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‘El desempleo es el problema de este país, no los salarios’

Durante la semana pasada Fedesarrollo fue el protagonista de los medios de comunicación. Su director propuso durante una rueda de prensa bajar el salario mínimo como mecanismo para atacar el desempleo.

14 de agosto de 2000

Durante la semana pasada Fedesarrollo fue el protagonista de los medios de comunicación. Su director propuso durante una rueda de prensa bajar el salario mínimo como mecanismo para atacar el desempleo. Con esta propuesta se verían afectados el 30 por ciento de los empleados colombianos. Semana.Com habló con Juan José Echavarría, director de Fedesarrollo, sobre el tema.

SEMANA: Usted ha sido el protagonista de una gran polémica en los últimos días en Colombia. Tiene que ver con una afirmación en la que usted hacía una propuesta de reducir el salario mínimo.

Juan José Echavarría: Nadie sabe qué ha pasado en Colombia con los salarios. Los salarios en el sector público tuvieron un incremento del 50 por ciento durante los 90. Los de la mano de obra calificada 44 por ciento, la mano de obra descalificada industrial 13 y agricultura 12, y el mínimo se mantuvo constante en ese último año. Los salarios en Colombia han crecido mucho, no tanto el mínimo pero el resto sí. Los salarios reales en Colombia son cuatro veces más que hace 15 años. Los salarios en Estados Unidos son 12 veces más que en Colombia porque el trabajador produce 12 veces más.

El año pasado se cometió un gran error al subirle al mínimo el 16 por ciento con una inflación de 10 por ciento. Y subió el 16 porque el Banco de la República cometió un error al pronosticar inflación del 16 y fue de 10 por ciento. Cuando el Banco de la República pronosticó en 16, los salarios mínimos se acomodaron a esa cifra y el salario mínimo real son los 6 puntos. Eso quiere decir que durante la peor recesión del siglo, que fue la del año pasado, aumentamos el salario real mínimo en 6 puntos. Eso causó 200.000 nuevos desempleados. Lo que yo dije es que debíamos compensar el error del año pasado y tratar de que en los próximos dos años se pueda reajustar el mínimo real de forma que si la inflación sube 10, el mínimo suba 8, para compensar el error del año pasado mientras la economía se recupera. En esencia ese fue el error que cometimos, y muy costoso desde el punto de vista del desempleo, entonces tratemos de compensar el error, ¿cómo? que el mínimo se nivele.

SEMANA: El gran problema de esta propuesta es que afecta a los más pobres.

J.J.E.: El mínimo es un mal sistema para distribuir riquezas. Ese cuento de que el mínimo es el que defiende a los pobres es un cuento mal contado. Lo que Colombia debe hacer más bien es moverse en un esquema en el que haya un sistema laboral flexible, pero con una red de apoyo social. Si lo que nosotros queremos es defender a los pobres entonces seamos serios. Salud educación y plata a los pobres, plata del presupuesto nacional para la gente que está más sobada, como está haciendo Europa. Dejémonos de echar mentiras, el mínimo lo que de pronto está haciendo es enredando la pobreza en Colombia. Cuando se sube el mínimo mucho, como está pasando en Colombia, los empleadores dejan de emplear gente porque es más costoso, esa gente presiona la baja del salario del mercado interno y se soban los que están en peores situaciones en este país. En los últimos cuatro años el mínimo se creció, la pobreza absoluta se creció y el desempleo se creció, entonces el mínimo es un mal mecanismo para bajar la pobreza aquí en Colombia.

SEMANA: No es que el salario mínimo vaya a solucionar el problema de pobreza. Pero lo cierto es que la gente que está empleada por el salario mínimo no le alcanza para vivir. ¿Si el actual salario no alcanza cómo lo van a bajar?

J.J.E.: Nosotros no estamos hablando de bajar el salario mínimo. Estamos hablando de compensar un error que se cometió y no nos interesa perjudicar a la gente. Nos interesa es que cuando eso crea desempleo, pues se debe remediar el error. Después de la crisis asiática los salarios en Corea cayeron el 10 por ciento, en Tailandia el 40 por ciento, pero al año Corea estaba creciendo al 7.

