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EL COSTO DE LA BOFETADA

LA DESCERTIFICACION ES UNA INJUSTICIA POLITICA Y MORAL, Y SUS EFECTOS ECONOMICOS ASUSTAN.

1 de abril de 1996

Cuando el presidente Ernesto Samper habló por televisión el viernes pasado a las 7 de la noche, logró lo que no había conseguido a lo largo de los muchos meses que lleva la crisis política del país: poner a la mayoría de los colombianos de su lado. Y es que pocos podrían dejar de compartir su indignación ante el anuncio que horas antes había hecho el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Robert Gelbard, de descertificar a Colombia. La sorpresa fue general. A pesar de que los rumores pesimistas habían venido creciendo en los últimos días, muchos pensaban que el Departamento de Estado estaba cañando al recomendar a la Casa Blanca una descertificación. Resultaba inverosímil pensar que se le fuera a imponer una sanción internacional de esa magnitud a un gobierno que, en tan sólo año y medio, fue capaz de poner en la cárcel a la cúpula del cartel de Cali.El discurso del Presidente fue elocuente y persuasivo, y resaltó una verdad que nadie puede desconocer: Colombia es quizás el país más serio del mundo en la lucha internacional contra el narcotráfico. Por eso la descertificación por parte de Estados Unidos sólo admite una interpretación: es una clara señal de que la administración Clinton quiere tumbar al Presidente de Colombia. Y si bien la presidencia de Ernesto Samper ha ido ganando cada vez más enemigos y detractores, fuera y dentro del país, pocos creían que se mereciera tal afrenta. En relación con el narcotráfico Samper tiene rabo de paja en lo que se refiere a su elección, pero un récord excelente en lo que hace a su gobierno. El promedio de estos dos extremos no daba para una descertificación.

