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La imagen de la izquierda era hasta hace poco la que se conocía de Carlos Rentería, alias ‘Beto’. Al momento de su captura la semana pasada, mostró el efecto de varias cirugías plásticas.

JUDICIAL

¿El fin del santuario?

La captura del capo 'Beto Rentería' demuestra que Venezuela ya no es seguro para los mafiosos colombianos. La razón: el auge de los carteles venezolanos.

10 de julio de 2010

Carlos Alberto Rentería era una leyenda en el mundo de la mafia. Conocido con el alias de 'Beto', ingresó al mundo del narcotráfico como proveedor de insumos para el cartel de Cali a comienzos de los años 80. Rápidamente pasó a ser uno de los hombres clave de esa organización delincuencial y se metió de lleno en la exportación de coca. Tras el desmantelamiento de los carteles de Medellín y Cali, 'Beto' pasó en la década de los 90 a ser una de las figuras más importantes del entonces poderoso cartel del Norte del Valle. Su relativo anonimato acabó hace una década cuando su nombre apareció por primera vez en los afiches del gobierno estadounidense, que ofrecía cinco millones de dólares por su cabeza.

Al igual que otros narcos, decidió buscar refugio en un lugar que era seguro para él: Venezuela. Convirtió al vecino país en su escondite perfecto y en el sitio ideal para seguir con sus negocios de narcotráfico.

El pasado 5 de julio fue capturado por autoridades venezolanas cerca de Caracas. Con 65 años de edad y varias cirugías plásticas encima, terminó la carrera criminal de uno de los narcos más buscados y uno de los últimos capos "históricos".

La captura de 'Beto' sorprendió, especialmente porque ocurrió en Venezuela, un país considerado por las autoridades estadounidenses y colombianas como un santuario para los narcotraficantes y en donde se pueden mover a sus anchas. Sin embargo, si bien es cierto que hoy en día ese país juega un papel protagónico en el tráfico de drogas internacional, en los últimos años ha empezado a convertirse en un lugar no tan seguro para los capos colombianos.

Dos semanas antes de la captura de 'Beto', el 23 de junio pasado, las autoridades venezolanas arrestaron muy cerca de Caracas a Luis Frank Tello Candelo. Conocido con el alias de 'el Loco Frank', hacía parte de los narcos más buscados por la DEA. Aunque su nombre es poco conocido por la opinión pública en Colombia, en el mundo de la mafia 'Frank' era considerado un peso pesado ya que era el segundo de la estructura de Daniel 'el Loco' Barrera. Estaba solicitado en extradición por Estados Unidos desde hace años, señalado de exportar, vía Venezuela, más de 400 toneladas de coca en los últimos tres años. Era, además, el enlace principal de la organización de Barrera con el cartel mexicano conocido como Los Zetas.

Otro de los considerados capos en Colombia durante más de 20 años corrió la misma suerte de los dos anteriores. Se trata de Salomón Camacho, alias 'Papá Grande', un narco que traficaba desde la época del cartel de Cali, socio de los hermanos Rodríguez Orejuela. Desde hace más de 10 años formaba parte de la lista de los narcotraficantes más buscados del mundo y por él también se ofrecían cinco millones de dólares de recompensa. Camacho fue arrestado el 13 de enero de este año en Valencia, estado Carabobo, por las autoridades venezolanas. En marzo del año pasado ya había sido capturado, también en Venezuela, Hermágoras González, socio de Camacho y otro de los narcos más importantes de La Guajira perseguidos por las agencias internacionales antidrogas. Buscado por enviar más de 500 toneladas en el último lustro, era el "dueño" de las rutas desde el centro de Venezuela hacia el Caribe.

Estos no son casos aislados. Otros narcos colombianos han corrido con otro tipo de suerte. En febrero de 2008 el jefe del cartel del Norte del Valle, Wílber Varela, fue asesinado en Mérida, Venezuela, cuando intentaba regresar a Colombia tras ser obligado a escapar de Puerto La Cruz, cerca de Caracas, en donde estuvo cerca de ser capturado por sus socios venezolanos. Muy pocos han sido afortunados como Juan Ramírez, alias 'Manicomio'. Este hombre era el jefe de todos los pilotos de los mafiosos en el oriente del país y en Venezuela. Hace un par de años fue capturado allí con el nombre de Óscar Díaz. Tras pagar un soborno logró escapar de la cárcel antes de que se descubriera su verdadera identidad. Hace tres meses estuvo nuevamente cerca de ser aprehendido en el vecino país y optó por entregarse a la justicia estadounidense a cambio de una sustancial rebaja de pena.

Estos son tan solo algunos de los casos más recientes de la suerte que están corriendo los narcos colombianos en Venezuela. ¿Pero cómo se explica esa oleada de capturas de mafiosos en un territorio considerado hasta hace poco seguro? Gran parte de la respuesta está en la dinámica propia del negocio del tráfico de drogas. "Cuando los narcos comenzaron a esconderse en Venezuela contaron con la protección de autoridades locales que los cuidaron durante años. Con el paso del tiempo los venezolanos pasaron de ser 'cuidanderos' de esos narcos a ser socios. Conocieron las rutas, los contactos, el modus operandi y todos los secretos de los narcos colombianos", dijo a SEMANA un miembro de una agencia antidrogas internacional. "Llegó un punto en el que los venezolanos ya no necesitaban a los colombianos y era más útil deshacerse de ellos para adueñarse del negocio, lo cual obviamente se traduce en un incremento de ganancias. A esa ventaja económica se suma otra política. Capturar y entregar narcos colombianos le permite al gobierno de Venezuela mostrar que supuestamente lucha contra el narcotráfico", afirma el agente.

Hoy en día en Venezuela actúan carteles propios que prácticamente se han quedado con los negocios de aquellos mafiosos colombianos que han sido arrestados, muertos o se han visto obligados a salir de ese país. Uno de los más conocidos y poderosos es el que se denomina el cartel de Los Soles, el cual está conformado por ex oficiales de la Guardia Nacional y el Ejército venezolano. Dos de los capos colombianos de primera línea que aún permanecen en Venezuela son Luis Calle Serna, alias 'Comba' y 'el Loco' Barrera. Sin embargo, como están las cosas, solo es cuestión de tiempo para que corran la misma suerte de sus colegas. De hecho, estos dos mafiosos están en una especie de callejón sin salida: ya no se sienten seguros allá, y en Colombia la cacería contra ellos y sus organizaciones no da tregua. La semana pasada un grupo especial de investigaciones de la Dijín, junto con la Dirección Antinarcóticos de la Policía y la Fiscalía, le dio el más duro golpe que haya sufrido la estructura de Barrera. Once personas de su círculo más cercano fueron arrestadas, entre los que están su hermano, su madre, sus sobrinas, sus cuñados, fuera de sus principales testaferros. Todo parece indicar que la suerte para los actuales capos del narcotráfico refugiados en Venezuela está echada y no será fácil que salgan de esta encrucijada.