los "usadores" que tienen acceso ocasional a los estupefacientes por el trato laboral, religioso o cultural. El 20 por ciento son abusadores (trabajan normalmente y consumen entre semana), mientras el 5 por ciento son adictos.

Los censos demuestran que casi que no hay monoadictos y en todos los casos el drogadicto comienza por las sustancias lícitas más conocidas como alcohol y cigarrillo para después pasar a las demás. Y aunque la droga ha sido ligada tradicionalmente a ciertos círculos complejos de trabajo, los publicistas, médicos, creativos y abogados están ingresando últimamente a los grupos de abusadores y adictos. Mientras hace siete años los pacientes de los centros de tratamiento fluctuaban entre 35 y 40 años, actualmente proliferan antre los 14 y 17 años.

Aunque el porcentaje de adictos es relativamente bajo, la realidad es que el 95 por ciento es potencialmente un gran drogadicto. Se ha comprobado que el paso de alcohol a cigarrillo, marihuana, cocaína y basuco, es bien fácil. Durante los primeros seis meses de 1989, según estadísticas de Medicina Legal, las autopsias arrojaron 26 decesos por intoxicación, el sesenta por ciento de ellos ligados a sustancias sicoactivas. A eso hay que sumar el gran número de muertes en accidentes de tránsito y provocadas por armas, en casos ligados a consumidores de drogas.

En esos términos el problema está tomando ribetes asombrosos en Colombia. El llamado paraíso es un verdadero infierno y el problema que siempre ha sido presentado como de sólo tráfico de estupefacientes va convirtiéndose rápidamente en un lío de consumo, con sus desoladoras consecuencias. La más grave de ella, que los niños, preadolescentes y adolescentes son quienes pueden caer con mayor facilidad en las redes ya no sólo de la droga sino de su veneno