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EL BOLARDO DE PEÑALOSA

El ex alcalde de Bogotá Jaime Castro viene librando una dura batalla contra la gestión del actual <BR>alcalde, Enrique Peñalosa. ¿Por qué?

17 de mayo de 1999

Un funcionario de la administración distrital decidió hacer la cuenta. En total, solamente en
relación con el tema de la descapitalización de la Empresa de Energía de Bogotá, entidades como Emgesa,
Codensa, la Secretaría de Hacienda, el Ministerio de Hacienda, la Procuraduría, la Superintendencia de
Sociedades y la Alcaldía Mayor han recibido en los últimos meses más de 70 derechos de petición de puño y
letra de Jaime Castro. El ex alcalde también instauró una acción de tutela que llegó hasta la Corte
Constitucional, y adicionalmente logró que la Procuraduría solicitara que entidades como la Comisión de
Regulación de Energía y Gas _Creg_, la Unidad Político Minero Energética del Ministerio de Minas _Upme_ y
hasta la Superintendencia de Servicios Públicos emitieran un concepto sobre la posible descapitalización
antes de que se puedan desembolsar los 500 millones de dólares que espera obtener Peñalosa para financiar
su obra de gobierno. La demora que representó el cumplimiento de todos estos trámites ha mantenido
paralizados los proyectos de la Alcaldía por más de 10 meses. Finalmente, cuando el Ministerio de
Trabajo se pronunció la semana pasada para darle un sí parcial a la operación, Castro recurrió a un último
recurso: escribirle una carta al presidente Andrés Pastrana, solicitándole reversar la decisión por considerar
que en ella hay "conflicto de intereses e irregularidades".Castro justifica todo esto afirmando que "se ha
venido dando a la gente una versión amable, diciendo que al Distrito le van a entrar 500 millones de dólares
que reactivarán la economía. Pero la cara oculta de todo esto es que al consorcio chileno-español le dan 500
millones de dólares de forma gratuita". Castro asegura que el dinero debe invertirse en la Empresa de
Energía, en un aumento del cubrimiento y varios proyectos de expansión. La Alcaldía responde que la
Empresa de Energía está bien financiada, tanto en materia de pasivos como en sus planes de crecimiento, y
que son mejores 500 millones de dólares en obras prioritarias para la ciudad y no 1.000 millones donde no se
necesitan.Hasta ahí todo parece ser una simple discusión política, como muchas otras. Pero la
descapitalización de la Empresa de Energía no es la única pelea que ha dado Castro. También ha liderado un
esfuerzo para obstaculizar el cobro del predial por parte de la Alcaldía. Castro asegura que el predial no
puede seguir aumentando mientras la propiedad raíz en la ciudad se ha venido desvalorizando. El Distrito
responde que, si bien eso es cierto, la mayoría de los bienes en la ciudad todavía están avaluados por
debajo de su valor comercial y que una modificación no puede hacerla el alcalde por decreto
reglamentario. Entonces Castro decidió redactar un proyecto de ley que deja en plena libertad a los
contribuyentes para avaluar sus predios por el valor que consideren conveniente. "Hice un proyecto, que fue
anunciado en El Tiempo y se lo envié a 18 representantes de Bogotá. Fue presentado por Germán Navas
y Fernando Canossa y aprobado en Comisión Primera. El proyecto no es subrepticio", dijo Castro a
SEMANA. Sin embargo el trámite del mismo parece haberse empantanado después de que el ministro de
Hacienda, Juan Camilo Restrepo, escribiera una carta al Congreso asegurando que dicho proyecto es
inconstitucional. Algunos incluso señalan a Castro de trabajar en llave con Mario Suárez, quien a través de la
Fundación Ciudadanos con Bogotá se ha dedicado a repartir solicitudes entre los ciudadanos para
empantanar a la Secretaría de Hacienda con reclamos para reducir el cobro del predial. Suárez ha puesto
