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| Foto: A.P

PERFIL

El calculista detrás de Space

El ingeniero detrás del edificio que se desplomó, es el mismo que hizo los cálculos de cinco urbanizaciones más en Medellín que han tenido que ser desalojadas. Le decían el Loco, pero algunos lo consideraban un brillante ingeniero. ¿Qué fue lo que le falló?

10 de mayo de 2014

Pocos de los estudiantes que caminan por los pasillos de la Universidad Eafit, el centro de educación superior donde se forma buena parte del empresariado antioqueño, se imaginan que tanto el edificio de la Rectoría como el de Derecho fueron diseñados por el mismo ingeniero calculista del edificio Space.

Y mucho menos están enterados de que el espesor de las losas desde donde despacha el rector y sus colaboradores es tan delgado, que de cuando en cuando se sienten vibraciones que pudieron haberse evitado en el diseño de su construcción, según lo cuestionó en su momento el ingeniero Roberto Rochel Awad, especialista en estructuras. Hasta ese punto ha llegado el karma de Space.

Luego del desplome de la torre 6 de este edificio en octubre del año pasado, que les costó la vida a 12 personas, han tenido que desalojar cinco urbanizaciones más en Medellín. La última de ellas, Colores de Calasania, apenas hace dos semanas. Las 373 familias de este conjunto residencial hoy viven –como dicen en Medellín– como judíos errantes en habitaciones de hoteles, pagados por la constructora y sin tener muy claro qué les depara el futuro.

En total 636 familias han sido evacuadas de las obras de la firma CDO en las que el ingeniero Jorge Aristizábal Ochoa hizo el diseño estructural. Aristizábal quedó en el ojo del huracán además porque un día antes del desplome del Space aseguró ante las cámaras de televisión que no había riesgos para los residentes de ese edificio. “Se presentó un evento en un elemento puntual de la estructura. Pero no implica en absoluto ningún peligro de colapso del edificio ni de seguridad para las personas”, dijo a TeleAntioquia y TeleMedellín.

Desde aquel día, Aristizábal Ochoa no ha dado entrevistas. Las especulaciones en torno a su paradero han llegado al punto de sugerir que este hombre, formado en la prestigiosa y tradicional Facultad de Minas, cuando se enteró de la tragedia tuvo que internarse por unos días en un hospital psiquiátrico.

Sin embargo, a juicio de Carlos Eduardo Ruiz, damnificado de Space, el rumor obedece más a un acto de distracción. “Eso no es cierto. Quienes lo han visto en el Alto de Las Palmas y en los restaurantes de la zona, lo han percibido perfectamente funcional. No es una persona loca. Él está en capacidad de responder”, dice.

Personas que lo conocen desde hace tiempo, como el arquitecto Raúl Bernal Camargo, han dicho que Aristizábal “está muy afectado por lo sucedido, porque además de perder a sus hombres –dos ingenieros y siete obreros– él nunca pensó que sería posible que eso sucediera”.

Pero más allá del mito urbano, lo cierto es que la constructora Halcones de San Diego S.A., de la que Aristizábal Ochoa es dueño y al mismo tiempo miembro de su junta directiva, ha continuado funcionando. Una sala de ventas, ubicada en la Loma del Indio, hasta hace pocos días ofrecía apartaestudios sobre planos, de 59,9 metros cuadrados. Aún hay dos torres sin construir, cuyos terrenos apenas han sido excavados.

“Nosotros muy pronto nos vamos a ir de aquí, pero estamos tomando nota de las personas que están interesadas en comprar”, dijo una mujer desde la puerta de la oficina de Halcones de San Diego, el miércoles pasado. Semana intentó comunicarse con Aristizábal, a través de una de sus secretarias, pero al cierre de la edición no había llegado su respuesta.

Pese a que Halcones de San Diego se encuentra en causal de disolución, el 24 de febrero pasado, cuatro meses después de la tragedia de Space, Patricia Eugenia González Agudelo, esposa de Aristizábal, acudió ante el notario 25 de Medellín para prorrogar la duración de la sociedad, que según la escritura pública No. 751, podrá funcionar hasta 2027.

Y es por eso que las preguntas rondan entre las víctimas de la constructora CDO, cuyos proyectos malogrados fueron diseñados por Aristizábal. ¿Hay algo que impida que este ingeniero continúe levantando edificios? ¿CDO también seguirá moviéndose en el mundo de la construcción? ¿Qué explicaciones da el ingeniero al respecto? En este punto, Diana María Espinosa, presidenta de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, dice que por el momento Aristizábal Ochoa puede seguir laborando con libertad pues aún no tiene ninguna sanción. “Lamentablemente hasta el momento no están definidas las causas exactas del desastre. Una vez se tenga esa información, el Consejo Profesional de Ingeniería puede retirarles la tarjeta profesional o la licencia a los que sean declarados responsables”.

