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EL ANGULO VENEZOLANO

SEMANA solicitó a Roberto Giusti, Premio Nacional de periodismo 1985 y 1987, su interpretación de la crisis de los últimos días

21 de septiembre de 1987

Nunca antes una cadena nacional de radio y televisión había despertado tanta expectativa y suscitado tal interés. El martes 18 de agosto, a las nueve de la noche, horario estelar de máxima audiencia, cuando millones de venezolanos solazan su angustia prefabricada frente al dramón televisivo del momento para liberar tensiones y hacer catarsis audiovisual, apareció en las pantallas el más grave y serio rostro jamás exhibido en público por el presidente Jaime Lusinchi.
Rodeado por el alto mando militar y funcionarios civiles del gobierno, el jefe del Estado venezolano se dirigió a una audiencia que, por primera vez en mucho tiempo, no protestó sordamente contra la interrupción de la programación regular y siguió, concentrada, una breve pero enérgica alocución dedicada exclusivamente a la irrupción de la corbeta Caldas en aguas interiores venezolanas y a fijar una posición de firmeza, apoyada abrumadoramente por todos los sectores de la vida nacional.
Se ratificó que nuestro país posee títulos históricos y jurídicos irrefutables -como lo dijo Lusinchi- sobre la zona donde se encontraba la Caldas. También que Venezuela no actúa bajo presiones de tal naturaleza y que no pasa de ser un mero pretexto el argumento según el cual el incidente ocurrió por la carencia de una delimitación clara y precisa.
El Presidente venezolano también dejó clara nuestra disposición al diálogo, al entendimiento, a la búsqueda de acuerdos en ún marco civilizado de madura y leal interacción, tal y como corresponde a países unidos por la historia y un destino común.
Sin embargo -y este aspecto es esencial- no constituye la delimitación de las áreas marinas y submarinas el único problema pendiente entre Venezuela y Colombia. Hay cuestiones vitales, de vieja data, si se quiere mucho más trascendentes, que requieren de un tratamiento conjunto.
No pueden soslayarse asuntos como la demarcación fronteriza de las zonas ya delimitadas, el tratamiento de las cuencas hidrográficas binacionales, la preservación de los ríos, el tratamiento urgente de delitos fronterizos como el narcotráfico y los secuestros, el contrabando de extracción de productos venezolanos de primera necesidad hacia Colombia y la inmigración incontrolada. Todo esto, por supuesto, bajo una concepción de real y sincera vocación integracionista.
Esta posición, expresada por Lusinchi, logró unificar sólidamente a los más disímiles sectores de la vida nacional, en un consenso pocas veces visto y logrado de manera tan abrumadora.
Desde la óptica venezolana, la estrategia colombiana está dirigida a provocar la discusión sobre la delimitación pendiente, pero básicamente, luego del fracaso de mayo, cuando propuso la Comisión de Conciliación y recibió un rechazo total de Venezuela, trasladar el escenario para la solución del diferendo a una instancia arbitral como la Corte Internacional de La Haya. Estrategia esta que contradice el espíritu de la declaración conjunta del Arauca, donde los presidentes Betancur y Lusinchi acordaron expresamente impulsar las negociaciones y esfuerzos bilaterales en la solución de las cuestiones colombo-venezolanas.
Esta tesis de la provocación para forzar el arbitraje, cobra fuerza porque resulta absurdo pensar que Colombia persiga la guerra como medio para lograr sus objetivos en el Golfo. Primero, porque se trata de una solución costosa y de dudosos resultados. Segundo, porque a diferencia de Venezuela, el gobierno del presidente Barco confronta una grave coyuntura de subversión. No se olvida que en Colombia existen zonas prácticamente fuera de la jurisdicción del Estado donde mandan los grupos guerrilleros. Es evidente que, como contrapartida, actuan escuadrones paramilitares que asesinan a parlamentarios y periodistas.
Así las cosas, una guerra con Venezuela pondría en grave peligro la estabilidad institucional, a menos que se esté manejando la peregrina idea según la cual el sentimiento nacionalista galvanice todas las voluntades y se produzca un gran bloque para enfrentar al enemigo externo.
Y si todas estas razones no fueran suficientes, en Venezuela se tiene a Colombia como un país respetuoso del derecho y tradicionalmente apegado a los recursos legales y diplomáticos para dirimir sus diferencias con otras naciones.
Por eso el incidente de la Caldas produjo sorpresa y malestar. Si bien Colombia logró parcialmente su objetivo de llevar la controversia a la OEA, se piensa aquí que no midió adecuadamente las posibilidades de un incidente militar. Un riesgo demasiado grande para tan magro resultado.
Afortunadamente en Venezuela, a pesar de ciertas manifestaciones de rechazo en contra de la presencia del canciller Londoño en Caracas, en ningún momento se ha exacerbado el sentimiento nacionalista, ni han surgido esos peligrosos brotes de chauvinismo que acciones como la ocurrida hacen aflorar en las sociedades.
