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EL CORRIDO DE 'EL MEXICANO'

La historia de Tupac Amarú, el caballo idolatrado por Gonzalo Rodríguez Gacha, que murió hace dos semanas en Pacho y que será embalsamado para cumplir la voluntad del capo.

30 de mayo de 1994

ES LA TERCERA VEZ QUE SE manda a embalsamar un caballo fino en Colombia: antes lo fueron Don Danilo y Contrapunto. Pero es la primera ocasión en que el encargo se ha hecho para cumplir los deseos de una persona ya muerta. En efecto, mientras para conservar los cuerpos de Don Danilo y Contrapunto las instrucciones fueron dadas directamente por sus propietarios -el empresario Luis Duque, de Girardot, y el comerciante de esmeraldas Víctor Quintero-, en esta oportunidad el embalsamiento se hará por iniciativa de los herederos de Gonzalo Rodríguez Gacha 'El Mexicano', considerado por los organismos de seguridad como el jefe militar del cartel de Medellín.
El cadáver que será sometido al proceso de disección es el del célebre Tupac Amarú, un caballo de color zaino, muerto por un cólico el pasado 19 de abril en la hacienda Chihuahua, que también perteneció al capo. Un taxidermista hará el trabajo en los próximos días, a un precio de 15 millones de pesos, con el fin de colocar al animal dentro de una urna de cristal o en la pesebrera que siempre ocupó. Así concluirá el último capítulo de la vida de Tupac, signada por dos constantes: la fama que consiguió en las pistas de las diferentes ferias, y los dineros del narcotráfico.
Y es que aparte de arrancar aplausos en los concursos, Tupac Amarú despertó en 'El Mexicano' un amor que rayaba en la idolatría. Incluso algunos lo han comparado con el que sentía Calígula, el sanguinario emperador romano, por su propio caballo, al que decidió nombrar cónsul en un acto de verdadera extravagancia. Rodríguez Gacha mantenía a Tupac Amarú como a un rey. Lo alojaba en una pesebrera doble muy cómoda, que tenía dos tipos de piso -aserrín y tapete de caucho- para que permaneciera sobre una superficie mullida que no lo maltratara. La alimentación era ideal: le daba pasto de corte y concentrado. Y la vida amorosa que le proporcionaba, todavía mejor. Tupac disfrutaba de por lo menos 15 ó 20 ratos de placer al mes. Ese era el número de yeguas que cargaba.

GALOPE DE EXCENTRICIDADES
No obstante, esos son apenas unos ejemplos débiles de lo que quiso 'El Mexicano' a Tupac Amarú. Porque lo cierto es que él hizo cosas todavía más excéntricas por su mascota preferida. Cosas que desafiaron hasta el poder del Estado. Una de ellas sucedió en los días siguientes al asesinato de Luis Carlos Galán, cuando los organismos de seguridad, en vista de que no encontraban a Rodríguez Gacha a pesar de los múltiples allanamientos que hacían en sus propiedades, tomaron la determinación de retener al caballo. Sabían que, de conseguirlo, herirían al capo donde más le dolía y lo obligarían a reaparecer y a dejar pistas de su paradero.
Un grupo de soldados se trasladó entonces hasta la pesebrera de Tupac Amarú y empezó a custodiarlo. Pero nada. 'El Mexicano' no dio señales de vida por un tiempo. La razón vino a conocerse más tarde: tan pronto él recibió informes de los operativos de las fuerzas del orden en relación con Tupac Amarú, lo escondió y lo sustituyó en la pesebrera con Altanero, otro zaino parecido. Por ello Tupac Amarú ha sido el único caballo colombiano que ha vivido un tiempo en la clandestinidad.

1.200.000 POR UN SALTO
Tupac Amarú no le dio únicamente satisfacciones y dolores de cabeza a Gonzalo Rodríguez Gacha. También le dio dinero. Y aunque no se sabe a ciencia cierta cuánto, los cálculos más conservadores dejan entrever que no fue poco. Para ello sólo habría que multiplicar el número de yeguas que servía al mes por 1'200.000, que era la suma en pesos que cobraban en los últimos años los herederos de 'El Mexicano'... ¡Más el IVA! Y eso que muchos afirman que la adoración de Rodríguez Gacha por Tupac Amarú llegó a tal extremo que a mediados de los 80 rechazó la oferta de compra que le hizo un pool de empresarios por un valor de cuatro millones de dólares.
Pero independientemente de una oferta de ese monto, la pregunta que se hace la gente es si Tupac Amarú fue realmente un animal de tanta clase. Y a juzgar por los expertos, todo parece indicar que sí. Nacido en el Valle del Cauca y criado por Bernardo Espinosa, Tupac, aunque trochador, descendía de varios de los más importantes ejemplares del paso fino colombiano. Allí se contaban Anarkos, Danilo, Gaucho Rey Cometa y Resorte I, de los que provienen la mayoría de los caballos sobresalientes en las pistas. Poco tiempo después fue adquirido por Camilo Zapata, un presunto narcotraficante cercano a Pablo Escobar, dueño del castillo de Marroquín y quien fue asesinado en noviembre de 1993 en Copacabana (Antioquia). Y luego, hace 10 años aproximadamente, éste se lo vendió a su amigo Rodríguez Gacha.

SHOW DE PASO FINO
Fue por esa época cuando los grandes concursos, invariablemente dominados por los ejemplares de Fabio Ochoa Restrepo, empezaron a girar en torno de Tupac Amarú, que se volvió el show no sólo por su presencia y su paso pulido y rápido, sino sobre todo por una característica bastante inusual: la de ser quizás el único caballo en Colombia que en la prueba de rienda llamada el ocho -por la forma del recorrido que debe hacerse- podía caminar con igual velocidad hacia adelante y hacia atrás. Esta particularidad desembocó muy pronto en que Tupac ganara los dos títulos más codiciados en las pistas, como son el Fuera de Concurso y el Campeón de Campeones. Además, hizo olvidar el defecto que podía ofrecer su pinta, pues, de acuerdo con un viejo refrán de caballistas, "una pata blanca, bueno; dos, mejor; tres, regular, y cuatro, peor".
De cualquier manera, con los dos mejores premios entre el bolsillo, Gonzalo Rodríguez Gacha sintió que se le había cumplido otro de sus sueños de infancia: ser el dueño de un gran campeón. Sin embargo, no fue mucho lo que pudo disfrutar al lado de Tupac -al que para esa época ya le había mandado a componer varios corridos mexicanos-, pues los numerosos atentados terroristas que perpetró condujeron a que las autoridades lo dieran de baja a sangre y fuego, entre Coveñas y Tolú, el 15 de diciembre de 1989. Tupac, por su parte, lo sobrevivió cuatro años. Y no de cualquier manera, pues además de que siguió viviendo en su suite de Pacho, fue objeto, en junio del año pasado, de la celebración de su cumpleaños número 15, a la que asistieron no sólo sus hijos más sobresalientes, engalanados para la ocasión, sino los caballistas más tradicionales de Colombia.