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El desenroque

Hace 20 años se comenzó a tejer la telaraña que terminó en la formación del Grupo Empresarial Antioqueño. Hoy busca socios para meterse a las grandes ligas latinoamericanas.

7 de febrero de 2000

A mediados de la decada de los años 70, ante las amenazas de tomas hostiles por parte de los grandes grupos económicos de la época (Grancolombiana y Santo Domingo), un puñado de empresarios antioqueños se sentó y decidió entrelazar sus compañías —Suramericana, Cementos Argos y la Compañía Nacional de Chocolates— para protegerse de terceros. Cada empresa se convirtió en accionista de las otras de tal suerte que el control siempre estuviera en manos antioqueñas. Ahí nació el Sindicato Antioqueño, grupo empresarial que ha llegado a convertirse en el más grande del país y que hoy en día tiene ingresos equivalentes al 8 por ciento del Producto Interno Bruto y emplea más de 83.000 trabajadores en 126 compañías, abarcando sectores que van desde los servicios de telecomunicaciones hasta fábricas de pastas, pasando por una gran gama de productos y otros servicios. Este modelo sin duda fue muy exitoso durante la década de los 80 y comienzos de los 90, cuando la economía era cerrada y no existían la competencia ni las oportunidades de inversión globales. Según el presidente de Suramericana, Nicanor Restrepo Santamaría, “la diversificación del Grupo se generó principalmente como consecuencia de la expansión de nuestros negocios en una economía cerrada, en donde mayor inversión implicaba mayor diversificación. Otras causas son las inversiones cívicas y las daciones en pago de nuestras entidades financieras”. Con la apertura y la globalización todo esto cambió. Ahora no sólo los grupos económicos pueden invertir en el exterior sino que los extranjeros pueden invertir a través de ellos en el país. Por esta razón el Grupo Empresarial Antioqueño desde hace unos años ha venido revaluando su esquema de inversión con miras a convertirse en un conglomerado empresarial verdaderamente especializado y global. Y ya comenzaron. Para empezar, se está dando un vuelco generacional en sus directivas. Juan Manuel Ruiseco reemplazó a Adolfo Arango en la presidencia de Cementos Argos, Fabio Rico —presidente de la Compañía Nacional de Chocolates— dejó su cargo, el cual será ocupado por un representante de las nuevas generaciones durante los primeros dos meses de 2000, y a Nicanor Restrepo le quedan dos años para su retiro de acuerdo con las políticas del mismo Grupo. Personas como José Alberto Vélez —recientemente nombrado presidente de Suramericana de Seguros, Suramericana de Seguros de Vida y Suramericana de Capitalización—, Gonzalo Restrepo —presidente de Almacenes Exito—, Carlos Piedrahita —presidente de Corfinsura—, Jorge Londoño —presidente de Bancolombia— y Carlos Mario Giraldo —presidente de Noel— se perfilan como algunos de los directivos con mayor futuro dentro de la organización. Este último tiene menos de 40 años y los otros no pasan de 50. Nueva estrategia Además del revolcón en las altas esferas del conglomerado, para hacer frente a la nueva arquitectura de negocios a nivel mundial, el Grupo Empresarial Antioqueño ha tomado varias decisiones estratégicas con respecto al futuro de sus negocios. La primera de ellas es que la estructura básica que lo ha caracterizado —el enroque accionario entre Suramericana de Inversiones, la Compañía Nacional de Chocolates y Cementos Argos— se mantiene tal y como está en la actualidad. Es decir, las decisiones estratégicas se seguirán tomando por consenso y no habrá un líder claro y absoluto. Esta decisión obedece a que desenrocar las participaciones accionarias de las tres grandes empresas no solamente es una tarea casi imposible sino que el estilo de negocios del Grupo Antioqueño siempre ha procurado no concentrar poder en una sola persona. De ahí que todas sus compañías sean públicas —cotizan en las bolsas del país—, todas las juntas directivas tienen asesores que no pertenecen a la organización y los auditores de las mismas son externos con el fin de controlar correctamente el uso del poder. La segunda gran decisión que se ha tomado es la de concentrarse en sus negocios principales en lugar de seguir diversificándose. La idea es que el Grupo se vuelva un jugador importante a nivel latinoamericano en las áreas de servicios financieros, seguros, alimentos, cementos, construcción y comercio. Los negocios de alimentos se concentrarán bajo la propiedad de la Nacional de Chocolates, los de cemento y construcción bajo Cementos Argos y los servicios financieros, seguros y comercio dependerán de Suramericana. Aquellas compañías que no estén dentro de estas categorías podrán ser puestas en venta. Lo anterior quiere decir que las nuevas inversiones se realizarán bajo una sola de las tres cabezas —en otras palabras, la plata saldrá de Suramericana, Argos o Nacional de Chocolates pero no de las tres al tiempo, como sucedía en el pasado—. Esto significa desenroque en la base mas no en la cúpula. La tercera gran decisión es la de expandir sus negocios a través de alianzas con grandes jugadores internacionales en lugar de hacerlo a través de su caja interna —de por sí disminuida por la situación de recesión del país— o de deuda. La asociación con empresas multinacionales no solamente obedece a decisiones financieras, sino que los conocimientos de otros mercados y del negocio mismo que necesita el Grupo para consolidarse a nivel regional son mucho más fáciles de conseguir con socios que sin ellos. De ahí que ya se hayan anunciado varias alianzas con diferentes compañías que durante 1999 representaron inversiones de extranjeros por un monto cercano a 360 millones de dólares —en particular en el negocio de alimentos— (ver recuadro). Los socios —como ya ha sucedido— no entran a formar parte de las tres compañías de la cúpula sino que lo harían en holdings de segundo nivel creadas para tal efecto, en empresas individuales —como lo hizo la International Finance Corporation en Corfinsura recientemente—, o generando nuevos negocios —como lo hicieron Danone y Noel—. Mercado mundial Estas tres decisiones fundamentales que enmarcarán los futuros negocios del Grupo están encaminadas a cumplir el objetivo último de la organización: convertirse en uno de los principales conglomerados a nivel regional —de la talla de la mexicana Cemex, los argentinos Techint o Pérez Companc, o Copec, de Chile—. De ahí la necesidad de cambiar su estrategia radicalmente. Y el enfoque de sus ventas también. Una de las variables que más importa a las directivas del Grupo son las ventas al exterior. Durante 1999 se exportaron más de 450 millones de dólares —lo que representa alrededor de 6 por ciento de los ingresos totales—, cifra mucho mayor que los 90 millones de 1998. La organización espera duplicar los actuales 450 millones a la vuelta de cinco años. Según Restrepo, este es uno de los principales enfoques del nuevo Grupo Empresarial, y las ventas al resto del mundo durante el año anterior fueron en gran medida responsables de proteger a toda la organización contra la recesión que se vivió en el país. El Grupo Empresarial Antioqueño ha adoptado una estrategia que otros conglomerados económicos —en particular el Grupo Empresarial Bavaria— también están adoptando consolidarse y globalizarse. Sin duda alguna ellos han entendido que en el mundo de los negocios de hoy el que no se globalice no sobrevive.