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EL DESPELOTE DEL IVA

A pesar de que la supuesta ola alcista es lo que más controversia ha causado, el IVA tiene otros lados flacos.

14 de mayo de 1984

La sigla había estado zumbando en los oídos de los colombianos desde principios del año, pero todos parecían mirar con cierta indiferencia lo que hasta ese momento no era para ellos un problema. Sin embargo, cuando en su discurso del domingo 1° de abril, el Presidente Belisario Betancur le dedicó al Impuesto al Valor Agregado, I.V.A., cerca de 50 minutos de una alocución de hora y media, la gente comenzó a pensar que se trataba de algo importante, si no grave. Durante las semanas anteriores, el enfrentamiento que, sobre ese tema, habían protagonizado el gobierno y la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, a través de los medios de comunicación, había sido observado a distancia por el grueso público que, sólo en los primeros días de abril, al entrar en vigencia, habría de comenzar a sentir en carne propia los efectos de una de las más trascendentales medidas tributarias de los últimos años.
Los consumidores, que habían estado escuchando los rumores sobre una eventual ola alcista a raíz de la implantación del IVA, respiraron un poco de calma al oír al Presidente por la televisión, pero a la semana siguiente, comenzaron a observar que algunos precios, inclusive uno que otro de artículos de primera necesidad, subían alrededor de un 10 por ciento. Para muchos fue extraño que se dieran alzas en el calzado, la ropa, los jabones, el papel higiénico y hasta los dentífricos, cuyo uso constante había promovido el propio Betancur en una segunda alocución esa misma semana al hablar sobre la salud dental.
La primera reacción del público fue de desconcierto. En numerosos almacenes, los comerciantes estaban aplicando alzas automáticas alegando que el IVA los estaba afectando y que no tenían más remedio que trasladar la carga al consumidor. Entre tanto en los periódicos, el debate gobierno-Fenalco subía de tono y mientras hacía carrera la frase del Presidente sobre que algunas declaraciones de las directivas del comercio "rayaban en el Código Penal", Fenalco calificaba la política fiscal como "orientada a incrementar las cargas más que a racionalizar el uso de los fondos recaudados". A todas éstas y pese al alud de propaganda gubernamental sobre el IVA, nadie parecía tener una idea clara de qué era y cómo se aplicaba la nueva forma del impuesto a las ventas. Pocas personas tenían claro que se trata de un impuesto que busca gravar todos los pasos de la cadena productiva y distributiva de las mercancías, desde la materia prima hasta la venta final al consumidor. El cobro del impuesto se debe hacer en teoría sobre el valor que cada etapa de la cadena le añade al precio del producto, con el fin de gravar no sólo a productores e intermediarios sino incluso al comerciante al detal.