SEMANA: Se sabe que Colombia tiene un sistema laboral muy inflexible. Para una empresa es muy costoso contratar a alguien. ¿No cree usted que antes de pensar en el salario mínimo se debe atacar este tipo de cosas?

J.J.E.: Por eso digo que nosotros estamos hablando de un montón de cosas. Yo puse el tema del mínimo porque es en el que nos están atacando, pero nosotros hablamos de muchas cosas más, de otros temas importantes, como de que el mercado laboral sea flexible y que saquemos la pobreza de donde toca. Las mujeres, por ejemplo, necesitan jornadas flexibles porque deben estar en su casa cuidando a sus hijos y después trabajar. Hay estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que muestran que el sistema laboral colombiano es uno de los más rígidos del continente. Entonces hay que hablar de puestos temporales, y se está haciendo en Europa y en Paraguay. De acuerdo, hay que hacer todo lo que esté al alcance para flexibilizar el mercado laboral.

SEMANA: ¿Cree usted que se está ayudando a los pequeños y medianos empresarios para que les sea más fácil contratar gente?

J.J.E.: No, porque el mercado laboral colombiano es totalmente inflexible y tiene mucho que ver en parte por las cargas prestacionales; es que las cargas prestacionales son altísimas con relación al salario, es mucho más costoso que frente a otros países. En Colombia la negociación sólo del mínimo cubre al 30 por ciento de los asalariados del país, entonces eso indica que un salario que debe ser negociado por la oferta y la demanda en un mercado está determinado por las negociaciones entre sindicato y gobierno, y eso es un problema. El tema del salario mínimo afecta sobre todo a los grupos jóvenes de bajos recursos desempleados, de la pequeña y mediana empresa.

SEMANA: ¿Cree usted que es más importante el tema del empleo al de los bajos salarios?

J.J.E.: El desempleo es el problema fundamental de este país, más que la violencia. Lo que ha pasado en Colombia en los últimos dos o tres años es que el desasosiego que está viviendo la gente tiene que ver con el tema del desempleo, es algo que no había ocurrido antes. Tenemos un desempleo del 20 por ciento y está concentrado en los jóvenes, en los grupos de bajos ingresos y en una ola calificada consecutiva. El desempleo de los jóvenes descalificados es de 62 por ciento. Hay un trabajo de la Universidad Nacional que muestra una correlación directa entre grupos desempleados jóvenes de bajos ingresos con la violencia, lo cual es obvio.

A los colombianos les tienen sin cuidado los bajos salarios mientras que les preocupa enormemente el desempleo, según se ha demostrado en varias encuestas. Eso quiere decir que el colombiano piensa como la famosa frase de Krutman: "Es preferible un empleo de baja calidad, mal remunerado a no tener empleo". No estamos en un país como Suiza, estamos en un país que se está acabando, que se está quebrando.

SEMANA: ¿Cree usted, entonces, que arreglando el problema de los salarios se puede solucionar el tema del desempleo?

J.J.E.: Para solucionar el problema del desempleo en este país no basta con hablar de salarios, se necesita pensar en reactivar la economía. Desde 1999 hay una crisis que ha expulsado un montón de gente a la calle, sobre todo gente de bajos ingresos, gente que trata de buscar empleo desesperadamente, y eso dispara más el desempleo. Fedesarrollo realizó una encuesta social que muestra la crudeza de lo que está pasando con grupos de bajos ingresos. En el 29 por ciento de los hogares entrevistados al menos un miembro del hogar perdió el empleo, el 70 por ciento tiene mucho temor a quedar desempleado. La reactivación no se va a dar hasta que la gente no esté segura de que no va a perder el empleo. El desempleo es el problema de este país, no los salarios. Se necesita crear 600.000 empleos por año. Debería plantearse un plan nacional contra el desempleo en el que participen todos los agentes involucrados. El gobierno con un plan de choque para crear empleos adicionales, los partidos políticos y el Congreso para garantizar la viabilidad de las reformas, las centrales obreras para permitir acuerdos que no lleven a aumentos desmedidos de salarios en los próximos dos o tres años, el sector privado, por ejemplo, para contribuir a los problemas de choque del gobierno metiéndose la mano al bolsillo, el cese de hostilidades contribuiría sin duda a lograr la paz. Un mundo donde todos comiencen a moverse un poquito.

