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EL FIN DE UNA DINASTIA

Con la muerte de Hernando Pizarro se cierra el capítulo de una generación de guerrilleros que surgió de una prominente familiar militar.

3 de abril de 1995

PARA LA MAYORIA DE LA opinión pública era un hombre desconocido. Los bien informados sabían que era el hermano menor de Carlos Pizarro y el coautor de la matanza de Tacueyó, purga en la que fueron asesinados más de 160 guerrilleros. Poco más se sabía de Hernando Pizarro. Sin embargo, para los historiadores, su muerte cierra el capítulo final de una de las historias más paradójicas y complejas de la violencia contemporánea en el país. Porque la Pizarro Leongómez ha sido la única familia en Colombia que pasó de ser una dinastía de militares a una dinastía de guerrilleros.
Hasta hace 30 años esos apellidos estaban asociados con uniformes y charreteras. Y esta apreciación no era gratuita: una de las ramas del árbol genealógico de esta familia hunde sus raíces en José Acevedo y Gómez, el llamado Tribuno del Pueblo, quien el 20 de julio de 1810 arengó a los santafereños para que se sublevaran contra España y fundaran un Estado republicano. El Tribuno es el bisabuelo de la mamá de los Pizarro, Margoth Leongómez. Por este lado, además, son parientes de Antonia Santos, la heroína socorrana fusilada en 1819. Asimismo, de Josefa Acevedo, una de las más importantes escritoras colombianas de mediados del siglo pasado, y de Adolfo Leongómez, fundador en 1907 de la Academia Colombiana de Historia.
Por el lado de los Leongómez son familiares del general Eduardo Leongómez, fundador de la Escuela de Caballería y edecán de los presidentes Enrique Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo, y del general Gustavo Matamoros D'Acosta, ministro de Defensa durante el gobierno de Julio César Turbay, y quien era primo de la mamá de los Pizarro. Hasta son parientes de Germán Leongómez, conocido hombre de negocios que sonó mucho durante el caso de los Galíl.
Por el lado paterno, los guerrilleros son hijos del vicealmirante Juan Antonio Pizarro, único miembro de la Armada Nacional que ha sido comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y quien era pariente del general Clímaco Pizarro, fundador de la Escuela Militar de Cadetes.
Sin embargo la generación que sucedió a todos estos antepasados ilustres se constituyó tal vez en la dinastía más famosa de la subversión en Colombia. Individualmente puede haber guerrilleros más famosos, como 'Tirofijo' o Jaime Bateman, pero como familia nadie igualó a los Pizarro Leongómez. Los cinco hijos del matrimonio del vicealmirante Pizarro y de Margoth Leongómez fueron atraídos en algún momento de sus vidas por la fiebre de la revolución, el Partido Comunista y la guerrilla.
Carlos, quien hizo su primaria en el exclusivo colegio jesuita Berchmans de Cali, pasó luego a la Universidad Javeriana a estudiar derecho, pero fue expulsado de allí tras organizar la primera huelga en ese claustro. Decepcionado, se vinculó a las Farc y de allí desertó para cofundar el M-19. Tras años en el monte y de acogerse a la amnistía general del gobierno de Virgilio Barco, se lanzó como precandidato presidencial poco antes de ser asesinado, en 1990.
Hernando no terminó sus estudios y prefirió vincularse al Partido Comunista, a las Farc y luego al disidente grupo Ricardo Franco. Tras la matanza de Tacueyó las autoridades perdieron su rastro hasta el domingo antepasados cuando se supo de su muerte al norte de Bogotá. Juan Antonio, el mayor de los hermanos, aunque también pasó fugazmente por el Partido Comunista, nunca fue guerrillero y desde hace muchos años ejerce la abogacía.
Eduardo inició estudios de sociología en la Javeriana y también fue expulsado al instigar con su hermano y otros estudiantes la misma huelga. De allí se fue a París a terminar sus estudios y al retornar a Colombia se vinculó al Partido Comunista. Sin embargo, la invasión de Afganistán por parte de la Unión Soviética lo desilución y, en protesta, se retiró definitivamente del partido. Ahora es un prestigioso historiador y profesor universitario.
Margoth, la hermana menor, también siguió los mismos pasos. Aburrida con la sociología, terminó en las filas del Partido Comunista y de allí pasó al M-19. Acusada de haber participado en el robo de armas al Cantón Norte, en Bogotá, fue enviada a La Picota en 1979, donde purgó una condena de tres años. Tras acogerse a la amnistía de Barco, se retiró de la vida guerrillera y ahora es una sencilla ama de casa.
Como se puede apreciar, los Pizarro Leongómez nunca estuvieron todos en la misma orilla: unos, los de las generaciones pasadas, empuñaron los fusiles para defender las instituciones republicanas; otros, los de las nuevas, lo hicieron para luchar contra ellas. Pero unos y otros fueron marcados con la impronta de un cristianismo militante y la rigidez de las tradiciones militares.
Para bien o para mal, los Pizarro Leongómez vivieron en carne propia, más que nadie, la historia contemporánea de Colombia. Porque, en cierta forma, los últimos 25 años también fueron la historia de la familia. Eduardo se refiere así a esos años: "Una generación de jóvenes idealistas sacrificó inutilmente su vida por una revolución que nunca llegó y que, finalmente, el derrumbe del campo socialista demostró que tampoco era conveniente. En el fondo, con la muerte de Hernando, se cierra un ciclo en la familia. Dejamos atrás la dolorosa experiencia guerrillera".