Más que una humillación
Al margen de que la descertificación sea una decisión injusta, sus implicaciones afectan a todos los colombianos que hoy comparten la indignación del Presidente. En el campo político es evidente el desprestigio que implica para Colombia el ser señalado como paria a nivel internacional, al quedar en el mismo saco que Afganistán, Birmania, Irán, Nigeria y Siria. Esta situación debilita aún más la posición internacional del país y reduce el margen de acción de su política exterior.Pero los costos van más allá: muchos se acostaron el viernes con la billetera debajo de la almohada mareados por la incertidumbre económica que flotaba en el ambiente. Para pasar el guayabo, durante el fin de semana algunos se consolaron con el hecho de que la descertificación no había incluido sanciones comerciales. Sin embargo, para otros, lo peor aún está por venir. SEMANA consultó a varios analistas en Washington y en Bogotá acerca de las verdaderas implicaciones de la descertificación y concluyó que, en medio de la incertidumbre reinante, hay razones de peso para ser pesimistas.
Lo primero que sorprende es que todavía no exista certeza absoluta sobre los costos de la decisión del pasado viernes. Los analistas coinciden en que hay dos efectos automáticos garantizados: el retiro por parte de Estados Unidos de la ayuda financiera bilateral a Colombia excepto la destinada a causas humanitarias y la de cooperación en la lucha contra el narcotráfico y su voto negativo en las solicitudes de crédito del país ante el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo _BID_. Sin embargo en los análisis hay diferencias de matiz que pueden ascender a muchos dólares. Para el ministro de Hacienda, Guillermo Perry, "la descertificación no tiene mayores consecuencias económicas. Frente a la banca multilateral la decisión no tiene incidencia, como tampoco la tiene en el campo comercial. Los costos se limitan a la suspensión del 50 por ciento de cualquier nuevo crédito con el Eximbank, que constituye una fuente de endeudamiento casi insignificante para el país". Algunos observadores difieren un poco de la apreciación del Ministro. Si bien es cierto que Estados Unidos no tiene capacidad de veto en el Banco Mundial ni en el BID, en este último su participación es de 30 por ciento, cifra suficientemente alta como para complicarle el caminado a Colombia. De otro lado, fuentes de la embajada colombiana en Washington le aclararon a SEMANA que si bien por el momento se ha perdido el 50 por ciento de los créditos de Eximbank, la pérdida sería total si el 15 de abril el Congreso ratifica la descertificación. Pero, ¿a cuánto ascienden esos créditos? Mientras los abogados contratados por la embajada de Colombia en Washington estiman que se paralizarían todos los créditos del país con esa institución, inclusive los ya aprobados, otros observadores coinciden con Perry en que sólo se verían afectados los créditos nuevos. Ante tal nivel de incertidumbre, funcionarios del gobierno contactaron directamente a las directivas del Eximbank en Washington el mismo viernes para determinar los montos afectados. La respuesta, aunque lacónica, no pudo ser más elocuente: "No sabemos". Los costos realesDe acuerdo con lo previsto en la legislación, los cálculos de SEMANA señalan que los créditos con el Eximbank perdidos por culpa de la descertificación estarían entre 300 y 400 millones de dólares, correspondientes a préstamos destinados principalmente al sector energético en cabeza de Tebsa y Ecopetrol, así como de Ocensa, el consorcio que tendrá a su cargo la construcción del oleoducto que sacará el petróleo de Cusiana al mar. Si bien, como lo ha señalado Perry, las credenciales de estas empresas permiten prever que estos préstamos pueden ser reemplazados por créditos de la banca comercial, lo cierto es que desde ya la descertificación significa un aumento importante en los costos financieros de los proyectos involucrados.Pero los costos automáticos de la descertificación no pararían allí. Mientras los exportadores respiran tranquilos porque no se impusieron sanciones comerciales, algunos analistas consideran que con la descertificación se perdió automáticamente la cuota que tiene el azúcar colombiano en el mercado estadounidense. Sobre esta posibilidad todavía reina la incertidumbre. Mientras directivos de la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar _Asocaña_ señalaron a SEMANA que fuentes de la embajada de Estados Unidos les habían asegurado que la cuota no estaba en juego, funcionarios del Departamento de Agricultura de ese país le advertían a la oficina comercial de Colombia en Washington que la pérdida era inevitable. Sea como sea, la cuota en discusión tan sólo asciende a 5 por ciento de las exportaciones totales de azúcar de Colombia. Además, ante el riesgo de una descertificación, Asocaña se apresuró a agilizar sus exportaciones a Estados Unidos, de manera que el 80 por ciento de la cuota para 1996 ya está colocada en el mercado.De esta manera, cuando se evalúan los costos inmediatos de la descertificación hay que darle la razón a Perry: por ahora los efectos económicos no son sustanciales. Sin embargo aún hay que ver qué actitud toman las agencias internacionales calificadoras de riesgo, cuyo juicio es decisivo para determinar la credibilidad de los inversionistas extranjeros en la economía nacional. Colombia es hoy, además de Chile, el único país de América Latina que tiene una 'calificación de inversión' de las tres agencias más importantes del mundo: Moody's, Standard & Poor's y Duff & Phelps. Esta calificación que se ha ganado con 50 años de estabilidad macroeconómica les dice a los inversionistas internacionales que pueden sentirse tranquilos de invertir en Colombia. Si las agencias calificadoras le retiran su respaldo a Colombia, varios inversionistas extranjeros se irían del país y muchos otros ni siquiera vendrían, y así se abriría un enorme boquete en la balanza de pagos y en la economía nacional. Como dijo un analista a SEMANA: "La descertificación por parte de Estados Unidos constituye un señalamiento fatal para la economía colombiana. Es como si uno tiene sida: si nadie se entera está bien, pero si uno carga colgado al cuello un certificado de laboratorio está fregado".
La punta del iceberg
Pero lo peor de todo esto es que la descertificación de Estados Unidos ha abierto el espacio para que el presidente Clinton aplique, cuando quiera y al ritmo que le parezca, otras sanciones económicas que pueden llevar a la economía colombiana al fondo del abismo. El menú es variado. Por una parte, la Casa Blanca puede retirar en cualquier momento las preferencias arancelarias andinas Atpa que benefician al 15 por ciento de las exportaciones colombianas a Estados Unidos, de las cuales dos terceras partes son flores. Los expertos señalan que, al perder la preferencia, 280 millones de dólares de exportaciones de flores quedarían por fuera del mercado. De otro lado, los productos colombianos pueden perder las ventajas arancelarias del Sistema Generalizado de Preferencias _SGP_ que beneficia a exportaciones por 90 millones de dólares que también saldrían del mercado estadounidense. Lo grave del asunto es que, en pleno debate electoral en Estados Unidos, las presiones de los productores sobre Clinton para retirar los beneficios arancelarios del Atpa y el SGP pueden ser altamente efectivas.Como si fuera poco, existe la posibilidad de que Clinton eleve los aranceles para todos los productos colombianos hasta un nivel de 50 por ciento casi 10 veces el valor de los aranceles vigentes hoy en día, lo que redundaría en un auténtico colapso de las exportaciones del país. Finalmente, el gobierno de Estados Unidos puede decretar un embargo aéreo total a Colombia, acción que no sólo perjudicaría los intereses de Avianca y Aces, sino que aislaría por completo a la economía nacional. En suma, la cuesta de la descertificación apenas empieza para Colombia. Como dijo a SEMANA un alto funcionario económico del gobierno: "Con la descertificación Estados Unidos nos abrió las puertas del infierno, pero no quiere empujarnos todavía...".

LOS MOTIVOS DE CLINTON
Las razones que ofrecio la Casa Blanca para haber descertificado a Colombia van desde la expansión de los cultivos de coca hasta la corrupción de alto gobierno. SEMANA presenta apartes del documento que acompaño la medida.
* Los cultivos de coca siguieron aumentando y en 1995 Colombia se convirtio, apesar de los esfuerzos de erradicación, en el segundo mayor productor de cocaina a nivel mundial, superando a Bolivia.
*Los valientes y patrioticos esfuerzos de la Policia Nacional de Colombia bajo el idoneo liderazgo del general Serrano, y algunos militares, resultan particularmente notables dada la falta de apoyo y compromiso del gobierno.
* La cúpula (del cartel) de Cali sigue manejando su imperio criminal desde la prisión y lá seguridad del sistema carcelario sigue siendo penosamente inadecuada. Uno de los líderes (del cartel) de Cali escapó de una cárcel de máxima seguridad en enero de 1996, con la ayuda de guardias corruptos.
* La corrupción aún abunda a pesar de los esfuerzos de algunos colombianos para desterrarla. El comandante de la Policia Nacional expulsó miles de policias corruptos y el fiscal general Valdivieso tomo medidas para identificar y eliminar actividades ilegales en la Fiscalía y a lo ancho del gobierno. Sin embargo, el impacto positivo de estas acciones fe minado por miembros de la administración Samper, quien acusó públicamente al Fiscal General y obstaculizó su propia política antidrogas".