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El barranquillero Armando Benedetti es el primer presidente del Congreso elegido por unanimidad: los 102 senadores votaron por él. ¿Un anticipo del unanimismo que vendrá?

ENTREVISTA

"El Congreso perdió el poder"

Armando Benedetti, el nuevo presidente del Congreso, habla del caos de la corporación, de las dificultades que enfrentará en su cargo y de las reformas que presentará Santos.

24 de julio de 2010

SEMANA: ¿Usted es consciente de que llega como Presidente en el peor momento de la historia del Congreso?
Armando Benedetti:
Sí. Es la peor crisis. Al Congreso le ha pasado todo lo malo que ya se ha dicho -parapolítica, trashumancia, clientelismo, constreñimiento armado-, pero el problema es mucho más complejo: el Congreso perdió el poder. Las funciones del Congreso han sido asumidas por otros actores, como las cortes o los medios de comunicación.

SEMANA: ¿Cómo es eso?
A.B.:
Yo pongo en este momento a cinco de mis compañeros senadores a que empiecen a llamar a un ministro, y les contestará en dos o tres días. Pero el director de la revista SEMANA llama y en diez minutos le contestan. ¿Quién tiene el poder?

SEMANA: Pero el poder es mucho más que...
A.B.:
Le pongo otro ejemplo. Si revisa los últimos debates importante del Congreso, el de los 'falsos positivos', las 'chuzadas' del DAS, Agro Ingreso Seguro, las cuentas chuecas del referendo, eso lo sacaron primero las revistas, y a la semana siguiente los congresistas hacían un debate para refrendarlos.

SEMANA: ¿Llegó a ser irrelevante el Congreso en el gobierno de Uribe?
A.B.:
Claro. Y fue un error de algunos pensadores que nunca entendieron que mientras más duro le daban al Congreso, más fuerte hacían al Presidente. Ese Congreso muerto de miedo se despojó de todas sus funciones.

SEMANA: ¿Tenemos, entonces, un Congreso inocuo e innecesario?
A.B.:
Inocuo y eunuco. Hay mucho periodista que cree que el Congreso se fregó por la parapolítica. Y no es cierto. Ese es apenas un capítulo de ocho. El Congreso viene en decadencia desde hace décadas. Y por eso aquí llegan personas sin la importancia y la hoja de vida que necesitamos.

SEMANA: ¿Pero el Partido de la U, al cual usted pertenece, nunca intentó hacer una reforma importante del Congreso?
A.B.:
Totalmente de acuerdo. La única reforma medianamente importante fue la de 2003. Yo, por ejemplo, en esa no estuve de acuerdo con el voto preferente que tanto daño ha hecho. Intenté hacer una buena reforma, pero las condiciones no estaban dadas. Nadie ha estado en plan de cuidar el Congreso. Todo el mundo está en plan de golpearlo.

SEMANA: La presencia en el Congreso de un partido cuestionado como el PIN ¿qué opinión le merece?
A.B.:
Yo no tengo veto para mis pares. Pero el presidente electo, Juan Manuel Santos, dijo que no necesitaba el apoyo de ellos.

SEMANA: Es decir, ¿el PIN no va a estar en la coalición?
A.B.:
Hay una paradoja. Cuando Santos sale elegido Presidente dice "vamos con la unidad nacional". Pero ¿dónde está la unidad nacional en el gabinete? ¿Dónde están los liberales, los del Polo, los uribistas, los de Cambio Radical? La unidad nacional se estrenó fue aquí, en el Congreso.

SEMANA: ¿Eso es un reclamo a Santos?
A.B.:
No. Es para que vean las complejidades de lo que pasa.

SEMANA: ¿Qué significa tener senadoras como Teresita García, que heredó la curul de su hermano condenado por una masacre?
A.B.:
Repito, no tengo capacidad de veto para mis pares. Ellos están ahí legalmente. Con sus actuaciones en el Congreso demostrarán si son cómplices de algo o no.

SEMANA: En teoría el Congreso debe representar a distintos sectores. ¿En Colombia está capturado por intereses particulares?
A.B.:
Ustedes hablan como si estuvieran en Francia. Ser congresista en Colombia es el oficio más difícil del planeta. Primero, tenemos un régimen de incompatibilidades más severo que todo el mundo. Segundo, es el Congreso más castrado en funciones. Tercero, ¿cuáles son las probabilidades de que un congresista la embarre en Francia, que sea corrupto? En Colombia, con narcotráfico y guerrilla, las probabilidades de que alguien esté en el lugar equivocado son de cien a uno. El problema no es que el congresista equis o ye represente a un sector cuestionado, la pregunta es más compleja: ¿por qué está ese sector en capacidad de tener una representación en el Congreso? Insisto: lo de la parapolítica es apenas el síntoma de cosas mucho más graves.