SEMANA: Eso es lo más justo, pero desafortunadamente en este caso quienes estarían sacrificándose serían quienes ganan un salario mínimo, y estamos hablando del 30 por ciento de los empleados en Colombia. Durante esos tres años de reajuste la gente que gana el salario mínimo se vería tremendamente afectada.

J.J.E.: Claro. Así como se vio beneficiada hace un año, se vería perjudicada en estos dos o tres años. Pero la idea de fondo es volver al nivel que estábamos al comenzar la recesión porque no hay porqué subirle a los salarios cuando hay recesión. Ahora, si después de un plan de choque del gobierno se reactiva la economía y se puede hablar de ese tema, pues lo hablamos. Lo claro es que hay un grupo de desempleados que va a explotar este país, y no más bobadas, porque lo que llevamos es una línea de bobadas, pero nadie dice nada, y cuando uno dice las cosas claras aparece Echavarría como el gran reaccionario que quiere acabar al trabajador.

SEMANA: Yo tengo una mirada desde el ciudadano común y corriente. A los empleados públicos no les aumentaron el salario el año pasado, ahora se puede bajar el salario mínimo. Mientras tanto, a los congresistas y a los altos directivos del Estado les hicieron un incremento del 15 por ciento. ¿No cree usted que eso es muy injusto, más si se compara un salario de 260.000 pesos frente a uno de 10millones o 15 millones?

J.J.E.: El punto que expongo y que considero es fundamental no es contra los salarios mínimos, es contra los salarios. Es decir, ojalá a la gente que más gane se le dé más duro, no sé cómo se hace, lo que pasa es que el único salario que es regulado por ley es el que cubre al 30 por ciento de la población. Es el salario promedio de Colombia el que se está regulado por ley, es que estamos tocando el salario de la gente más pobre, estamos tomando el salario de un montón de gente. Ojalá los de los más ricos bajen más, eso sería el mundo ideal.

SEMANA: ¿Cómo ve la propuesta de salario integral?

J.J.E.: A mí me gusta todo lo que sea flexibilidad laboral, todo.

SEMANA: ¿Cree usted que sería efectivo para atacar el desempleo en cifras reales?

J.J.E.: Sobre eso hay muy pocos cálculos. Yo creo que hay algunas cosas que ha hecho Mauricio Cárdenas, pero yo creo que ninguno de esos efectos solo tiene mucho impacto.

SEMANA: Usted ha dicho que su propuesta sería más efectiva dentro del tema de las exportaciones y las zonas francas. ¿Por qué?

J.J.E.: Uno quisiera ver reactivación, un crecimiento del PIB, porque creciendo al 3 por ciento no vamos a hacer nada. Quisiera ver políticas hacia sectores intensivos en empleo, que son los sectores exportadores, sectores de la construcción, y dentro de exportación, sobre todo zonas francas. Este sector tiene la gran crítica de que no califican mano de obra pero tiene gran beneficio en que emplea un montón de gente. En Colombia hay 600.000 nuevos trabajadores que no tienen empleo.

SEMANA: Según su propuesta de reajustar el salario mínimo, ¿puede ponerla en cifras para saber cuánto ganarían los trabajadores en los próximos tres años?

J.J.E.: Para compensar el error del año pasado, durante los próximos tres años habría que ajustar el salario mínimo con la inflación a un crecimiento al 8 por ciento cada año. El salario mínimo hoy es de 260.000 pesos, para 2001 sería de 280.800, para 2002 quedaría en 303.260 pesos y, finalmente, en 2003 el salario mínimo sería de 327.520. Esto es en el caso de que la economía no se reactive.