Las preocupaciones crecen en la medida en que Aristizábal aparece en más de una veintena de proyectos como el Jardín de Infantes del barrio Moravia o en los diseños del parque Acuático del Atanasio Girardot.

Y es que antes de la tragedia de Space, Aristizábal era considerado uno de los calculistas más reputados de Medellín. Un constructor y dirigente gremial recuerda que era tenido no solo como bueno, sino como brillante. “Pese a que la norma dijera otra cosa, sus teorías eran muy convincentes. Si uno tenía una discusión con él sobre la cantidad de hierro que podía tener una columna, al final de la conversación él era capaz de hacerlo sentir a uno ignorante”.

Otro ingeniero contemporáneo suyo relata que Aristizábal, inteligente y todo, llegaba al límite del riesgo. Por eso se ganó el apodo de el Loco. “Hacer que un edificio no se caiga es muy fácil. Simplemente póngale más materiales de lo que dice la ley. Pero eso puede salir muy caro. Entonces un ingeniero estructural como Aristizábal era ideal para quienes querían ahorrar al límite, basados en una hiperoptimización en la que entraba en juego la seguridad y la economía. En estos casos la constructora jugaba un papel importante pues ella finalmente era la que tomaba el riesgo”, dice.

Ahora bien, ¿cuáles fueron exactamente los pecados de Aristizábal? Roberto Rochel es uno de los pocos expertos que se le han medido a investigar los edificios construidos por CDO. “Los errores encontrados son tan graves, que para mí resultan inexplicables. Da la impresión de que no fue un error involuntario. Uno se puede equivocar en un edificio, eso es normal. Pero cuando uno se equivoca en un mismo edificio 50 veces, ya es raro. Y cuando no es un solo edificio sino diez, 12 o 15, ahí ya tiene que haber algo detrás”, dice.

Pero no solo lo dice Rochel. Los informes que ha entregado la Universidad de los Andes coinciden en que los proyectos Space, Asensi, Continental Towers y últimamente Colores de Calasanía, no cumplen con los requisitos mínimos de las normas de sismo resistencia, entre otros defectos. Carlos Eduardo Ruiz, uno de los damnificados, se atreve a decir que todo respondió a un tema de ahorro de costos.

Pero pese a todo el ruido alrededor del calculista de Space, la Fiscalía General será, al menos en lo penal, la que muestre las cartas para señalar posibles responsabilidades. A Aristizábal, así como a varios directivos de CDO, les será imputado el presunto delito de homicidio culposo, en una audiencia que se llevará a cabo el martes 13 de mayo, en el Palacio de Justicia de Medellín. “La Fiscalía pudo determinar que hubo más de 1.000 irregularidades en vigas, columnas, elevadores, entre otros”, dice el comunicado del ente investigador.

En un comunicado, CDO manifestó que todos los “proyectos promovidos y construidos por sus empresas cumplieron con la normatividad urbanística vigente”, que Planeación Municipal recibió los diseños sin observaciones y que, además, curadores facultados aprobaron las licencias. De inmediato la Alcaldía reaccionó. “Una licencia es un documento teórico mientras no se construye la obra. Lo que concreta una obra es la construcción, por lo cual pensar que los planos se derrumban es una locura”, dijo Jorge Pérez, director de Planeación Municipal.

Una fuente de la Fiscalía asegura que, pese a la gravedad de la acusación, es poco probable que alguno de los imputados vaya a la cárcel. “Lo que puede pasar es que se les prohíba continuar ejerciendo su profesión”.

Y ahí es donde comienza la polémica. Ángela Cantor, hermana de Juan Esteban Cantor, un muchacho que murió bajo los escombros de Space, opina que debería hablarse de dolo eventual, en todos los casos de homicidio. “Si usted no cumple deliberadamente con una norma de sismo resistencia, ¿no está poniendo en riesgo a las familias ante un desastre natural?”, se pregunta.

Pero ese será justamente el debate jurídico. Si Aristizábal era tan sabio, según lo corroboran sus propios colegas, ¿entonces qué falló? Carlos Felipe Londoño, rector de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, llama la atención sobre un asunto del que poco se ha hablado y en cuyo fondo puede estar la respuesta: la ética. “El ingeniero es un ser humano que tiene que tener unos valores, a los cuales se les ha venido dando menos peso por los afanes comerciales”. Lo peor de todo, agrega Londoño, es que hasta ahora solo se conoce el caso de CDO.