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| Foto: Archivo particular

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El diario del sueco asesinado por las Farc

En Suecia hay conmoción por el triste final de un joven viajero desaparecido hace dos años cuyo cuerpo fue encontrado hace poco en las selvas del Darién chocoano.

7 de junio de 2015

Durante la semana pasada Colombia fue noticia en los principales medios de Suecia. El motivo no era el proceso de paz. El asunto que tenía conmocionados a los suecos era la historia de Jan Philip Braunisch, un joven de 27 años de edad cuyo cuerpo fue encontrado hace pocos días en las selvas de Chocó, cerca de la frontera con Panamá. Aunque pasó casi inadvertida en el país, la noticia cayó como un baldado de agua fría al otro lado del Atlántico. No era para menos.

Desde hace un poco más de dos años la familia de Jan, los medios y las autoridades de su país estaban buscando al joven de quien tuvieron noticias por última vez el 15 de mayo del 2013. Ese día escribió en su blog: “Estoy en Riosucio ahora, en el río Atrato. A partir de aquí no está lejos Panamá. Hay supuestamente muchos caminos de aquí a Panamá. Ya veremos cómo va”. Fue lo último que se supo de él.

Jan había llegado al país a comienzo de mayo. Venía como parte de una travesía que pretendía recorrer nueve países en tres meses. Un viaje que lo llevaría desde Colombia hasta Centroamérica. Desde su llegada el 6 de mayo comenzó a poner fotos y comentarios en su blog sobre las diferentes partes del país por las que iba pasando. Las imágenes de los sitios y las personas que se encontraba están aún allí (Ver blog).

El joven sueco, experto en viajes de aventura y especialista en Matemática, tenía programado regresar a Inglaterra en agosto para terminar un posgrado en la Universidad de Cambridge.

Desconcertados con el paso de los días y las semanas porque no tenían razón de él, en septiembre del 2013 su esposa, Shiwen Gao, viajó hasta Colombia para investigar sobre su desaparición. Los familiares y amigos comenzaron a utilizar las redes sociales y otros medios para tratar de buscar información sobre su paradero. “Edad 27 años, 1,86 metros, 60 kilos aproximadamente, camiseta verde, shorts o pantaloneta a prueba de agua azul oscuro, sandalias, lentes, mochila pequeña. Habla poco español”. Fueron algunas de las señas con las que lo buscaban por medio de carteles que repartieron en las zonas cercanas a Riosucio. El único dato concreto que tuvieron los familiares los inquietó.

La zona en donde estaba Jan era una ruta de traficantes de droga y tenía una gran presencia del frente 57 de las FARCc, comandado hasta hace pocas semanas por José David Suárez, alias ‘Becerro’, que murió en un bombardeo en zona rural de Bojayá. Durante meses la búsqueda resultó infructuosa.

La poca información que lograron recolectar las autoridades locales por medio de algunos testigos señalaba que en el momento de desaparecer, Jan estaba en una embarcación que fue interceptada por miembros de la guerrilla que requisaron los equipajes de sus ocupantes. Encontraron en el maletín del sueco un GPS y varios mapas con rutas. Le preguntaron qué hacía y por qué tenía el aparato y fue acusado de estar haciendo inteligencia en la zona. Creyeron que se trataba de un espía o miembro de alguna agencia extranjera. Después, sencillamente se lo llevaron hacia la selva y nada se volvió a saber de él por meses.

A comienzos de mayo de este año, cuando Jan iba a cumplir dos años desaparecido, miembros de la Comisión de Paz de las FARC en La Habana entregaron los datos de la ubicación del cuerpo del joven al Comité Internacional de la Cruz Roja. Delegados de ese organismo viajaron hasta el sitio señalado y recuperaron los restos que fueron entregados al CTI en Quibdó, el 21 de mayo pasado. “Estaba enterrado en una comunidad indígena de muy difícil acceso”, dijo un investigador en la capital chocoana.

Los restos fueron trasladados a Bogotá para ser analizados y realizar las pruebas de ADN para confirmar que se trataba del sueco. Los forenses corroboraron la identidad y en la necropsia descubrieron que el cráneo estaba fragmentado y que existían lesiones de proyectil de arma de fuego. Hicieron un análisis adicional y sometieron las pruebas a un microscopio electrónico de barrido. Encontraron residuos de disparos. “Eso nos ayuda afianzar la tesis de que murió por un proyectil de arma de fuego”, concluyó uno de los peritos.

A finales de la semana pasada se adelantaban los trámites para entregar a los familiares y las autoridades suecas el cuerpo de Jan, el joven explorador al que las FARC asesinaron al confundirlo con un espía.