Por primera vez, desde su triunfo del 83, Lusinchi logró un respaldo total y obtuvo un consenso abrumador. Al punto que incluso cinco mil colombianos residentes en el país enviaron una comunicación al presidente Barco acusándolo de antibolivariano y solicitándole aliviar la tensión. En una encuesta que hiciera el diario El Nacional entre miembros de la colonia colombiana, traslució una actitud unánime: "Nos parece absurdo el incidente. Tenemos hijos venezolanos. Vivimos en este país que nos ha dado cobijo y trabajo".
Ese espíritu de unidad nacional se lo debe el gobierno venezolano a una corbeta que se vino más acá del paralelo sur de Castilletes (aguas interiores venezolanas) y a cierto barco ahora navegando entre las aguas de la presión y la diplomacia.
CRONOLOGIA
Lunes 10 de agosto: El ministro venezolano de la Defensa, Eliodoro Guerrero Gómez, informa en el Palacio Presidencial de Miraflores que una unidad de la Armada colombiana cruzó la línea fronteriza hacia el lado venezolano, pero al invitársela a abandonar la zona lo hizo de manera pacífica. Recién llega de una visita a Bogotá y expresa que su visita fue satisfactoria, que se revisaron algunos convenios existentes y otros acuerdos de integración. La información no es muy desplegada y aparece en las páginas interiores de casi todos los diarios.
Jueves 13 de agosto: Aquí revienta el asunto. Venezuela protesta ante Colombia por violación territorial en el Golfo. Se ordena alerta naval y militar. Titular de primera página en todos los periódicos. La agencia oficial de noticias Venpres señala: "Pareciera estarse ante el caso de una suerte de provocación y no de un error o paso inocente".
Se realiza una reunión del presidente Lusinchi con el canciller, el presidente del Congreso, el comandante de la Armada, el director de Inteligencia Militar y el jefe de la Casa Militar.
Señala Venpres que existiría en Colombia todo un diseño político orientado a desviar la atención pública colombiana, distorsionando las relaciones con Venezuela. Campaña que se motorizaría desde los diarios El Tiempo y El Espectador, a través de declaraciones directas o indirectas del presidente Barco y del canciller Londoño.
Una primera versión del incidente: el domingo 9 la patrullera guardacosta Libertad advirtió a la corbeta Caldas que había entrado en aguas terriloriales sin autorización y debía retirarse. La nave colombiana se habría alejado inicialmente pero luego habría reincidido en su incursión. Se suponía, en la prensa nacional, que el miércoles por fin la Caldas había abandonado las aguas interiores venezolanas luego de ser intimidada su tripulación a salir, porque en caso contrario se abriría fuego. Versión que luego fue desmentida por la realidad.
Los días viernes, sábado y domingo siguientes son de gran tensión. La Oficina Central de Información desmiente la versión publicada por el diario El Siglo de Bogotá, según la cual los presidentes de ambos países habrían mantenido un diálogo telefónico "que terminó sin acuerdos y en tono irritado".
Continúan en alerta las Fuerzas Armadas. Hay medidas de acuartelamiento en la frontera. El comandante general del Ejército, Italo del Valle Alliegro, recorre todas las instalaciones militares de vanguardia en Táchira, Apure y Zulia.
En la Cancillería se estudian las estrategias a seguir frente a lo que se estima una " provocación" y hasta una "escalada" del gobierno colombiano, con la incursión de la Caldas en aguas indiscutiblemente venezolanas, dentro del Golfo y al sur del paralelo de Castilletes. El canciller Consalvi se reúne con el director de Inteligencia Militar, almirante Germán Rodríguez Citraro. Se analiza un plan que "podría contemplar desde tácticas moderadas, como el intercambio de notas diplomáticas, hasta acciones militares y económicas", informa el diario El Universal.
Algunas publicaciones de corte confidencial habían informado días antes que los autores de la masacre de Terijá no fueron guerrilleros del ELN, sino tropas regulares colombianas, las cuales habrían actuado por error o deliberadamente. El ex candidato presidencial José Vicente Rangel y el periodista Rodolfo Schmidt lo declaran a la prensa y atribuyen la versión a fuentes de Inteligencia Militar.
Lunes 17 de agosto: Se produce un respaldo masivo e institucional al gobierno en su posición frente a Colombia.
El presidente recibe a los ex mandatarios Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera y Luis Herrera Campins, quienes ratifican su respaldo a las medidas adoptadas. Igual posición asumen los directivos del parlamento, los secretarios generales de los partidos políticos y la cúpula del sector empresarial, Fedecámaras.
El Presidente también se reúne con el alto mando militar, el ministro de la Defensa, el ministro de Relaciones y el canciller.
