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EL APAGAMIENTO

José Noé Ríos es el negociador estrella de Ernesto Samper. Pero para algunos, su éxito se debe a que concede en exceso.

26 de mayo de 1997

En la hoja de vida de José Noé Ríos dice que es licenciado en matemáticas y economista y que su cargo actual es el de viceministro del Trabajo. Pero últimamente Ríos se ha venido especializando en un nuevo oficio: apagaincendios. Esa vocación tiene mucho que ver con su espíritu conciliador y su infinita paciencia, que lo han llevado a transitar por caminos de conflictos con la esperanza de lograr un buen acuerdo. Durante el gobierno de César Gaviria, por ejemplo, debió emplearse a fondo para tratar de lograr una negociación con las Farc, el ELN y el EPL en Caracas (Venezuela) y Tlaxcala (México). Aunque las conversaciones debieron suspenderse por el asesinato del dirigente político Argelino Durán Quintero, los subversivos siempre expresaron su conformidad por la manera como negociaban con Ríos, entonces miembro de la Consejería de Paz. "De los funcionarios del gobierno, José Noé es de los que tiene más claro el problema y la solución a la crisis nacional", decían los voceros guerrilleros.Medio frustrado por el fracaso de las conversaciones con la guerrilla, Ríos se le midió al cargo de consejero de Paz para el Urabá antioqueño, cargo creado especialmente para él por el presidente Gaviria. En medio del fuego cruzado entre Ejército, guerrilla y paramilitares logró sacar adelante el plan de desarrollo de Urabá, especie de carta de navegación de la región en el futuro inmediato. A su lado trabajaba Gloria Cuartas, actual alcaldesa de Apartadó, quien llegó a convertirse en alma y nervio de la paz de la zona.Pero el salto a las ligas mayores como negociador lo dio José Noé en el gobierno de Ernesto Samper. Su participación en el arreglo laboral que logró el gobierno con los sindicatos y las centrales obreras en febrero pasado permitió llegar a un acuerdo después de varias semanas de negociación. Aunque el acuerdo fue calificado por los gremios económicos como generoso, puesto que le costó al fisco 221.000 millones de pesos, al final todos reconocieron la valiosa intervención de Ríos. A mediados de abril, cuando la cárcel de Valledupar, que había sido tomada por un grupo de reclusos, amenazaba con explotar, una vez más el viceministro de Trabajo debió presentarse al lugar de los hechos con su casco de bombero a apagar el nuevo incendio. Y lo logró. En menos de cinco días de negociación firmó un acuerdo con los detenidos y entregó al gobierno un nuevo parte de victoria. Al igual que en el caso del paro estatal, no faltaron las críticas a la negociación. Una de ellas tenía que ver con el hecho de no iniciar acciones penales contra los reclusos amotinados. La semana pasada debió intervenir para que el paro de los camioneros no se convirtiera en un problema de orden público y causara más trastornos a la economía nacional. El viernes en la madrugada, después de varios días de conversaciones, salió humo blanco de la mesa de negociación y antes del medio día el paro ya había sido controlado. Una vez más los gremios volvieron a quejarse de la flexibilidad del gobierno en el momento de negociar. "Es una cura en falso porque el problema va a seguir", dijo Juan Manuel Ospina, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia _SAC_. Ahora, por orden presidencial, Ríos tratará de llegar a un acuerdo con la guerrilla para lograr la liberación de los 60 soldados secuestrados por las Farc. Pero mientras se embarca en esa nueva tarea hay quienes sostienen que no siempre un buen conciliador es un buen negociador y que a la hora de sentarse a la mesa es mucho mejor el pulso firme que la mano tendida. Pero Ríos no parece dispuesto a cambiar su fórmula, que hasta ahora le ha dado tan buenos resultados.