OJOS QUE NO VEN
Al principio, los dardos más agudos que recibía el gobierno en contra de la medida eran los de quienes aseguraban que se trataba de un impuesto alcista, que perjudicaría directamente al consumidor, y presionaría sobre la inflación. Por su parte, el gobierno insistía en que no debía haber mayores alzas, pues el impuesto a las ventas no era nuevo y simplemente ampliaba la base gravable, cuidándose de no afectar los precios del 90 por ciento de los productos de la canasta familiar. Con este argumento, el gobierno pretendía alertar a la gente en contra de los especuladores que, según él, podrían tratar de aprovecharse de la medida para su propio beneficio. Este hecho indignó a Fenalco que protestó porque la campaña de publicidad oficial sobre el IVA se basaba en "la presunción generalizada e irresponsable de que los consumidores serían engañados por los comerciantes a partir del 1° de abril".
El presidente de Fenalco, Juan Martín Caicedo Ferrer, quien por cuarta vez se enfrentaba al gobierno (ver recuadro), fue aún más lejos y llegó a decir que el gobierno quería ocultar al consumidor las alzas que se producirían por cuenta del IVA, al no exigirle al vendedor que discriminara en su factura al comprador el monto del sobreprecio correspondiente al nuevo impuesto. Caicedo dijo, en su discurso del Congreso Extraordinario de su gremio, que "la decisión adoptada desde un comienzo, en el sentido de impedir al comerciante la discriminación del impuesto en su factura, nos hizo llegar a la fácil conclusión de que nuestro sector sería utilizado a la postre, como chivo expiatorio de la nueva realidad fiscal". La idea del gobierno, según la interpretaba Fenalco, era que el consumidor, al no ver en sus facturas el IVA discriminado, culpara al comerciante de especulador y no al nuevo impuesto por el alza en el artículo.
Cierta o no la acusación de Fenalco, la verdad es que el gobierno parecía haberse quedado corto en sus explicaciones sobre las distintas formas de aplicación del IVA. Aunque a juicio de los especialistas, el Impuesto al Valor Agregado no debía contribuir más que en un 2 o 3 por ciento al incremento general del costo de la vida, las equivocaciones de los comerciantes confusos podían estar generando alzas mucho mayores. En efecto, aunque en la etapa del comerciante el IVA debe gravar solamente el valor agregado por aquél al precio de la mercancía, en muchos casos, los expendedores estaban aplicando el porcentaje del impuesto al precio total del artículo. O sea que un cenicero que el comerciante habia adquirido a 70 pesos para vender a 100, debía tener un IVA de 3 pesos, correspondiente al 10 por ciento de los 30 pesos de valor agregado por el expendedor; y no, como estaba sucediendo, que el 10 por ciento se aplicara a los 100 pesos de precio del cenicero, lo que generaba un impuesto de 10 pesos, en vez de 3. En el primer caso, el cenicero terminaba costando al consumidor 103 pesos; y en el segundo, 110 pesos. De generalizarse este problema, el alza general podía llegar a ser el 10 por ciento y no del 3 por ciento, como lo preveían los especialistas.
Para algunos, esta supuesta ola alcista no se generaba por la desinformación de los comerciantes, sino porque ellos, tradicionalmente, se habían dedicado a sacar provecho de cualquier circunstancia confusa para elevar los precios. Sin embargo este argumento perdía peso si se consideraba el hecho de que ningún tendero estaba dispuesto a elevar los precios arbitrariamente, a riesgo de pasarle sus clientes al vecino. Para Fenalco ese argumento podía mostrar cuán equivocada estaba la campaña del gobierno: "En nuestro país es muy amplia la competencia que existe en el sector comercial, realidad que impide el abuso en los precios, y si alguien pretendiera cobrar valores superiores a los normales, simplemente se quedaría fuera del mercado, pues los consumidores no comprarían a esos precios excesivos".

LO BUENO, LO MALO Y LO FEO
Sin embargo, aunque el problema de las alzas es el que más polvo ha levantado, los economistas le encuentran al impuesto otros lados flacos y mucho más complicados, que pocas personas entre el público en general han destacado. Para el hombre de la calle, aparte de las alzas, sólo algunos aspectos, más anecdóticos que de fondo, parecen ser los más preocupantes, en parte porque se trata de aquéllos que más han destacado los medios de comunicación: la gente se ha dedicado a discutir si el dentífrico, las toallas sanitarias y el papel higiénico son o no artículos de primera necesidad, ya que han sido gravados por el impuesto. Otros, un poco más informados, se la pasan discutiendo sobre que los hoteleros han sido gravados dos veces, o sobre los beneficios que recibirán las tarjetas de crédito con la medida. Ni siquiera los niños se han librado de la moda de hablar sobre el IVA (ver recuadro): para ellos, no deja de ser absurdo que mientras cuadernos y libros estén exentos del impuesto, los lápices, de tan corriente uso, estén gravados. La polémica llegó incluso a los círculos de abogados, y entre ellos, el famoso "tumbadecretos" César Castro Perdomo, interpuso una demanda ante la Corte sobre la inconstitucionalidad del decreto que implantó el IVA.
Pero para los analistas económicos, los principales dolores de cabeza que pueden surgir del impuesto, se encuentran por los lados de la recesión económica y la evasión fiscal que probablemente lo acompañen. Todos parecen estar de acuerdo en que el gobierno, al borde del abismo a causa del incesante crecimiento del déficit fiscal, no tenía otro camino que buscar más ingresos. Ante la crisis del comercio exterior, era claro que el remedio debía buscarse internamente. Otros países latinoamericanos, entre ellos México, Brasil, Argentina y Perú, han tenido que implantar un impuesto al valor agregado de algún tipo en situaciones similares, cuando han afrontado graves crisis fiscales y el comercio exterior no ha estado en su mejor momento. Además, los resultados en buena parte favorables que la medida ha alcanzado en otros países del continente, pudo haber alentado al gobierno nacional a establecer el IVA.
Pocos discuten entonces que el IVA haya sido impuesto. Pero lo que sí parece estar sobre el tapete, son las características con las que este impuesto ha sido implementado en el país, y lo afortunado o no del momento en que la reforma ha tenido lugar.

