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Petro tiene dos opciones. Seguir en el Polo con una dirigencia que no está de acuerdo con sus posturas, o salirse del partido y arriesgarse a perder una sólida plataforma política.

POLÍTICA

El dilema de Petro

Ni el ex candidato ni su partido se sienten cómodos juntos, pero la inminente ruptura podría dejarlos sin piso.

3 de julio de 2010

La 'tregua' entre las dos grandes tendencias del Polo Democrático -la línea blanda que lidera Gustavo Petro y el ala radical que acompañó a Carlos Gaviria en la consulta interna- duró apenas tres meses. Desde el evento 'por la unidad' que tuvo lugar a comienzos de abril, y hasta la semana pasada, no habían vuelto a estallar las profundas tensiones políticas que existen entre el ex candidato a la Presidencia y las directivas del partido.

Pero la semana pasada la calma se volvió pedazos. El florero de Llorente fue la reunión que tuvo lugar el 25 de junio entre Petro y Juan Manuel Santos. Solo pocas horas después del encuentro, la presidenta del Polo, Clara López, hizo pública la indignación del Comité Ejecutivo. Criticó a Petro por haber decidido, sin consultar con el Partido, el encuentro con Santos para discutir temas programáticos.

El problema de fondo es que existe una profunda ruptura entre lo que piensan las bases del partido y lo que quiere la mayor parte de su dirigencia. Clara López califica la actitud de Petro como una "desviación de la línea política de su partido". Lo paradójico es que generar planes de acción con otras fuerzas políticas alrededor de temas como la democratización del agua, la redistribución de las tierras y la reparación de las víctimas fue la base del leitmotiv de la candidatura de Petro. Fue con un discurso apoyado en esos tres elementos que el candidato obtuvo un millón y medio de votos, casi el doble de los que sacó la bancada del Polo en las parlamentarias.

Este nuevo rifirrafe pone en evidencia que todavía siguen vigentes los conflictos entre los tres sectores que han protagonizado divisiones desde hace tiempo. Entre los dos grupos que se enfrentan al petrismo minoritario está, por un lado, el de los llamados 'pragmáticos'. En él se destacan figuras como el senador Iván Moreno Rojas -hermano del alcalde de Bogotá, Samuel Moreno-, el ex senador y ex presidente del Polo Jaime Dussán y Clara López, desde marzo presidenta del partido. El otro grupo es el de los 'radicales', encabezados por Carlos Gaviria Díaz y el senador Jorge Enrique Robledo. Estos últimos consideran que el partido debe declarar su oposición a Santos y están en desacuerdo con los acercamientos de fuerzas políticas que los contradigan en temas como el rechazo al TLC y a la presencia de las bases militares estadounidenses en Colombia.

A los 'radicales' y a los 'pragmáticos' no los unen los temas ideológicos, pero ambos rechazan el discurso y las actuaciones de Petro. Los primeros, porque critican que el ex candidato tienda puentes con fuerzas políticas que no se identifiquen con la izquierda. En la campaña presidencial, se opusieron a una alianza entre el Polo y el Partido Verde para la segunda vuelta. Y ahora, a pesar de que Petro afirma que seguirá en la oposición, insisten en que esta no es compatible con diálogos ni acuerdos con el Ejecutivo. "No puede haber acercamientos con una supuesta unidad nacional que en el fondo es una 'manguala' nacional electoral", insiste Robledo.

A los 'pragmáticos', por su parte, les resultan inaceptables las duras críticas que ha formulado Petro a la alcaldía de Samuel Moreno. En febrero, el precandidato señaló que "la corrupción se está carcomiendo al Distrito", y la semana pasada elevó una solicitud formal a su partido pidiéndole que convoque una comisión para evaluar la contratación pública hecha por los administradores de Bogotá. Con esta actitud, Petro busca consolidar una posición independiente y desmarcarse de la imagen negativa que tiene la administración polista en la capital, donde hasta hace cuatro años estaba su fortín electoral.

