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El banderazo

Estos son los votos amarrados de los principales partidos políticos. El resultado final dependerá del voto de opinión que logren cautivar en la recta final de la campaña.

19 de febrero de 2006

¿Cuál partido obtendrá la mayoría en el próximo Congreso? La pregunta es clave: ante el amplio favoritismo del presidente Álvaro Uribe para conservar el poder Ejecutivo, la verdadera competencia se concentra en el control del Legislativo. ¿Habrá mayoría gobiernista o triunfará la oposición? Las apuestas están muy peleadas. Uribe adelantó la inscripción de su candidatura para el próximo 27 de febrero, para darles un empujoncito a las listas que lo apoyan, en la recta final de la campaña.

A diferencia de las elecciones presidenciales o las de pocos candidatos, las de Congreso son difíciles de predecir. Hay muchas listas: 20 para Senado (se vota con el mismo tarjetón en todo el país) y 410 para la Cámara (la tarjeta es diferente en cada departamento). La falta de familiaridad con las nuevas normas, la aparición reciente de nuevos partidos y la decadencia de los tradicionales, complican la realización de encuestas y de predicciones.

Sin embargo, una medida de la fuerza de cada grupo se puede obtener a partir de los votos que consiguieron los integrantes de sus listas en las elecciones de hace cuatro años. Desde 2002, después del triunfo de Uribe, ha habido grandes cambios en la política. Al Partido Liberal se le fueron varios de sus más tradicionales barones electorales atraídos por el uribismo y que se constituyeron en el origen del partido de 'La U' que coordina Juan Manuel Santos. Cambio Radical, el de Germán Vargas, también gobiernista, pasó de ser una pequeña agrupación fundamentalmente bogotana, se extendió a casi todo el país y se embarcó en un fuerte pulso con 'La U' para pescar congresistas que habían militado en el liberalismo en el conservatismo. El Polo Democrático, impulsado con victorias significativas en las elecciones locales de 2003, se puso en la tarea de construir una gran lista de unidad.

¿En qué quedaron las cargas, después de tantos movimientos? SEMANA hizo el ejercicio. De las listas de candidatos de cada una de las fuerzas principales, seleccionó a los que habían participado hace cuatro años, al Senado o a la Cámara (ver recuadros), y sumó las votaciones obtenidas en aquella ocasión. El resultado se podría interpretar como el banderazo con que parte cada grupo. Una aproximación a los votos que tienen seguros porque provienen de las maquinarias y organizaciones políticas de los candidatos de sus planchas. Y la principal conclusión es que en materia de voto amarrado, los partidos tradicionales siguen mandando la parada. El Conservador tiene el primer lugar: 1.479.830. Le sigue el liberalismo, con 1.176.527.

Los dos principales partidos que apoyan la reelección no están muy atrás: 'La U', con 1.005.575 votos, le lleva una ventaja a Cambio Radical, que en la línea de partida tiene 868.796. Y el Polo Democrático, incluidas las dos grandes tendencias que lo forman -el Polo y Alternativa Democrática- aparece en un distante quinto lugar, con 468.881 sufragios depositados en 2002 por los senadores y representantes que hoy militan en sus filas.

El cálculo anterior es parcial. Parte del supuesto de que los congresistas mantienen su misma fuerza, lo cual tiende a ser cierto, pero hay casos de individuos que crecen o se debilitan. También hay senadores que tuvieron éxito en 2002 y no son candidatos al Congreso en 2006, como Rafael Pardo y Andrés González, del Partido Liberal, y Luis Alfredo Ramos en 'Equipo Colombia'. Y faltaría agregar el volumen de votación que con frecuencia se llama 'de opinión'. Es decir, de ciudadanos que no tienen una relación directa con ninguna organización política de algún candidato, sino marcan el tarjetón por quien les despierta simpatía el día de la elección.

Este tipo de votantes no se puede subvalorar. Los ex alcaldes de Bogotá Enrique Peñalosa y Antanas Mockus hicieron sus listas sin ningún miembro actual del Congreso. Mockus, incluso, se concentró en nombres de corte académico. Le apuntan a ganar el voto de quienes ven con antipatía la política tradicional. Una estrategia con potencial, pero también riesgosa, porque si no llegan al umbral (un mínimo de unos 220.000 votos), no tienen derecho a participar en la repartición de curules.

Algunos indicios hacen pensar que, más allá del 'voto amarrado', los partidos tradicionales tienen ventajas adicionales. Hay gente que vota por el símbolo de la colectividad que más le gusta. La 'Ele' roja -y, aunque en menor medida, la 'C' azul- es más conocida y despierta más pasión que los símbolos de los partidos de más reciente creación. Así lo corroboran las encuestas: en la última hecha por Napoleón Franco para SEMANA y RCN, el liberalismo tiene la primera opción, con 22 por ciento. En 2003, en los comicios para asambleas y concejos, hubo 600.000 liberales que votaron solamente por la 'Ele', sin seleccionar a ningún candidato en particular.

A los grandes los empujan, también, las nuevas reglas de juego. La 'cifra repartidora', un mecanismo que por primera vez se utilizará y que tiene por objetivo reproducir en el Congreso una distribución de fuerzas más parecida al porcentaje de votos recibidos por cada partido, premia a los mayores. SEMANA hizo el ejercicio de aplicarles ese mecanismo a los resultados (promedios) de las últimas dos elecciones. Los liberales llegarían a 43 senadores, en vez de los 29 que obtuvieron en 2002, y los conservadores, a 18, en lugar de los 13 que alcanzaron en esa última elección.

Los ejercicios anteriores permiten sacar varias conclusiones. El 12 de marzo habrá cuatro grandes fuerzas que se disputarán el primer lugar: las tradicionales, Liberal y Conservador, y las uribistas, 'Cambio Radical' y 'La U'. Cada uno va a rondar, en el Senado, la cifra de 20 curules. Sin embargo, la 'Ele' puede empujar hacia arriba al liberalismo. Y el pulso entre Germán Vargas y Juan Manuel Santos está para alquilar balcón: Cambio Radical tiene más opinión, pero 'La U' tiene más maquinaria. La suma de los votos amarrados del Polo le da para unos ocho senadores. Y, si no quedan por fuera por no alcanzar el umbral, las fuerzas pequeñas (Peñalosa, Mockus, Alas/Equipo Colombia, Convergencia Ciudadana, Moreno de Caro, C-4 y otros nueve inscritos) estarían en el rango de tres a cinco.

En este escenario, si se agregan todas las fuerzas que apoyan a Uribe frente a las pocas (Partido Liberal y Polo Democrático) que abiertamente están en oposición, el gobiernismo sale bien librado. Ni con los cálculos más alegres, la oposición alcanza mayoría. No obstante, la ventaja del Presidente-candidato en la puja por la Presidencia no se refleja en la competencia para el Congreso. En el Legislativo, la pelea es mucho más reñida.

Aún faltan, sin embargo, tres semanas para la elección. Cualquier cosa puede pasar. Las encuestas pueden cambiar. Las nuevas reglas pueden dar sorpresas. Lo que es claro es que en un proceso electoral con final prácticamente conocido, todavía hay muchas cosas importantes en juego.