Hay IVAs de IVAs y Colombia parece haber elegido una de las formas más complejas de impuesto. Las críticas más severas, se centran en la inclusión de los pequeños comerciantes en el gravamen. En efecto, según Fedesarrollo, "la experiencia de extender el impuesto sobre las ventas hasta el comercio en detal ha sido exitosa solamente en países desarrollados los cuales se dan simultáneamente tres factores que no se presentan en Colombia. 1- Una considerable concentración de la actividad comercial a través de las grandes cadenas de almacenes de departamento y supermercados. 2- Una gran capacidad de la administración tributaria. 3- Un grado importante de moral cívica y tributaria por parte de los contribuyentes". Lo que Fedesarrollo teme, es que la ampliación del número de contribuyentes difíciles de controlar (la medida quintuplica el número de responsables del impuesto), se le convierte al fisco nacional en un elefante blanco que a la postre, puede estarle abriendo nuevos caminos a la evasión "con efectos desfavorables sobre la moral tributaria del país". De hecho, la mayoría de los paises latinoamericanos que aplican el IVA, se han cuidado de excluir del mismo a los pequeños vendedores. Y muchos de ellos ni siquiera cargan al hombro el problema extra de contar con tasas diferentes, que si incluye el impuesto colombiano. Esta última característica también la tienen los impuestos sobre las ventas en Argentina y en Uruguay, y su, implementación se explica en el afan de contrarrestar los efectos alcistas del impuesto, y defender de ellos a las clases de menores ingresos. Pero a juicio de muchos, las dificultades que la misma conlleva, deberían obligar al gobierno a ser mucho más cuidadoso, y a no echarle más leña a la candela por otros frentes.
Por otro lado, el hecho de que se haya aumentado el gravamen sobre varios insumos industriales, hace que los expertos esperen con desconfianza posibles efectos recesivos de la medida. Para la mayoría de estos bienes, la tasa impositiva se vio incrementada del 6% al 10%. En momentos en que la reactivación económica apenas repunta, esto puede generar problemas serios. Para contrarrestar un probable repliegue de la industria privada, el gobierno tendría que estar en condiciones de aumentar la inversión pública considerablemente en el futuro inmediato; lo que a juicio de muchos, es poco viable. Por eso se arguye que la medida ha sido precipitada. De hecho, países como España, con economías menos golpeadas y un sector público más fuerte, le dedican bastante tiempo a "prepararse" antes de imponer una medida semejante (España lleva ya 12 meses "alistándose") .
Sumando y restando pros y contras, el balance sobre el IVA parece depender de su capacidad para aliviar las empobrecidas arcas estatales. Sin embargo, la justificación a los conflictos y los riesgos que acarrea el IVA no podrá verse muy claramente en el futuro próximo. Aunque según los cálculos de Fedesarrollo el IVA habrá de incrementar en un 50% el recaudo interno del país, la difícil situación del comercio exterior, seguirá presionando negativamente sobre el fisco. En 1983, los ingresos nacionales por impuestos internos fueron de 39 mil millones de pesos, y se espera que con el IVA, éstos sean de 60.500 millones en 1984. Pero por concepto de impuesto de aduana, que el año pasado le aportaron al país 21 mil millones de pesos, no se recibirán más de 22 mil millones en el 84 según pronósticos de la misma institución. Así, los ingresos totales sólo crecerán de 61 mil millones a 82 mil millones de pesos. Es decir, un aumento de 21 mil millones de pesos, que difícilmente puede constituirse en alivio de un déficit fiscal que muchos pronostican cercano a los 150 mil millones de pesos.

