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EDICIÓN ESPECIAL

El año perdido

El 2009 fue un año sin carácter. La realidad nacional estuvo marcada más por las réplicas de lo que fue el terremoto del año anterior, que por sus hechos informativos, que apenas fueron temblores medianos. , 111285

18 de diciembre de 2009

Dos grandes temas tuvieron el país en ascuas: la indefinición del presidente Álvaro Uribe sobre su tercer mandato, y la bronca del presidente Hugo Chávez contra Colombia y su gobierno.

El primer hecho estancó la vida política del país y congeló varias campañas presidenciales. Uribe, con el discurso de “la encrucijada del alma”, rodeó de cábalas y especulaciones una realidad que muchos ven con claridad. En esto también ayudó el tedioso vía crucis que tuvo la aprobación del referendo, que aún sigue inconclusa.
Las relaciones con Venezuela se complicaron aún más por la polémica decisión de permitir a los militares estadounidenses usar siete bases aéreas colombianas. La bota del Tío Sam en Suramérica es vista con preocupación por los países gobernados por tendencias de izquierda, sobre todo Brasil, que quiere asumir su papel de potencia regional, y Venezuela, cuyo proyecto revolucionario bolivariano se ha construido sobre el antagonismo con Washington. Al respecto, de nada sirvió el histórico y esperanzador discurso de posesión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ni que se le hubiera distinguido con el premio Nobel de la Paz.

La agenda interna estuvo regida por el choque de trenes entre el Ejecutivo y el poder judicial. La falta de consenso sobre las cualidades del próximo Fiscal General condujo a que la Corte Suprema rechazara en varias oportunidades la terna presentada por el gobierno, y ese cargo fundamental para la administración de justicia sigue en interinidad.
La conmoción del año vino por cuenta de los escándalos. El más importante fue el de las ‘chuzadas’ del DAS, en el que salieron a flote los alcances del espionaje oficial. Esa historia comenzó con interceptaciones y seguimientos y terminó con pruebas de amenazas realizadas por miembros de este organismo. El otro gran temblor fue el sonoro debate por la entrega de recursos de Agro Ingreso Seguro, que llevó contra las cuerdas a la política agraria del gobierno y le lanzó un gancho a la mandíbula a la candidatura del joven ex ministro Andrés Felipe Arias, su más fiel escudero.

En las primeras páginas también estuvieron las denuncias por la entrega de notarías a cambio de respaldo para la reelección presidencial y el millonario negocio de los hijos del Presidente con una zona franca.

En el conflicto armado, el gobierno logró asestar varios golpes que, si bien no fueron muy mediáticos, sí marcaron avances importantes en la lucha contra las guerrillas. En materia de derechos humanos, las víctimas de los paramilitares quedaron entre la promesa de justicia y reparación de la Ley y la falta de aplicación de la misma. En las regiones las bandas criminales emergentes (Bacrim) se multiplicaron ante la caída de los grandes capos y comenzaron en algunas partes del país nuevos capítulos de una violencia que pareciera no terminar.

Este no será un año memorable. Más bien fue un período de tránsito hacia 2010, que desde los primeros días se anuncia agitado, en buena parte porque se empezarán a resolver muchos de los temas que no se lograron cerrar en 2009.