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El eterno drama de Gramalote

Los antiguos habitantes de Gramalote en Norte de Santander están desesperados. Algunas obras debían comenzar en junio, pero hasta el momento no se ha levantado la primera columna. Y surgen nuevos problemas.

2 de agosto de 2014

Desde hace más de tres años y medio los gramaloteros esperan tener de nuevo su pueblo. Viven desperdigados en albergues provisionales desde que el fenómeno de La Niña y la inestabilidad del terreno acabaron con Gramalote en diciembre de 2010. Pero el Estado no ha cumplido sus promesas y los recuerdos de cuando vivían en comunidad son cada vez más borrosos.

Por ahora, no se ha avanzado lo suficiente como para que sean optimistas. “Es entendible que la población sea desconfiada, pero para poner en marcha la construcción se necesitan tres cosas: haber comprado los predios, tener los diseños urbanos llevados a detalle y la aprobación del Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT)”, asegura Enrique Maruri, gerente del proyecto de reasentamiento de Gramalote.

Hasta el momento el Fondo de Adaptación, la entidad creada para atender las emergencias de 2010, ya compró 87 de las 101 hectáreas necesarias y adquirirá las 14 restantes vía expropiación administrativa, ya que fue imposible negociar con los propietarios. “No estaban de acuerdo con el avalúo de los terrenos realizado por el Agustín Codazzi. En este caso prima el bienestar común sobre el bienestar particular y la ley nos permite expropiar”, comenta Carmen Arévalo, gerente del Fondo de Adaptación.

En cuanto a los diseños de las casas y demás obras de equipamiento municipal están a cargo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, pero esta entidad se retrasó y terminará ese trabajo en agosto. A finales de ese mismo mes probablemente el Concejo de Gramalote apruebe el EOT.

Según el cronograma oficial en abril debía comenzar la construcción del acueducto, en junio el trazado de las dos vías de acceso y en agosto la construcción de la Alcaldía, la Casa de la Cultura, la Casa del Campesino y el colegio. Sin embargo, ninguna de estas obras se iniciará antes de octubre de este año, debido al retraso en el EOT y los diseños en detalle.

Inicialmente el Ministerio de Vivienda y el antiguo Ingeominas habían dicho que el sector de Pomarroso sería la mejor alternativa para reasentar el pueblo, pero el Fondo de Adaptación encontró que los estudios estaban incompletos, y determinó que la zona con menor riesgo geológico era Miraflores.

Esa discusión trajo un problema adicional, pues la familia Celis, una de las más acaudaladas del municipio, adquirió 32 hectáreas en Pomarroso y ofreció regalarles los terrenos a los gramaloteros. Lo malo es que algunos habitantes ya tienen planes para construir ranchos allí, pues están cansados de vivir en albergues o pagar arriendo en Cúcuta u otros municipios cercanos. Además, con pico y pala elaboraron una trocha de más de 5 kilómetros que les permite llegar a la vereda. El problema, por supuesto, es que no podrán obtener licencia de construcción por la inestabilidad del terreno y el lugar podría convertirse en una invasión y otro dolor de cabeza para el gobierno.

Sin embargo, el tema es aún más complicado. La razón es que, aunque hasta el momento más de 900 familias se han inscrito para recibir casa en el nuevo Gramalote, muchos gramaloteros afirman que Miraflores también es inestable. Dicen que construir allí significaría perder millones de pesos en reforestación y cuidado de fuentes de agua invertidos en años anteriores y que tal vez hay intereses políticos del gobierno. El Fondo de Adaptación muestra los planos de riesgo con los que argumenta que Miraflores es más seguro y cuestiona los intereses políticos y económicos que la familia donante de los terrenos tiene en Pomarroso.

A pesar de la discusión, ya está claro que Gramalote quedará en el sector de Miraflores. Carmen Arévalo, gerente del Fondo, confía en que a finales de 2015 entre el 70 y 80 por ciento de Gramalote esté construido. Cree que se deben modificar las normas de ordenamiento territorial en caso de catástrofes, para agilizar los trámites y cambiar un terreno de zona rural a urbana. Esta, dice, ha sido la principal razón de la demora del tan anhelado nuevo Gramalote.