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Así quedaron las instalaciones del campo petrolero de Caño Limón después del atentado del ELN, el pasado domingo 29 de junio, que dejó 13 civiles heridos. Mientras habla de paz, esta guerrilla conmemora 50 años de existencia con acciones de un corte cada vez más terrorista. | Foto: Archivo Particular

CONFLICTO

El explosivo aniversario del ELN

El ELN conmemora medio siglo de insurgencia hablando de paz y atentando contra civiles, una contradicción que el país cada vez rechaza con más fuerza.

5 de julio de 2014

¡Vaya de manera de celebrar un aniversario! El ELN decidió que el momento culminante para conmemorar 50 años de existencia era la ocasión para lanzar dentro de un campo petrolero en Arauca dos cilindros explosivos que dejaron heridas a 13 personas, reunidas para la misa dominical, entre ellas al padre que iba a oficiarla.

El campo era el de Caño Limón, de la empresa Occidental. Los afectados eran empleados, no uniformados. Y el golpe tiene atortolados a los petroleros, pues, si bien los elenos acostumbran volar oleoductos como si fueran de picnic, esta es la primera vez que cometen algo así dentro de una instalación petrolera.

En un comunicado, el Frente de Guerra Oriental de esa guerrilla no solo reivindicó este atentado contra instalaciones y personal civiles como si fuera toda una hazaña militar sino que anunció que había sembrado de minas antipersona el lugar. “Advertimos que dentro del complejo petrolero quedaron 50 minas antipersonal sembradas, para que los civiles trabajadores no realicen actividades fuera de sus oficinas”.

Qué ominosa señal envía el ELN sobre los diálogos de paz con esta ‘ofensiva’ que no tiene un pelo de acción militar y sí todos los ingredientes de lo que está prohibido y castigado por el derecho internacional en guerra. Como lo dijo Amylkar Acosta, ministro de Minas: “Atacar de esa manera la población civil no es la mejor forma de decirle al país que quieren buscar una salida negociada al conflicto”.

Los elenos parecen convencidos exactamente de lo contrario. Pues si bien esta es una de las violaciones más flagrantes al DIH que han cometido recientemente, este atentado no es, de lejos, el único.

En otro comunicado, el Frente Oriental del ELN se atribuyó la bomba contra el CAI de la Policía en el barrio Lourdes, de Chapinero, del pasado 20 de junio, que dejó dos policías y un civil heridos. En la última semana, la Policía ha encontrado en Bogotá ocho bombas rudimentarias con panfletos de esa guerrilla. Dos de ellas estallaron en el centro de la capital, sin víctimas.

El ELN ha dicho que desde febrero está en una campaña de celebración de sus 50 años. “Que estemos de efemérides en pie de lucha junto al pueblo es un parte de victoria”, declaran en la última edición de su publicación clandestina Venceremos, en la que registran cerca de 50 atentados contra los oleoductos Bicentenario y Caño Limón – Coveñas y otras instalaciones petroleras, desde fines del año pasado.

Y, como si todo eso fuera poco, el ELN resolvió ponerle una cereza al pastel de su medio siglo: el mismo día en que el país entero seguía entusiasmado el partido Colombia-Brasil, la guerilla intentaba imponer un “paro armado” en los departamentos de Arauca, Casanare, Boyacá y los Santanderes, mediante amenazas para que los carros no circularan por las carreteras y los comercios no abrieran sus puertas.

Los analistas coinciden en que el ELN intenta mostrarse militarmente fuerte justo cuando está forcejeando con el gobierno sobre los puntos que deben incluirse en una agenda de negociación. Este tipo de demostración de fuerza ha sido tradicional en esta guerrilla y no es la primera vez que así actúa. Sin embargo, pocos han señalado que el rasgo fundamental de esta ‘ofensiva’ es que exhibe acciones de corte cada vez más terrorista. Bombas al oleoducto, a un CAI, carros con explosivos para cerrar carreteras y forzar paros y atentados con cilindros llevan todos una doble impronta: exhiben tanta debilidad militar como nula consideración por las víctimas civiles.

Esto es elocuente sobre la situación del ELN. Pese a sus demostraciones, con unos 1.500 hombres, esta guerilla es la ‘hermanita menor’ de las Farc, y está muy debilitada, pese a que las Fuerzas Armadas han concentrado su ofensiva en la última década en las Farc. Con este crescendo de acciones y atentados, partes de guerra y videos de Gabino, su comandante, el ELN intenta, en parte, desprenderse de esa imagen.

El problema es que el gran resultado político de estas acciones es hacerles un daño creciente e irreparable a las posibilidades de una solución negociada al conflicto armado. Por mostrar los dientes, el ELN llena de argumentos a los sectores que dicen que la única solución con la guerrilla es la mano dura, no el diálogo. Y refuerza el escepticismo y la falta de credibilidad de amplios sectores de la opinión que terminan entendiendo que, mientras con una mano conversa, la guerrilla pone bombas con la otra.

En Arauca, por ejemplo, así como en otras regiones asoladas por este tipo de actos de violencia contra los civiles, la gente no entiende cómo se puede conversar con el ELN mientras este ejecuta no acciones militares sino flagrantes violaciones al derecho internacional como tirar dos cilindros en una misa con el cuento de atacar un “objetivo militar petrolero”.

Con el ELN está abierto desde enero un proceso exploratorio, en el cual el gobierno y esa guerrilla intentan ponerse de acuerdo en una agenda para negociar ponerle fin al enfrentamiento armado, al igual que se está haciendo con las Farc en La Habana. Ha habido reuniones en Brasil y Ecuador, pero las partes distan aún de un acuerdo básico. Mientras esas conversaciones se adelantan, en Colombia prosigue la confrontación, pues así está pactado.

Pero negociar sin cese de hostilidades con guerrillas que no respetan las reglas de la guerra tiene costos. Esa estrategia de buscar un acuerdo sin enredarse en las insuperables dificultades de pactar y verificar un cese al fuego, es la más viable, pero las acciones guerrilleras como las del ELN que causan víctimas civiles, erosionan profundamente entre una opinión pública ya escéptica la justificación de buscar una salida negociada y le hacen un inmenso daño a las posibilidades de poner fin al conflicto armado mediante un acuerdo de paz con los que las cometen. El ELN estará hablando de paz, pero con cada uno de los bombazos con los que celebra su cincuentenario atenta contra las posibilidades de buscarla por la vía negociada.