Hace un año, cuando Carlos Gaviria renunció a la presidencia del partido para presentarse a la consulta interna por la candidatura presidencial, Petro y el Polo tampoco encajaron. El senador Jaime Dussán ocupó la presidencia transitoria, pero en las elecciones de marzo fue derrotado y perdió su curul, lo que produjo su renuncia. Clara López, secretaria de Gobierno de Bogotá, fue su sucesora y poco después Petro la designó como su fórmula vicepresidencial. Una concesión que, a la postre, no fue suficiente para asegurar el apoyo de las bases amarillas a la candidatura oficial ni para limar las asperezas entre los distintos sectores.

El panorama ahora es muy complejo. Petro tiene un capital político que surge de su elevada votación y del respeto que se ganó entre grupos no simpatizantes de su causa política por la seriedad de sus planteamientos en los debates de la campaña. Y, sin embargo, se enfrenta a una curiosa paradoja: está conectado con las bases y desligado de la estructura del partido. Su fórmula vicepresidencial es hoy su principal contendora; su representación en el Comité Ejecutivo no llega a la tercera parte de los miembros y, por si fuera poco, es el único ex candidato que no está al frente de su partido. Para completar, las instancias estatutarias no parecen estar dispuestas a reconocer los hechos políticos de su campaña y entregarle la dirección. Esta situación le da más fuerza a las últimas movidas de Petro: su acercamiento a Santos y sus nuevas, pero reiteradas, críticas al gobierno de Samuel Moreno.

Hace exactamente un año Petro estaba en una encrucijada similar. Dudó ante el dilema de dar una batalla interna por la candidatura del Polo o plantear una aspiración independiente. Y mientras Lucho Garzón -quien compartía incertidumbres semejantes- se embarcó en el proyecto de 'los Quíntuples' y se salió del Polo, Petro optó por librar la batalla adentro.

Ahora Petro vuelve a calibrar la conveniencia de continuar en el Polo o seguir el ejemplo de su antiguo compañero Lucho Garzón. "Esas son mis opciones: seguir dando la pelea interna con el argumento de que me apoya casi un millón y medio de colombianos; convertirme en un simple militante y dejar de lado la responsabilidad que me dejó mi electorado o simplemente construir otra alternativa", dice.

La alternativa de quedarse significaría asumir el reto de entenderse con una directiva lejana, radical, divergente y poco flexible, a cambio de tener una plataforma política. Por que en este momento, para él, los escenarios externos al Polo no son claros ni promisorios. Su relación con los verdes quedó fracturada, y mientras Enrique Peñalosa -con quien no tiene química política ni ideológica de ninguna clase- esté en ese partido, la figura de Petro será vista con recelo. Allí además hay un sector importante al que su origen de izquierda le quitaría fuerza en el centro del espectro político que busca conquistar. Por si fuera poco, cuatro de los ocho senadores del Polo fueron elegidos con su apoyo, e irse del partido sería dejarlos sin línea política.

Pero, por otro lado, Petro y quienes le hablan al oído saben que seguir dando la pelea en el Polo significa un desgaste en el que difícilmente logrará que sus argumentos sean reconocidos. "Es difícil tener un diálogo racional con mis contradictores internos", insiste mientras repite que quiere seguir en la jugada política. Sabe que por cuenta del desprestigio de Samuel Moreno difícilmente el próximo alcalde de Bogotá será del Polo. Por eso, y por el reconocimiento nacional que logró en la campaña prefiere jugar de nuevo por la Presidencia y reconoce que esta le interesa mucho más que el gobierno de la capital.

Si Gustavo Petro está en su propia encrucijada, sus contradictores en el partido también lo están. Afirman que les preocupa el unanimismo parlamentario que genera el proyecto de unidad nacional de Juan Manuel Santos y se oponen a él y al compromiso que hizo con Petro de avanzar en los temas discutidos. Pero perder a una figura de las calidades intelectuales y discursivas de Gustavo Petro puede ser una mala jugada. El palo no está para cucharas: enfrentar a una coalición santista fuerte y envalentonada, con una bancada polista reducida y dividida, no es propiamente una apuesta fácil, y sería mejor contar con Petro en las filas propias. Lo cierto es que, por ahora, las encrucijadas en el alma que durante meses se pasearon por la Casa de Nariño rondan la cabeza de quien hasta hace unos días fue el candidato del Polo.