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DUELO DE GENERALES

Dos meses después del remezón en la Policía renacen los roces con una lucha ente los candidatos a reemplazar al general Octavio Vargas en la dirección de la institución.

5 de diciembre de 1994

MUY TEMPRANO, EN LA mañana del pasado miércoles 14 de septiembre, el ministro de Defensa, Fernando Botero Zea, se encontró en el Club Militar con el general Roso José Serrano para jugar el partido de tenis que habían acordado el día anterior. De acuerdo con una fuente del Ministerio de Defensa, la invitación provino de Botero, quien quería hablar con Serrano en un ambiente alejado de tensiones para reflexionar sobre el escándalo originado por el remezón que el gobierno se había visto obligado a precipitar a comienzos de ese mes en la cúpula de la Policía.
Hasta ese momento Serrano prácticamente era un desconocido para el nuevo Ministro de Defensa, quien durante las semanas previas a su posesión había hecho un detallado empalme con su antecesor, Rafael Pardo Rueda, pero no había alcanzado a tomar contacto con el segundo nivel de mando de los diferentes cuerpos armados. Por eso el ministro Botero se sorprendió cuando, al conocerse los cambios en la cúpula de la Policía, los medios de comunicación de Colombia y algunos voceros del gobierno de Estados Unidos cerraron filas en torno de Serrano -cuyo paso por la dirección antinarcóticos hace algún tiempo le ganó una bien merecida fama de hombre honesto y eficiente- y criticaron la decisión gubernamental de enviar al prestigioso oficial al exilio diplomático en momentos en que la Policía atraviesa la más aguda crisis de su historia. Para los conocedores de las interioridades del mando policial no tenía sentido que Serrano hubiera sido obligado a ceder la subdirección de la Policía al general Guillermo Diettes, quien, a pesar de su mayor antiguedad, carece de una hoja de vida tan brillante como la de Serrano.
Al término del partido de tenis -cuyos detalles SEMANA conoció por una fuente de la Casa de Nariño-, Botero y Serrano hablaron por espacio de media hora. En medio de gran cordialidad, Botero le aseguró a Serrano que era cierta una información del artículo 'Qué pasó en la Policía', publicado en esos días por SEMANA a raíz de los cambios, según la cual una alta fuente gubernamental le había dicho a la revista que, después de unos seis meses en Washington, Serrano sería el nuevo director de la Policía.


SEGUNDO 'ROUND'
En apanencia, las rencillas entre los generales desaparecieron a partir de los cambios. Pero hoy, dos meses después de la crisis, es evidente que se ha iniciado un segundo round. Enterado, al parecer, de las conversaciones que siguieron al encuentro tenístico entre Botero y Serrano, el general Diettes comprendió que si deseaba llegar a la dirección de la Policía debía moverse, y pronto. "Como él es más antiguo que Serrano, el ascenso de éste a la dirección implicaría el paso inmediato de Diettes a retiro", explicó a SEMANA un oficial.
El actual subdirector de la Policía cuenta con un as bajo la manga, el cual ya le sirvió para convertirse en el número dos de la institución tras el remezón de septiembre: su vieja amistad con el primer mandatario. "No es que Samper interceda por él -le dijo a SEMANA un funcionario del Ministerio de Defensa- sino que todo el mundo conoce el aprecio que le tiene a Diettes, y éste no lo desmiente". Pero, según otra fuente gubernamental, Diettes hace algo más que dejar que su conocida amistad con el Presidente pese a la hora de las decisiones. Según estas informaciones, en los 45 días que lleva al frente de la subdirección ha sostenido diálogos con varios ministros del despacho, entre ellos el de Justicia, Néstor Humberto Martínez, que han sido vistos por otros oficiales como parte de lo que sería "su campaña proselitista".
Algunas fuentes de la Policía aseguran que estas actividades le habrían traído a Diettes diferencias con su superior, el actual director, Octavio Vargas. No obstante, la mayoría de los oficiales consultados por SEMANA desmienten esos roces. "El ambiente de conspiración en el piso cuarto del edificio de la Policía, que se sentía antes de la salida del general Fabio Campos en septiembre, ha desaparecido, y ahora se respira otro aire", explicó un coronel.
Pero, independientemente de si Diettes ha hecho o no campaña y de si eso ha afectado sus relaciones con Vargas, la verdad es que sus posibilidades de ascender a la dirección son hoy más altas que nunca. Una fuente de la Casa de Nariño informó que la proximidad de Diettes con el alto gobierno será determinante a la hora de definir los nuevos cambios en la cúpula de la Policía. "No hay duda de que por ahora él es el candidato número uno para la dirección, pero en ello no pesa tanto su amistad con el Presidente, como la confianza que Diettes despierta en el primer mandatario en momentos en que resulta muy difícil para el gobierno encontrar gente de verdadera confianza en medio de la crisis de la Policía", dijo la fuente.
La eventual salida de Vargas -que el próximo 10 de diciembre asciende a general de tres estrellas- y el casi seguro nombramiento de Diettes significarían el retiro automático de Serrano. Pero, debido a que Botero no olvida su conversación con Serrano tras el partido de tenis, es seguro que el asunto no se va a resolver tan fácilmente, y que si bien el Ministro no las tiene todas consigo para imponer al nuevo director, es posible, en cambio, que logre abrirle camino a una fórmula intermedia. "La salida consistiría en dejar a Vargas más allá de diciembre para que pueda efectivamente gozar de su tercera estrella- le dijo a SEMANA una fuente del Ejército-. Esta solución tendría la buena presentación de brindarle a Vargas un paso mucho más decoroso a retiro".


