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| Foto: Archivo particular

BOGOTÁ

El contrato con la máquina tapahuecos no se detiene

Aunque los organismos de control lo tienen bajo la lupa, la próxima semana entrarán a funcionar dos máquinas más.

28 de mayo de 2014

El polémico contrato para tapar los 220.000 huecos de la malla vial local de Bogotá ha tenido desarrollos inesperados, por decir lo menos. A pesar de que el Concejo de Bogotá y los organismos distritales de control han hallado irregularidades a la contratación, Semana.com conoció que la próxima semana entrarán a operar dos máquinas remalladoras más de la empresa Green Patcher S. A. S. 


La mayoría de pronunciamientos hablan de una aparente irregularidad porque, al tratarse de una obra civil, el proceso se debía someter a licitación pública. Pero, por el contrario, se suscribió bajo el ropaje de ‘ciencia y tecnología’.

Ese contrato, el 638 del 27 de diciembre del 2013, inició su operación con una sola máquina hace aproximadamente dos meses. Según la Unidad de Mantenimiento de Malla Vial Local (UMV) “con esa maquinaria la unidad taparía los 220.000 huecos en sólo seis meses y así saldría del atraso que tiene Bogotá en materia de mantenimiento de la malla vial local”.

Pero varias medidas han torpedeado lo que sería todo un tiempo récord. En primer lugar, la Contraloría Distrital suspendió el mes pasado a la directora de la UMV, para “asegurar la transparencia, la imparcialidad y la efectividad de las investigaciones fiscales en curso al contrato”.

Segundo, la contratación tuvo una parálisis por cuenta de una suspensión temporal que pidió la empresa Green Patcher, al parecer, porque se encontraron fallas técnicas en la emulsión que aplicaron los huecos de la prueba piloto.

Asimismo, Semana.com conoció que la empresa se tardó más de tres meses en iniciar obras porque las empresas aseguradoras le estaban haciendo el quite a la contratación, ya que se generó un pánico por todos los señalamientos que tuvieron desde el inicio. Pero esto no es todo. 

Semana.com conoció, además, que el exactor Juan Pablo Posada, suplente del gerente general, renunció a la empresa porque su madre tuvo algunos problemas de salud.

Debido a esas dificultades, ese el lapso de desarrollo del contrato se extenderá por un tiempo mayor. ¿Cuánto? Fuentes le dijeron a este portal que la fecha tentativa para terminar el contrato es finales de noviembre o principios de diciembre.

Cuando este portal denunció esa contratación, la directora de la UMV en ese entonces, María Gilma Gómez, anunció que serían tres máquinas las que entrarían a operar. “Resulta que la máquina que trae a Colombia Green Patcher, tapa 12.000 huecos mensuales. Por eso decimos que las tres máquinas que ellos tienen, tapan en seis meses los 220.000 huecos de la ciudad”.

Lo que no se tuvo en cuenta es que en ese reducido tiempo sólo se cumpliría si entraban en funcionamiento las tres máquinas desde el principio y se iniciaba obra desde enero, sin tener en cuenta las dificultades ya mencionadas.

Ahora, la respuesta de la entidad es incierta. Según las fuentes consultadas, “que la empresa entre a operar con tres máquinas o que trabajen tres o más obreros no es problema de la UMV, pues lo único que exigen es que los huecos sean tapados en el tiempo estipulado”.

El supuesto adelanto que le hizo la UMV a la empresa para empezar obra, en realidad no ocurrió. La unidad determinó que a la empresa no se le paga el contrato, ni se les da ningún adelanto, sino que se les paga por hueco tapado y con una previa inspección de los ingenieros de la Unidad.

Si los expertos ven que la reparación de los huecos tienen defectos, presentan algún hundimiento o hay una falla de calidad, le notifican a la empresa. Estos hacen los debidos correctivos, la UMV vuelve a inspeccionar y si está bien hecho, le pagan a la empresa por ese hueco. ¿Cuánto cuesta un hueco? 

La división es sencilla. Los 11.800 millones de pesos por los que está suscrito el contrato, se dividen en 220.000 censados por la UMV y eso da el costo del hueco, todo incluido. Es decir, un hueco costaría cerca de 53.600 pesos.

La realidad es que, después de todo este intríngulis, el contrato finalizaría a finales de noviembre o principios de diciembre si es que antes los organismos de control no ordenan suspenderlo. La última palabra es de ellos.