Home

Nación

Artículo

Sólo se conoce esta prueba de supervivencia de los tres norteamericanos secuestrados por las Farc. Sus familiares se reunieron con el presidente Chávez y sienten que por primera vez, su gobierno se interesa por ellos

acuerdo

El factor gringo

El compromiso que muestra Estados Unidos en el nuevo intento de acuerdo humanitario puede ser el toque definitivo.

29 de septiembre de 2007

Por primera vez, desde cuando se produjo el plagio de los contratistas Keith Stansell, Marc Gonsalves y Thomas Howe, Estados Unidos juega cartas en público y hace notar que está interesado en fórmulas para su liberación. Esto no quiere decir que antes no lo estuviera, sólo que como es normal en su política de no transar con terroristas, Washington hasta ahora había movido los hilos bajo la mesa.

Durante años, emisarios de la embajada de Estados Unidos en Bogotá buscaron personas en Colombia que tuvieran acceso a las Farc. Con ellas indicaron su interés en hacer contacto y sobre todo en recibir pruebas de supervivencia de sus secuestrados. A tal punto, que en 2005 las Farc respondieron en un comunicado que si los gringos querían conversar, lo hicieran explícito en un aviso de prensa.

Hoy, cuando parece un hecho que en los primeros 10 días de octubre una comisión bipartidista del Congreso de Estados Unidos se sentará frente a delegados de las Farc y en presencia del Presidente venezolano Hugo Chávez, las cosas van por otro camino. Quizá le llegó la hora al pragmatismo norteamericano de ponerle fin a este punzante tema que, a pesar de ser aún desconocido para la opinión pública de su país, tiene componentes delicados para su política interna.

No en vano los demócratas, mayoría en el Congreso, son los más metidos en el tema. Esa bancada no sólo es el talón de Aquiles para George W. Bush, sino para el propio presidente Álvaro Uribe. Hace unos meses, cinco senadores de ese partido enviaron una carta a este último en la que le piden actuar para lograr un acuerdo humanitario. Y la semana pasada decidieron ir a Caracas tras la reunión que la senadora Piedad Córdoba sostuvo con James McGovern, senador que conoce muy bien el tema colombiano.

Lo ratificó también Condoleezza Rice cuando le dijo a Uribe que su gobierno apoya los esfuerzos por el acuerdo, incluso con Chávez de por medio. La Secretaria de Estado comprometió también a la bancada republicana. Días antes, unos funcionarios del Departamento de Estado recibieron a la senadora Córdoba para escucharle sus planteamientos. Y para que no queden dudas, el nuevo embajador estadounidense en Bogotá lo ratificó en entrevista con SEMANA. (Ver página 46).

Esta vez no hay especulaciones. Hay un cambio desde Washington que no niega tajantemente estudiar posibilidades sobre los casos de los guerrilleros de las Farc 'Simón Trinidad' y 'Sonia', presos en cárceles gringas.

Tener al Tío Sam dentro del juego es bueno para todas las partes comprometidas y por eso la importancia de los pasos que se ven hasta el momento. Le sirve a Chávez que, pegado del acuerdo humanitario de los secuestrados en Colombia, se abre una puerta en Estados Unidos, pues a pesar de que denigre de ese país, es consciente de que lo necesita.

Le sirve a Uribe, que llega más tranquilo a cualquier decisión que tenga que tomar en este proceso, aún incierto, ya que el apoyo de los norteamericanos le ayuda a equilibrar los riesgos que, sin duda, acarreará este episodio. Y por qué no, le sirve a Bush por el lado político con los demócratas, ya que aunque este secuestro no se ha convertido en un factor de presión fuerte, podría serlo en cualquier momento.

Y les sirve a los secuestrados Stansell, Gonsalves y Howes, y a sus familias, a quienes por primera vez las autoridades de su país les permitieron hacerse visibles, después de años de condiciones de silencio impuestas por el FBI. Por algo las familias le dijeron a Semana.com que sienten que por primera vez "el gobierno está comprometido en la liberación de nuestros seres queridos". Ojalá así sea.