DE MAL EN PEOR
El problema de esta solución intermedia es que implicaría desconocer el hecho de que, después del remezón de septiembre, es muy poco lo que ha cambiado en la Policía. Por el contrario, en algunos aspectos las cosas han empeorado. Cuando se produjeron los relevos el gobierno dijo que éstos buscaban mejorar la capacidad operativa, recuperar el liderazgo en inteligencia y darle un vuelco a la institución en Cali, que estaba completamente penetrada por el narcotráfico.
Pero hoy la Policía está sin comandante operativo porque no se ha producido el traslado del general Luis Montenegro, quien sigue en la Policía de Bogotá por petición del alcalde, Jaime Castro. En inteligencia ha sobresalido el trabajo de la Dijín por su investigación del robo al Banco de la República en Valledupar, pero esa acción se ha visto empañada por la participación de un buen número de policías en el ilícito y la oscura muerte de un sospechoso que acababa de salir de los calabozos de la Dijín.
Quizá el principal lunar está en la persecución al cartel de Cali. Con excepción de un operativo contra algunos blanqueadores de dinero, la acción del Bloque de Búsqueda en el Valle del Cauca está prácticamente paralizada. "No sabemos por qué no volvimos a planear operaciones. Ya casi no se hace inteligencia, y la que hay es casi nula. Ni siquiera mi general Diettes, que como subdirector se supone que tiene el rango de jefe del Bloque de Búsqueda, ha ido a Cali a hablar con los pocos hombres que quedan allá. Es como si quisieran que el tema se olvidara", dijo un mayor de la Policía que participó en la ofensiva de allanamientos del primer semestre del año contra la cúpula del cartel y hoy añora esos días.
Además, la Policía no ha explicado cómo fue posible que Gilberto Rodríguez Orejuela se reuniera en Cali y en un apartamento del norte de Bogotá con un periodista extranjero, sin que sus servicios de inteligencia se enteraran. Y mucho más cuando algunos sostienen que el contacto de la entrevista fue un periodista que rutinariamente se comunica con los hermanos Rodríguez. Estos hechos son conocidos ampliamente por el gobierno de Estados Unidos que, según estableció SEMANA, está muy preocupado por la posibilidad de que el general Serrano se vaya de la Policía y uno de los últimos oficiales que le despierta confianza a Washington quede por fuera de la institución. "Más que expectantes, lo que estamos es profundamente preocupados -dijo un funcionario del Departamento de Estado norteamericano-. Aquí solamente creemos en el general Serrano. Nosotros estamos a la espera de lo que pase contra el cartel, pero hasta ahora no ha pasado nada".
Como puede verse, el dilema que enfrenta el gobierno en cuanto al futuro de la cúpula policial es grande. Y el asunto promete calentarse a medida que se acercan las fechas en que suelen anunciarse los cambios de fin de año en el conjunto de las Fuerzas Armadas. De ahí que lo único que se da por descontado es que los próximos días serán agitados y definitivos para conocer el desenlace de esta historia.

¿Y EL REMEZON EN LAS FF.MM.?

SI LA SUCESION EN LA CUPULA de la Policía está movida, no lo es menos en las Fuerzas Militares. SEMANA conoció que el Ministro de Defensa ya tiene listos los principales cambios en la cúpula del Ejército, pero le falta por definir quién ascenderá al comando de las FF.MM. en reemplazo del general Ramón Emilio Gil Bermúdez.
La dificultad radica en que Gil le propuso al gobierno que nombrara en su puesto al general Luis Alberto Rodríguez, actual jefe del Estado Mayor Conjunto. Y en reemplazo de Rodríguez sugirió que designaran al general Hernán José Guzmán, actual comandante del Ejército.
Pero esa propuesta tiene unas razones muy concretas. Según fuentes de entero crédito consultadas por esta revista en la Casa de Nariño y en el Ministerio de Defensa, Gil estaría molesto con Guzmán y no querría que éste ocupara su cargo porque "desde el cambio de gobierno el general Guzmán siempre ha estado muy cerca, tal vez demasiado, al ministro Botero. Y de pronto ni él tiene la culpa porque el Ministro lo requiere con mucha frecuencia, y eso rompe las jerarquías que imperan en las filas castrenses".
Respecto del comando del Ejército, las fuentes consultadas dan como seguro al general Camilo Zúñiga Chaparro, actual segundo comandante y jefe de Estado Mayor de esa arma. También se da como un hecho el regreso al país del controvertido general Harold Bedoya Pizarro, quien actualmente se desempeña como delegado del Ejército en la Junta Interamericana de Defensa en Washington, donde se encuentra desde diciembre pasado. Los voceros oficiales consultados por SEMANA revelaron que Bedoya sería designado segundo comandante del Ejército. A Estados Unidos sería enviado el general Luis Humberto Correa, actual inspector general de las FF.MM.
En la Fuerza Aérea Colombiana y en la Armada Nacional serían ratificados sus actuales comandantes, el general Alfonso Abondano Alzamora y el vicealmirante Hernando García Ramírez, respectivamente.