varios avisos en El Tiempo y logró que los reclamos pasaran de 5.000 el año pasado a 55.000 este año. Sin
embargo Castro se defiende: "Suárez es amigo mío, somos compañeros de universidad, pero yo no me
he metido en eso ni le he metido plata. Suárez es un hombre serio, no es un Moreno de Caro. Además no es
un delito que sea amigo mío".Además de todo lo anterior hay un tercer frente en el cual, según funcionarios de
la alcaldía de Peñalosa, el ex alcalde Castro tendría alguna influencia. Se trata de la férrea oposición que ha
hecho Diego Bravo, director de la CAR, a los proyectos de la Alcaldía. La CAR se ha negado a concederle la
licencia ambiental a todo el plan de ordenamiento territorial del Distrito, a una parte de la Avenida
Longitudinal de Occidente _por lo cual no puede ser entregada en concesión_ y a la Hidroeléctrica de
Mesitas. Bravo fue nombrado como director de la CAR durante la alcaldía de Castro y su elección depende
del voto de varios alcaldes de Cundinamarca cercanos al senador Héctor Elí Rojas. Rojas es gran amigo de
Castro y compañero de luchas políticas del ex alcalde en Boyacá. Al respecto, Castro asegura que "es
totalmente irrespetuoso que me vinculen con Bravo. Es amigo personal mío, pero me veo con él
excepcionalmente. Héctor Elí Rojas también es muy amigo mío, pero yo ya no hago política. Además la
vinculación de Rojas en la política de Cundinamarca es muy reciente, no desde cuando yo era alcalde".
¿Que hay detrás?
Lo que muchos se preguntan es por qué Jaime Castro ha decidido acometer semejante empresa,
enfrentándose a Enrique Peñalosa. Para nadie es un secreto que Castro es un hombre serio, que siempre ha
manejado las controversias públicas con altura y que conoce como pocos en Colombia el ordenamiento
jurídico y el funcionamiento de la burocracia estatal. Algunos sugieren que se trataría de una estrategia para
obtener rendimientos políticos con miras a una posible candidatura a la Alcaldía. Castro asegura que no.
"Yo no estoy organizándome para hacer política, más bien estoy en dieta en esa materia. Considero que ya
estoy más allá del bien y del mal en ese tema y esa no es mi intención. Aunque no hay hombre público que
pueda decir nunca jamás". Otros especulan que se trataría de una cruzada por parte de Castro para evitar que
Peñalosa desmonte buena parte de su obra de gobierno, lo que podría llamarse su legado político.
Especialmente en lo relacionado con la descentralización en la contratación para los ediles, el predial y el
contrato por 2.000 millones de dólares para la limpieza del río Bogotá con un consorcio francés. Al respecto
Castro asegura: "Mi obra como alcalde se defiende sola y no tengo necesidad de hacer eso".Por último, se
dice que lo que hay entre Peñalosa y Castro es una pelea personal de vieja data, que comenzó desde cuando
ambos eran precandidatos liberales a la Alcaldía de Bogotá. Castro también desmiente esa versión: "En
Colombia siempre buscan el interés, la motivación detrás de los actos. Mi única motivación es que soy hombre
público y que siento que tengo obligaciones con la ciudad. Cuando yo fui alcalde el doctor Peñalosa _que
había sido mi contrincante_ se opuso a la descontaminación del río Bogotá y a varios otros proyectos
míos. El lo hizo porque había sido derrotado en la Alcaldía y porque estaba haciendo política".En conclusión,
lo único que queda claro de esta refriega es que la pelea va para largo. Y esto resulta desafortunado ante un
período de gobierno tan corto y dadas las terribles circunstancias por las cuales atraviesa Bogotá. Lo cierto es
que lo último que necesita la capital de la República es una oposición sistemática dirigida por un ex alcalde
que conoce como nadie los instrumentos para ponerle freno a la administración distrital.