El diario Panorama de Maracaibo informa sobre desplazamiento de batallones blindados AmX-30, baterías de misiles tácticas y cañones antitanque hacia la frontera. Incluso se habla de el despliegue de los aviones F-16. Pero esto no es confirmado oficialmente.
La frontera con Colombia se encuentra virtualmente cerrada.
Martes 18 de agosto: El presidente Lusinchi se dirige al país por la cadena nacional de radio y televisión. El jefe del Estado califica de "decisión prudente la retirada de la Caldas del Golfo de Venezuela". Enfatiza que la incursión se produjo en una zona sobre la cual "Venezuela tiene títulos jurídicos e históricos irrefutables" y ejerce "plenamente soberanía desde tiempos inmemoriales".
Otros aspectos importantes del mensaje: firmeza inquebrantable en la defensa de la soberanía e integridad territorial. Al mismo tiempo prudencia y ponderación para no caer en provocaciones y evitar que la legítima reacción venezolana produzca hechos irreparables.
Rechazamos actitudes y acciones que pongan en peligro la paz. Y que no pueden comprometer, sino por mucho tiempo, el conjunto de las relaciones entre los dos países.
Entre Venezuela y Colombia hay muchos problemas pendientes, la delimitación de áreas marinas y submarinas es sólo uno de ellos. Y no el más importante, por cierto. Las vías de hecho no pueden ser el camino para tratar de forzar la voluntad de la otra parte en ninguna circunstancia. No habrá razón de fuerza que nos obligue en contrarlo.
Citó la declaración del Arauca, que suscribió con el entonces presidente Betancur, reiterando nuestra posición a dialogar. "Pero de ningún modo dialogaremos bajo presión, a plazofijo o sólo sobre un aspecto de la problemática que una parte señalase unilateralmente".
A los colombianos en Venezuela: "A los numerosos colombianos que han encontrado en nuestra tierra posibilidades de realización para el trabajo creador y para una vida mejor, les envío un mensaje de amistad y de cordialidad y les pido colaboración en la interpretación y desenvolvimiento de una cuestión que atañe, como es fácil colegir, a los insoslayables intereses vitales de Venezuela. Al pueblo de Colombia, para quien esta controversia ha de resultar marginal y artificial, con toda consideración, pedimos reflexión serena sobre nuestras razones históricas, jurídicas y morales".
Miércoles 19 de agosto: El Congreso apoya la posición del Presidente y rechaza incursión naval colombiana.
El canciller informa de la situación a la Comisión de Política Exterior de la Cámara de Diputados. Esta exhorta al diálogo directo entre ambos países sin condiciones ni presiones. El canciller Consalvi expresa estar dispuesto a conversar con su colega colombiano Julio Londoño quien es esperado en Caracas para la Conferencia del Grupo de los Ocho.
Jueves 20 de agosto: Es suspendido el estado de alerta militar pero continúan el patrullaje en el Golfo y la persecución de guerrilleros del ELN en la frontera. Se espera la llegada del canciller Londoño y se publican remitidos que excitan a mostrarle repudio. Estos avisos son suscritos por el Frente de Defensa de la Sobernía e Integridad Territorial.
Más de cinco mil colombianos residentes en Venezuela envían télex al presidente Barco. Dicen que Venezuela es su segunda patria y que a través del trabajo les permite sostener numerosas familias en Colombia. Se le acusa de antibolivariano y de poner en aprietos a más de tres millones de colombianos residentes en Venezuela.
Le instan a preocuparse "por nuestros grandes problemas: inseguridad y drogas". "De persistir en su empeño alístese a recibir y ubicar tres millones de compatriotas. Solicitamos pronunciamiento a fin de aliviar la tensión".-
PERLAS DE LUSINCHI
- Una unidad de la Marina de Guerra de Colombia penetró en el territorio marítimo de Venezuela e intentó ejercer autoridad en el mismo...
- La incursión de la nave colombiana se produjo en un área por la cual se tienen títulos jurídicos e históricos irrefutables, y sobre la cual hemos ejercido efectiva y plenamente soberanía desde tiempos inmemoriales.
- Se ha pretendido justificar la incursión, alegando que el incidente es resultado de la falta de delimitación de las áreas marinas y submarinas entre Venezuela y Colombia.
- Rechazamos categóricamente esta interesada y tendenciosa interpretación. La falta de delimitación, en ningún caso puede servir de pretexto para la utilización de vías de derecho en actos que traten de alterar el statu quo.
- Las vías de hecho no pueden ser el camino para tratar de forzar la voluntad de la otra parte en ninguna circunstancia; en esto quiero ser seriamente categórico, pues no habrá razón de fuerza que nos obligue a encontrarnos.
- Al pueblo de Colombia, para quien esta controversia ha de resultar marginal y esencial, con toda consideración pedimos reflexión serena sobre nuestras razones históricas, jurídicas y morales, y a que observen también la conducta serena y desprejuiciada como gobierno y como país.