SEMANA: ¿Cómo va a hacer el milagro de cambiar ese panorama tan dramático?
A.B.:
Hay dos primeros retos: uno de ellos es que el Congreso se anticipe a lo que sucede y no espere a que los medios le pongan la agenda. Y el segundo, que haga seguimiento de las leyes. Hay quienes ingenuamente creen que hay que sacar un número abultado de leyes, y por eso aquí se sacan leyes como en una fábrica de salchichas. Cuando Congresos como el de Francia o el de Inglaterra pueden sacar solo una al año, la de presupuesto.

SEMANA: ¿Cómo logró que 101 de 102 congresistas votaran por usted?
A.B.:
Fueron 102. Nunca había pasado. Se alinearon muchas cosas y yo me reuní, uno por uno, con todos los senadores y les hablé de la necesidad de volver a un Congreso digno.

SEMANA: ¿No le da miedo el unanimismo?
A.B.:
No va a haber. El primer día de sesiones se presentaron dos proposiciones y las dos son del control político.

SEMANA: ¿Cómo va a garantizar la independencia del Congreso frente al gobierno?
A.B.:
Con mi personalidad. Yo nunca fui obsecuente con Uribe. Voté la moción de censura al Ministro de Agricultura, defendí la dosis personal, no voté estabilidad jurídica ni las reformas pensional y laboral...

SEMANA: ¿Usted es uribista o santista?
A.B.:
Huy... Santista, porque Santos es uribista.

SEMANA: ¿De verdad cree que Santos es uribista?
A.B.:
Hace 15 días estaban un poco distantes, pero hoy están de amigos... eso es como las relaciones de pareja.

SEMANA: Pero el presidente Uribe mandó un indignado mensaje desde su propio Blackberry cuando Juan Manuel Santos se acercó a personajes políticos que le hicieron oposición...
A.B.:
Es cierto que al Presidente algunos nombramientos no le causaron carcajadas, pero tampoco ha estado tan molesto como dicen. Es posible que se hayan distanciado un poquito, pero nada grave.

SEMANA: ¿Cuál cree que será la mayor diferencia entre los gobiernos de Uribe y de Santos?
A.B.:
Lo que creo es que Juan Manuel va a mejorar muchísimo las relaciones internacionales, porque no es un secreto que el presidente Uribe no acertó en ese campo.

SEMANA: Por eso le dijo "bobo" al canciller...
A.B.:
Me equivoqué en decirle bobo, he debido decirle ineficaz, porque nadie me ha dicho que no lo sea, sino que no debí decirlo.

SEMANA: El primer año de gobierno es propicio para reformas difíciles como la de la justicia...
A.B.:
No me voy a meter con reforma a la justicia. Solo lo haría si las cortes dicen que lo quieren. Yo sé que el gobierno viene con cuatro temas importantes: la estatutaria de salud, la de ordenamiento territorial, el fondo de regalías y la reforma política que vamos a discutir esta semana con la gente que está haciendo el empalme.

SEMANA: Germán Vargas y Rodrigo Rivera suenan para Mininterior ¿Cuál le gusta más?
A.B.:
Los dos son igual de buenos. Lo que sí le pediría a Santos, casi de rodillas, es que se decida rápido porque andamos huérfanos.

SEMANA: ¿Quién está haciendo el empalme?
A.B.:
La gente cercana a Rodrigo Rivera. Eso es lo que sé. ¿Usted no cree que antes del 20 de julio debió haber ministro del Interior?

SEMANA: ¿Habrá uribismo sin Uribe?
A.B.:
Yo nunca creí en el uribismo. Lo que yo sé es que hay un Presidente fuerte, con un liderazgo como nunca antes, pero la gente cercana a él no ha tenido talla política.

SEMANA: ¿El uribismo desaparecerá?
A.B.:
He dicho que el uribismo nunca existió. No hay cuadros, no hay quién lo represente. Estoy hablando de la gente cercana a él.

SEMANA: En su momento, cuando asumió como presidente del Congreso, Fabio Valencia Cossio dijo "o cambiamos o nos cambian"...
A.B.:
Fabio Valencia fracasó. Yo le juro que no voy a fracasar.