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El enigma de ser colombiano

El más completo estudio sobre valores hecho en Colombia arroja resultados sorprendentes: somos los más felices, el trabajo es lo que le da sentido a la vida, somos muy desconfiados pero solidarios, y una cosa es lo que decimos ser y otra lo que somos.

25 de marzo de 2006

¿Qué es ser colombiano? Todo aquel que pretende contestar esa pregunta se mete en camisa de 11 varas. Los investigadores sociales que han querido definirlo, con dificultad han logrado dar sólo unos pincelazos. Los ciudadanos de a pie a duras penas logran hacer una enumeración de virtudes y defectos. Incluso personajes literarios han intentado contestarla, uno de ellos, creado por Jorge Luis Borges, dio una respuesta muy general, aunque de alguna forma encierra una profunda verdad: "Ser colombiano es un acto de fe".

El Centro de Estudios Culturales (Cenec) recibió en 2001 la propuesta del instituto de estudios sociales de la Universidad de Michigan para hacer un perfil más completo y preciso del colombiano. Los resultados entrarían a ser parte de la cuarta oleada del Estudio Mundial de Valores (World Value Survey) dirigido por Ronald Inglehart, una investigación global sobre los cambios socioculturales y políticos de las sociedades que se viene realizando con 80 países del mundo desde 1981. Tiene recordación nacional porque en la oleada pasada demostró que los colombianos son las personas más felices del mundo. El estudio que se hará se lanza el miércoles como parte de la investigación mundial.

Los investigadores se pusieron manos a la obra, pero no se imaginaron todo lo que tendrían que entender para poder superar el reto. Les tomó cinco años y un equipo de 50 personas para analizar cada respuesta de la encuesta que aplicaron en todo el país hasta, finalmente, aceptar que los colombianos son contradictorios, que dicen ser lo que quieren ser y no lo que son. "Hablamos más de lo que hacemos y por eso se vende tanto tinto en los cafés y hay tan poco desarrollo", dice Camilo Herrera, director del equipo de investigadores que realizó el estudio.

A pesar de esas dificultades, finalmente salieron a la luz las características que lo definen. En primer lugar, el colombiano es tradicional y por eso su lista de prioridades la abandera la familia. La mayoría toma sus decisiones conforme a los valores que la familia le entregó, sienten que los padres deben ser amados y respetados aun si no se han ganado el respeto, y el 90 por ciento tiene como meta que sus progenitores se sientan orgullosos de él. El deber de los padres, para el 87 por ciento, es hacer lo mejor por sus hijos, incluso a expensas de su propio bienestar.

La familia tiene un contrincante que le pelea el primer lugar: Dios. Para el 90 por ciento de los colombianos, es "muy importante" en su vida. Tanto es así que, además de estar presente en el lenguaje cotidiano, es responsable de todo lo que les pasa. Si es bueno, "gracias a Dios", si es malo, "fue porque Dios así lo quiso". Finalmente, "Dios sabe por qué hace sus cosas".

Los temas polémicos actuales ayudaron a identificar posiciones conservadoras y arraigadas. Más de la mitad (el 55 por ciento) dicen que la homosexualidad nunca se justifica y tampoco la prostitución (66,8 por ciento). Lo mismo pasa con el suicidio (84,5 por ciento) y la eutanasia (50 por ciento).

Otra cosa que quedó demostrada es que los colombianos les inculcan muy poca determinación y perseverancia a sus hijos, lo cual les limita su deseo de acción y los ata a estructuras de autoridad desde la obediencia. Aunque esas características no son negativas en sí mismas, los analistas sociales aseguran que el factor más importante para el desarrollo de una sociedad es el logro personal por deseo propio y gracias a su esfuerzo, no por decisiones externas a la persona.

El tercer aspecto fundamental que rige la vida del colombiano es el trabajo. Sin embargo, se aferra a él porque lo siente como una tabla de salvación y no porque sea un medio de progreso o el escenario ideal para desarrollar sus talentos. Es simplemente una forma de ingreso y de estabilidad. Por algo más de la mitad de la gente busca un trabajo seguro que no implique mayor riesgo de quedar desempleado y menos de la mitad considera que su empleo debe ser interesante.

Los colombianos son desconfiados por naturaleza. La mayoría de la gente siente que confiar es "dar papaya" y que, obviamente, "a papaya puesta, papaya partida". No obstante, son muy solidarios y muy poco egoístas porque han tenido que estructurar redes de apoyo social frente a la ausencia del Estado, según concluye el estudio.

Aunque el 97 por ciento está orgulloso de ser colombiano, sólo el 60 por ciento estaría dispuesto a ir a la guerra por el país e incluso el 24 por ciento se abstendría de hacerlo. Parece estar claro que una cosa es sentirse honrado de haber nacido en esta tierra y otra bien distinta es pelear por ella.

El estudio colombiano de valores demuestra que aunque el colombiano se jacta de tener la democracia más estable de América Latina, es un demócrata 'relativo'. Si bien el 71 por ciento cree que es positivo para el país un gobierno democrático y el 65 por ciento considera que un golpe militar sería nocivo, el 18 por ciento quiere, a la vez, democracia y golpe militar, y el 13 por ciento no quiere ninguna de las dos.

Uno de los resultados sorprendentes tiene que ver con la felicidad. Aunque una gran parte de la población vive en la pobreza y convive con el conflicto armado, una amplia mayoría de los colombianos se siente feliz. Así, muy seguramente los colombianos conservarán su primer lugar en el podio como los más felices del mundo. Una de las explicaciones que da Camilo Herrera, director del estudio, es que el simple hecho de salir bien librado de tanto caos le basta para ser feliz. Además, son los segundos del planeta que están más satisfechos con la vida. (Ver recuadro a la izquierda).

Después de haber aplicado a 1.215 colombianos una encuesta de 324 preguntas, y de casi cuatro años de análisis de las respuestas, los investigadores pudieron definitivamente responder ¿cómo es ese colombiano?

A grandes rasgos, el perfil que dibuja el estudio es el de un católico, familiar, trabajador, responsable, desconfiado y con desdén hacia las instituciones. El colombiano promedio es un enigma porque cree en el matrimonio, pero acepta sin problema que las mujeres críen a sus hijos sin la imagen de un padre. Dice no estar interesado en la política, pero no pierde oportunidad de hablar del tema. Considera que el país requiere la paz y no está dispuesto a ir a la guerra. Cree en Dios, pero no asiste a misa. Cree en el cielo, pero no en el infierno. Cree que el tiempo libre es importante, pero primero está el trabajo.

Uno de los grandes objetivos de su vida es hacer que sus padres se sientan orgullosos, se esfuerza para dar a sus amigos lo que esperan de él, tiene limitaciones económicas, pero está satisfecho con la vida. Aun más, dice ser completamente feliz y está convencido de que a pesar de todo, "Dios proveerá".