LOS NIÑOS OPINAN
Con el fin dé sondear hasta dónde había llegado el impacto de la polémica sobre el IVA, SEMANA buscó la opinión de estudiantes de bachillerato de un colegio de Bogotá. Allí pudo comprobar que un 70 por ciento de los niños encuestados, tenían una idea más o menos clara sobre la discusión alrededor del IVA. Estas son algunas de las respuestas que obtuvo el reportero de SEMANA en su encuesta:
Sandra Alarcón Niño, de sólo 11 años definió así el IVA: "Es una organización que ha salido para pagar los impuestos y que cuando uno va a comprar zapatos, ropa, etc., tiene que pagar impuesto, pero no debe pagar impuesto para la canasta familiar". Su opinión sobre el impuesto la resumió de este modo: "Esa por unas partes es bueno porque ayuda en la situación económica del país, pero por otra es mala porque hay muchas personas muy pobres y no pueden pagar el impuesto ". Para María Victoria Cortés, de 15 años, el IVA "no debe ser, ya que a todo se le implantaría un impuesto y asi el costo de la vida pues va a subir mucho más". Diana Patricia Malagón Triana, de 17 años, va mucho más lejos "se trata de un impuesto que piensa precisamente en el bien de la comunidad y muy principalmente a la clase menos favorecida mientras que la clase alta deberá pagar muchos precios más altos si quiere realmente lucir o mostrar algo. El proletario, o persona que trabaja para su supervivencia y para su bienestar no podrá darse esos lujos. Nosotros vemos claramente como por ejemplo un Betamax no es un artículo de primera necesidad pero es de lujo entonces por esto se deberá pagar el 10% sobre mercancias de lujo". Heizel Alvarez, de 13 años, tiene una opinión distinta: "Que el IVA mejora la economía del país pero a las personas de menos recursos económicos, perjudica".

CAICEDO FERRER: PUNTA DE LANZA
La oposición al gobierno de Belisario Betancur ha contado con dos cabezas visibles, una de las cuales curiosamente, no es político. Se trata de Juan Martín Caicedo Ferrer, quien junto al ex canciller Carlos Lemos Simmonds, se ha constituido en uno de los principales contradictores de la actual administración. Desde la presidencia de Fenalco, que ha ocupado en los últimos seis años, Caicedo, un joven javeriano de 41 años, que compartía experiencias periodísticas universitarias con Daniel Samper y Luis Carlos Galán, ha tenido que librar cuatro grandes rounds con el gobierno. El primero, en septiembre del 82, apenas 5 semanas después de la posesión de Betancur, cuando se enfrentó al entonces ministro de Desarrollo, Roberto Gerlein, por la implantación de severos controles a las importaciones que, según el presidente de Fenalco, perjudicaba considerablemente al gremio que representa. El segundo round lo protagonizó a lo largo de buena parte del año pasado, durante la discusión sobre los distintos aspectos de la reforma tributaria. En enero del 84, Caicedo dirigió sus baterías contra el ministro del Trabajo, Guillermo Alberto González, cuando éste encabezó una campaña contra la especulación, después del aumento del salario mínimo. El cuarto asalto lo ha estado peleando estas últimas semanas, después de la implantación del IVA. Sobre los tres primeros enfrentamientos, Caicedo mismo asegura que se ha tratado de "cordiales polémicas". Sin embargo, el cuarto round de su pelea contra el gobierno ha alcanzado un tono definitivamente agrio. Primero, el propio Presidente lo acusó en forma indirecta de estar dando declaraciones contra el IVA que "rayaban en el Código Penal". Luego, él afirma que a lo largo de todo el debate sobre este impuesto "no he tenido la oportunidad de dialogar con el ministro de Hacienda. (Edgar Gutiérrez), pues no nos ha concedido ninguna de las citas que solicitamos antes y después de que entrara en vigencia la nueva medida". Sus constantes apariciones en prensa, radio y televisión han hecho pensar a algunos que Caicedo, quien en épocas anteriores ha sido incluído en listas lleristas para las corporaciones públicas, está buscando un asiento en la mesa de los políticos. El no lo niega rotundamente, pero sostiene que, al menos por ahora, se siente muy bien donde está.