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Raúl Hasbún hizo parte de la temible cúpula de jefes paramilitares que atormentaron por años el país. Acá aparece departiendo con varios de ellos en 2001 durante la celebración de la boda de Carlos Castaño Gil

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El empresario paramilitar

Con la captura de Raúl Hasbún se podría abrir la caja de Pandora de los vínculos entre empresarios y las autodefensas.

3 de mayo de 2008

Durante años Raúl Hasbún era innombrable en Urabá. En toda la región se le conocía como 'Pedro Bonito' y nadie ignoraba que desde hace más de una década era el hombre fuerte de Carlos y Vicente Castaño en esa región. Aunque su nombre pasó inadvertido en la lista de desmovilizados del bloque bananero, durante el proceso de justicia y paz se ha conocido su importancia como jefe de esa organización. Era el enlace entre las empresas bananeras, incluida la multinacional Chiquita Brands, y los paramilitares. El martes pasado fue capturado en Cúcuta y se espera que con su testimonio aclare la magnitud del vínculo entre estas empresas y los grupos armados. Hasbún es el menor de los hijos de Emilio Hasbún, un empresario que en los años 70 cambió los sembrados de algodón por el banano e impulsó la ganadería en Urabá. Sus negocios prosperaron rápidamente, antes de que la violencia se instalara en la región. Pero en 1980 el patriarca de los Hasbún murió en un accidente aéreo, junto a su hijo José, quien era su mano derecha en los negocios. Esta tragedia cambió el rumbo de la vida de la familia, que se vio obligada a trasladarse a Medellín. Las tierras quedaron expósitas y muchas de estas áreas improductivas fueron invadidas por campesinos alentados por el EPL y las Farc.

En medio de esa convulsión política y social, Raúl Hasbún abandonó sus estudios y con los rudimentos que le había dado su padre se dedicó a administrar los negocios de su familia. Convencido de que recuperaría las tierras a cualquier precio, buscó el apoyo de los paramilitares, que empezaban a entrar a la región.

En 1996 ingresó formalmente a las autodefensas y en poco tiempo se convirtió en el comandante de toda la zona bananera, justamente en la época en que la zona tuvo el índice de homicidios más alto de su historia. Hasbún empezó a ser temido porque sus lugartenientes llegaban a parcelaciones de Turbo o Riosucio a despojar. El sistema era sencillo. "Hasbún, a través de sus cobradores, ofrecía comprar a 200.000 pesos por hectárea de tierra sin titular y 250.000 por hectárea titulada", cuenta un pequeño empresario que al principio se negó a venderle su finca en Riosucio, Urabá chocoano, cuya tierra estaba avaluada en 800.000 por hectárea. Sin embargo, la presión se hizo insoportable y tuvo que vender. Aunque tampoco le pagaron todo el dinero.

Esta es una de las víctimas que lo han denunciado ante la Fiscalía, así como Carmen Palencia, quien lidera a los parceleros de Nueva Colonia, muchos de los cuales han acusado de Hasbún de forzarlos a vender o abandonar sus tierras, usando la presión de las autodefensas. Presión que incluye el asesinato de Fidel Hernández, uno de los parceleros que se negaba a vender su tierra.

Pero el papel de Raúl Hasbún en las autodefensas era mucho más importante como enlace entre el grupo criminal y las empresas privadas de Urabá. Tanto Salvatore Mancuso como Éver Veloza, alias 'H.H.', lo han señalado como el cerebro que ideó el cobro de tres centavos de dólar por cada caja de banano que salía de la región. La Chiquita Brands ya reconoció ante la justicia de Estados Unidos que efectuó esos pagos, y tuvo que pagar una multa de 25 millones de dólares por ello. Actualmente, la Fiscalía investiga a otras empresas locales que también han sido mencionadas por Mancuso como financiadoras de los grupos armados. Según los paramilitares, Hasbún creó un sistema muy organizado que consistía en invertir dos centavos en la convivir Papagayo. Un centavo iba supuestamente a inversión social, a través de la misma convivir, y otro centavo directamente a las autodefensas.

Por todo eso resultó extraño que en 2004, cuando Hasbún se desmovilizó con el Bloque Bananero, no se postulara para la Ley de Justicia y Paz. Hoy su importancia para la justicia reside en que este es el hombre que tiene en su poder algunos de los secretos mejor guardados del paramilitarismo: el papel que muchos empresarios como él jugaron en la expansión de las autodefensas y su estela de muerte.