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MARGARITA GÓMEZ Y MATEO MATAMALA

NACIÓN 2011

El año de las víctimas

En 2011 se aprobó una ley integral que busca restituir a las víctimas sus derechos perdidos, pero estas, lamentablemente, siguieron padeciendo los estragos del conflicto armado.

17 de diciembre de 2011

Las cosas hay que llamarlas por su nombre: Colombia todavía enfrenta una de las más serias crisis humanitarias del mundo. Pese a la evidente mejora en seguridad, más de 100.000 nuevas víctimas se añadieron este año a los cerca de cuatro millones que ya cuenta el país. Desplazamientos, masacres, asesinatos de reclamantes de tierras y de defensores de derechos humanos, violencia sexual contra las mujeres, son algunas manifestaciones.

Este año empezó como termina, con sendos crímenes tan notorios como simbólicos. El 10 de enero murieron asesinados, cerca de una playa clave para el turismo y la exportación de cocaína, en San Bernardo del Viento, Córdoba, dos estudiantes de la Universidad de los Andes, a manos de uno de los grupos que sucedieron a los paramilitares. Y, a finales de noviembre, fueron asesinados con tiros de gracia por las Farc, en medio de una operación del Ejército, tres policías y un soldado que mantenían cautivos. Ambos crímenes despertaron una oleada de indignación nacional. Y dejaron claro, de principio a fin del año, que pese al énfasis que se pone en lo mucho que ha mejorado la situación, Colombia aún dista de la ‘normalidad’.

Entre enero y octubre de 2011 hubo en Colombia más de 90.000 desplazados; 32 masacres; 79 homicidios de indígenas; 20 asesinatos de sindicalistas, 32 de líderes de organizaciones sociales y comunitarias, 36 de defensores de derechos humanos, entre los que hay nueve de reclamantes de tierras; 1.550 eventos por explosión de minas antipersonales; 114 voladuras de torres de energía, de instalaciones petroleras y de vías; 249 secuestros y 388 ‘actos terroristas’, entre otras manifestaciones de aguda violencia. Estos son datos del Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República; las organizaciones de derechos humanos dan cuenta, en algunos rubros, de cifras más elevadas.

Al menos en ocho importantes regiones, miles de colombianos viven en medio del terror y la devastación. El Catatumbo, el vasto cuadrante que forman en torno al nudo de Paramillo el sur de Córdoba, el bajo Cauca, la población antioqueña de Ituango y Urabá; la costa del Valle y de Cauca; la zona indígena montañosa de este último departamento; Nariño; el área donde confluyen Meta y Guaviare; la región limítrofe entre Meta y Caquetá y parte del Putumayo son, literalmente, teatros de guerra. Pueblos del Cauca bombardeados por la guerrilla con cilindros; veredas de Tierralta y Puerto Libertador, en Córdoba, donde los sucesores de los paramilitares dictan a su antojo su voluntad y violan a las mujeres; indígenas que huyen de sus resguardos ancestrales en Barbacoas y Ricaurte, en Nariño; poblados completos desplazados por combates; niños que caen en las minas que siembran las Farc… El impacto de la cocaína y de los grupos armados sobre la población civil sigue siendo uno de los grandes problemas de Colombia.

Si 2011 fue el año de las víctimas por la aprobación en el Congreso de una ley histórica que promueve la restitución de sus derechos, lo fue también por la cascada de violencia que se descargó sobre miles de civiles.
 
MARGARITA GÓMEZ Y MATEO MATAMALA

El 10 de enero, cuando los estudiantes de Biología de Los Andes volvían desprevenidos y felices de los manglares de la Playa de los Venados, en San Bernardo del Viento, Córdoba, se encontraron de frente con sus asesinos. Las autoridades señalaron a Los Urabeños como responsables del crimen. Tres semanas después, muy cerca de allí, los estudiantes Silvia Mora y Juan Carlos Ariza cayeron en las mismas circunstancias. Hasta octubre, Córdoba, una de las regiones más afectadas por el conflicto, llevaba 325 homicidios.  
 
ANA FABRICIA CÓRDOBA

Cuando el 7 de junio viajaba en un bus por el barrio La Cruz de Medellín, varios disparos segaron la vida de esta líder de comunidades desplazadas que luchaba por la restitución de tierras. Había padecido todas las violencias: fue desterrada por la violencia bipartidista, vio morir a su esposo a manos de los paramilitares y a sus hijos en las calles de Medellín. “Me van a matar”, dijo varias veces. Nueve líderes que buscaban la devolución de tierras han sido asesinados este año.
 
‘CARMEN’

Once años después del peor día de su vida, una de las 25 mujeres violadas por paramilitares del Bloque Catatumbo, al mando de Salvatore Mancuso, recuerda cómo un 18 de noviembre los paramilitares hicieron lo que quisieron con ella y con su hija: “Me colgaron de un árbol y me golpearon por la espalda”, dice. El 20 de junio la Fiscalía le imputó cargos al jefe paramilitar por delitos sexuales. Se cree que este año, los actos de violencia sexual contra las mujeres cometidos por los actores del conflicto serían cerca de 1.000.
 
MUERTE EN CAQUETÁ

El sábado 2 de julio, miembros de la columna Teófilo Forero de las Farc acabaron, en una finca de San Vicente del Caguán, Caquetá, con la vida de seis miembros de la familia Espitia (Rosalba, Magda, José Ignacio, Camilo, Ricardo y Jorge Eliécer) y la de su empleado Miguel Ángel Bastos. Hasta octubre hubo en Colombia 32 masacres (igual número que en 2010), con 149 víctimas. La masacre de San Vicente ni siquiera fue noticia nacional. 
 
LA EXPULSIÓN DE LOS JIW

El 26 y 27 de agosto, 79 miembros del resguardo indígena de los jiw, en Caño La Sal de Puerto Concordia, Meta, huyeron por presión de varios grupos armados. Todos, incluidos 34 niños, tuvieron que irse hacia la ribera del Guaviare. Luego de pasar dos días a orillas del río y tras largas caminatas, las familias llegaron a San José del Guaviare. Este año termina con algo más de 90.000 desplazados.

ORLANDO HERNÁNDEZ
 
Sufrió un accidente con mina antipersona en 2008, mientras realizaba labores de erradicación manual en Puerto Valdivia, Antioquia, con Acción Social. Tenía 42 años. De milagro se le salvaron las piernas, pero las esquirlas le afectaron la espalda y la visión. Se convirtió en la voz de los erradicadores heridos y quería estudiar para ayudarles. Por su trabajo como líder, fue asesinado el 12 de noviembre, en La Dorada, Caldas. En 2011, 152 civiles y 237 militares fueron víctimas de minas antipersona.

A SANGRE FRÍA
 
El sábado 26 de noviembre, en una operación militar en Solano, Putumayo, las Farc fusilaron por la espalda al coronel Édgar Duarte, al mayor Elkin Hernández, al sargento José Libio Martínez y al intendente Álvaro Moreno, quienes llevaban en manos de esa guerrilla entre 12 y 14 años. El sargento Luis Eduardo Erazo, otro de los cautivos, se escondió en el monte y, de milagro, salvó su vida. En la selva siguen 11 policías y militares que llevan más de una década en poder de las Farc, y cientos de civiles que todavía no ven la libertad. Hasta octubre de este año, según el gobierno, han sido secuestradas 249 personas, 19 más que en 2010.