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Narcotráfico

¿El comienzo del fin?

La captura del hombre que le cuidaba la espalda al narcotraficante Diego Montoya puede ser definitiva para que la guerra entre los carteles del norte del Valle del Cauca por fin termine.

27 de marzo de 2005

En la mafia hay conmoción. No es para menos. Poco antes de las 5 de la tarde del pasado 18 de marzo un grupo de oficiales de la Policía arrestó en el norte de Bogotá al hombre más importante de la estructura del narcotraficante del norte del Valle del Cauca Diego Montoya, alias 'Don Diego'. Se trata de Carlos José Robayo Escobar, conocido en el mundo del hampa con el alias de 'Guacamayo'.

Aunque inicialmente no pudo explicar de dónde había sacado la lujosa camioneta BMW en la que se movilizaba, el costoso reloj Rolex con incrustaciones de diamante o las razones para portar una pistola y 60 balas, Robayo estaba seguro de que iba a engañar a las autoridades como lo había hecho desde hace varios años. Al fin de cuentas había pagado una gruesa suma de dinero para desaparecer cualquier rastro de su verdadera identidad de los archivos de la Registraduría y conseguir una nueva cédula a nombre de otra persona. Además estaba convencido de que, a pesar de ser el hombre más cercano de uno de los jefes del cartel del norte del Valle, el relativo anonimato con el que había desarrollado sus actividades criminales era una razón suficiente para creer que se iba a escapar. Pero no contaba con que los oficiales que lo detuvieron estaban tras su pista desde hacía cinco años, y no sólo estaban completamente seguros de su identidad sino que habían seguido paso a paso su extensa carrera delictiva.

De acuerdo con los registros de las autoridades, Robayo comenzó en el mundo del narcotráfico hace más de una década como un sicario al servicio del capo Hélmer 'Pacho' Herrera. Su habilidad con la pistola y la sangre fría al momento de ejecutar sus crímenes le permitieron escalar posiciones rápidamente en el mundo de la mafia. De simple sicario pasó a dirigir una 'oficina de cobro' de los narcos en Jamundí. Allí conformó una red de asesinos que fue conocida como 'los Pachos'. En poco tiempo, y a raíz de la reorganización del poder en el cartel del norte del Valle, Robayo y sus sicarios terminaron al servicio de Diego Montoya. 'Guacamayo', como ya era llamado, había conformado un ejército de eficaces sicarios y se había convertido en el hombre clave para coordinar la exportación de droga de la organización de Montoya.

Hace tres años, cuando estalló la guerra entre 'Don Diego' y su archienemigo Wílber Varela, alias 'Jabón', Robayo se transformó en un poderoso hombre, clave para Montoya. Fue designado por el capo para dirigir la guerra. Aumentó y extendió su poder militar a varios municipios del Valle, Eje Cafetero e incluso Bogotá, y creó una temida banda de sicarios conocida como 'Los Machos', que se enfrentaron a la banda de asesinos que también formó 'Jabón', llamada 'Los Rastrojos'. Las autoridades calculan que la guerra entre los dos grupos dejó entre 2003 y 2004 más de 1.000 muertos en cinco municipios del norte del Valle.

El año pasado la Dirección Central de Policía Judicial -Dijin-, la Fiscalía y varias agencias antidrogas extranjeras arreciaron la persecución contra Varela, Montoya y sus organizaciones sicariales. Más de un centenar de asesinos de los dos bandos fueron capturados por la Policía, y la presión de las autoridades obligó a los dos capos a esconderse y dejar en manos de sus lugartenientes de confianza el manejo del negocio ilegal y la guerra. La cacería desde entonces ha sido permanente y las autoridades empezaron a apuntar su artillería en acabar con los hombres clave de los dos capos. A comienzos de febrero de este año la Dijin capturó a quien es considerado la mano derecha de 'Jabón', Julio César López, alias 'Ojitos'. La semana pasada el turno fue para el hombre clave de Montoya, 'Guacamayo'. "Así el cartel esté dividido internamente, se está atacando indiscriminadamente como si se tratara de una sola organización", dijo a SEMANA el director de la Dijin, coronel Óscar Naranjo.

Las captura de 'Ojitos' y ahora la de 'Guacamayo' tendrán sin duda alguna una repercusión positiva en la guerra del norte del Valle ya que quedan por fuera de combate los hombres que estaban encargados de dirigirla. Es claro que con el arresto de estos dos lugartenientes, que además han sido pedidos en extradición por Estados Unidos, las estructuras de las dos organizaciones han sufrido un duro golpe. A diferencia de lo que ocurre con los jefes guerrilleros o paramilitares en el mundo del narcotráfico, no es fácil reemplazar a los hombres clave, y eso inevitablemente crea desgaste y gran presión sobre las estructuras mafiosas. Los sicarios no tienen quién los comande y los capos, tanto Varela como Montoya, han perdido a los hombres que se encargaban de cuidarles la espalda. Por eso es posible afirmar que ahora sí puede estarse dando el comienzo del fin de los dos narcotraficantes más buscados del mundo.