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El embajador de España le responde a Salud Hernández Mora

Pablo Gómez de Olea le envió la misiva a la periodista como respuesta a su columna.

29 de marzo de 2020

Salud Hernández Mora, periodista, publicó una columna que encontró respuesta en el embajador de España en Colombia, Pablo Gómez de Olea. "Los españoles, culpables", es el título del escrito. "Deberían meterlos presos. Cada vez que veo al presidente de España y a su vicepresidente, Iglesias, me pregunto por qué Colombia no les pone una demanda internacional por diseminar el coronavirus. Son los principales culpables de que se haya expandido en Madrid a niveles incontrolables y que lo hayan exportado a Latinoamérica", señala.

Tras ese escrito, la columnista publicó otro escrito dando cuenta de cómo fue esa respuesta del diplomático. 

RESPUESTA AL SEÑOR EMBAJADOR DE ESPAÑA

Doctor

Pablo Gómez de Olea

Embajador de España en Colombia

Bogotá, 29 de marzo, 2020

 

Apreciado embajador,

Antes que nada, aclaro que le respeto como el excelente funcionario que es. También debo precisar que, en España, con contadas excepciones, el servicio exterior es de carrera. Significa que usted y sus compañeros se graduaron en la Escuela Diplomática y avanzan conforme a un escalafón establecido. Por tanto, no le deben el cargo a ningún Presidente. Su trabajo consiste en defender al país antes que al gobierno.

Por eso me sorprendió que contestara una columna de opinión con un titular, y eso lo reconozco y pido disculpas, muy agresivo (“Los españoles, culpables”). Pienso que, como española que soy (también colombiana), tengo autoridad moral para afirmarlo, aunque debí concretar en el titular que los mayores culpables son Pedro Sánchez y su vicepresidente, Pablo Iglesias, como indicaba en el texto, y que ambos deberían ser juzgados ante un tribunal por su responsabilidad manifiesta en la muerte de miles de compatriotas.

Usted señala en la misiva que publica Semana: “Respeto las posiciones ideológicas de la Sra. Hernández-Mora y tiene todo su derecho a no estar de acuerdo con las políticas del Gobierno español y expresarlo públicamente, pero de ahí a calificar gratuitamente a las ministras del Gobierno español como ‘incompetentes y ridículas’ hay una línea que no se debe traspasar”.

Deja entrever que mis reproches obedecen a mi posición ideológica, contraria a la del gobierno de extrema izquierda que preside Sánchez.

Le copio lo escrito por Juan Luis Cebrián, durante años máximo responsable del diario El País y fiel escudero de los gobiernos socialistas: “El 24 de febrero la OMS declaró oficialmente pandemia. En nuestro caso se alentó la asistencia a gigantescas manifestaciones, se minimizó la amenaza por parte de las autoridades, e incluso el funcionario todavía hoy al frente de las recomendaciones científicas osó decir entre sonrisas que no había un riesgo poblacional”. A su juicio, “la conveniencia política prima, incluso en ocasiones tan graves como esta, sobre la protección de la ciudadanía”.

No es que ese señor se haya vuelto de pronto de derecha. Sencillamente, responde a una realidad inocultable.

El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades, el 2 de marzo, hizo un llamado a los gobiernos a adoptar “medidas de distanciamiento social” y “evitar asistir a actos multitudinarios innecesarios”, así como a “considerar la cancelación de las concentraciones masivas en casos excepcionales”.

Pese a la advertencia, Sánchez y los suyos animaron a los españoles a acudir a las marchas feministas del 8 de marzo, y ridiculizaron las voces que advertían de lo contrario. Fernando Simón, científico escogido por Sánchez para encabezar la lucha contra el coronavirus, declaró en rueda de prensa que apoyaba que su hijo asistiera a la concentración madrileña.

Antes del 8 de marzo, contabilizaban 202 contagios. Y, mire qué casualidad, el lunes 9, como por arte de magia, la cifra se elevó a 436 y tan solo cinco días después, Madrid rebasó los 2.000 infectados

No resultó extraño que las ministras de Igualdad, Irene Montero, y de Política Territorial, Carolina Darias, que encabezaron la marcha, dieran positivo. Ratifico mi comentario de “incompetentes y ridículas”, adjetivos que expando a otros miembros de tan nefasto ejecutivo. Por ejemplo, al ministro de Sanidad, graduado de Filosofía y nombrado solo por razones políticas. En cuanto a la señora Montero, entró al gabinete por ser la esposa del vicepresidente Pablo Iglesias, nepotismo que sería intolerable en una democracia seria. Agrego que el señor Iglesias, pese a deber guardar cuarentena, la rompe cuando le provoca de manera pública, mostrando su desprecio hacia sus compatriotas.

En otro aparte de su misiva, señala: “Mucho más lamentable aún es que insinúe una intención de las autoridades españolas de dejar morir a los mayores de 80 años. Ello me provoca una enorme indignación (…) por tratarse, de nuevo, de una acusación gratuita y sin base”.

Lamento contradecirle de nuevo. Debido a la improvisación de Sánchez, a su ineptitud, los médicos reconocen que deben escoger a quién atender en cuidados intensivos, dada la escasez de respiradores mecánicos. Y los directores de residencias de ancianos protestan por la falta de atención de las autoridades sanitarias, pese a que sus viejos mueren a puñados.

¿Y por qué no hablar del test a una empresa china no certificada, lo que supone que en Madrid casi no practiquen exámenes? Miembros de mi familia, pese a tener los síntomas, no lograban que se los hicieran. Debieron pagar 150 euros cada uno, para que un laboratorio privado los tomara: 9 infectados. A las ministras, sin embargo, a la primera tos, atención médica especial.      

Podría seguir al infinito, porque su “enorme indignación” por mis palabras es nada ante la rabia intensa, profunda, que siento hacia unos políticos canallas. España es el país con más muertos en comparación con su población, y la culpa, en gran medida, la tiene ese gobierno desalmado. No basta con dimisiones que, además, no practican. Más adelante responderán ante los tribunales.

PD: En el pasado, en El Tiempo escribí columnas tildando a George Bush de “criminal de guerra”, clamando por que lo juzgara un tribunal internacional por delictiva invasión de Irak. ¿También critiqué por mi ideología?