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EL GATO GALAN

La candidatura de Galán parece tener siete vidas y la última es por cuenta de César Gaviria.

26 de junio de 1989

Si el 7 de agosto de 1990 Luis Carlos Galán y su esposa Gloria Pachón entran a la Casa de Nariño por la Plaza de Armas, no será poco lo que tengan que agradecerle a Cesar Gaviria. Con su aceptación la semana pasada del cargo de jefe de debate de la campaña de Galán para ganar la nominación liberal a la Presidencia de la República, el ex ministro de Gobierno, de 13 años, resucitó en un día la candidatura del ex jefe del Nuevo Liberalismo. Y resucitar es el verbo indicado porque, aunque para la mayoría de la gente de la calle Galán siempre ha estado elegido, para los que saben dónde ponen las garzas en materia politica, sus opciones estaban virtualmente muertas para 1990.
Galán, como los gatos, parece tener siete vidas. Cada vez que está enterrado vuelve a levantar la cabeza. Sin contar los entierros de las elecciones anteriores, en la campaña que acaba de comenzar Galán había nacido muerto. La consulta popular, como los políticos la interpretaron cuando se produjo su unánime aprobación en la convención de agosto pasado en Cartagena, no le daba chance, ya que se anticipaba que ese mecanismo no iba a ser más que un reflejo de lo que decidieran las fuerzas regionales de la maquinaria liberal. Sin embargo, Galán creció tanto en las encuestas que elementos de esa misma maquinaria comenzaron a adherir a él, y el movimiento empezó a adquirir aires de triunfo.
Pero esos aires se respiraron durante muy poco tiempo. Para evitar que el desplazamiento continuara, la pesada oficialista decidió organizarse. Aunque no contaban con un candidato único para oponer al ex ministro de Educación, optaron por unirse alrededor de una causa: desmontar la consulta popular como había sido acordada. Fueron los días del almuerzo en la discoteca bogotana Michelangelo, cuando las nubes grises opacaron el horizonte de Galán, mientras el de Durán se despejaba, lo cual dejaba al ex alcalde de Bogotá a las puertas de una definición final únicamente contra el senador Ernesto Samper.
Esta percepción se afianzó hasta cuando la semana pasada el gato recobró una vez más la vida. El problema que tenía Galán al iniciarse la carrera por la candidatura liberal no era de prestigio, sino de viabilidad. Y esta última dependía exclusivamente del nivel que alcanzaran las adhesiones de los dueños de los votos. Y adhesiones hubo: Humberto Peláez en el Cauca, Román Gómez en la Guajira, el grupo de los Vives en el Magdalena, y otras más, todas ellas insuficientes. Buscando romper este impasse, los galanistas habían lanzado una ofensiva de noticias que consistía en presentar, como nuevas, adhesiones que en realidad se habían producido meses atrás. Ese fue el caso del publicitado respaldo del senador bolivarense David Turbay que ya estaba con Galán desde principios de año. Esto podía servir para descrestar calentanos, pero los "expertos" seguían incrédulos y sin quitarse el sombrero, hasta que se conoció la noticia que Gaviria iba a ser el hombre fuerte de la campaña galanista.
El ex ministro de Gobierno no está en la liga de los grandes barones electorales como Guerra, Name o Balcázar .En su departamento, Risaralda los cálculos indican que compartirá el mercado electoral con el senador Oscar Vélez Marulanda, el "Plumón". Sin embargo, el prestigio nacional de Gaviria, adquirido tras su paso en calidad de estrella por los ministerios de Hacienda y de Gobierno, es enorme. Tanto, que el ex presidente Alfonso López lo lanzó de taquito, al expresar, en declaraciones a El Tiempo, su sorpresa por la ausencia del nombre de Gaviria del abanico de presidenciables. Todo esto, sumado a la cercanía que se le reconoce con todos los ex presidentes, y a su no menos importante prestigio parlamentario (el mismo que le permitió pasar exitosamente las reformas tributaria y constitucional, y el mismo que lo estaba colacando a la cabeza de los aspirantes a la Designatura), determinó que su adhesión a Galán tuviera un gran impacto sicológico, tanto entre caciques como entre indios de las tribus liberales.
En su controvertida entrevista con El Tiempo, López había pronosticado veladamente la imposibilidad de que Galán ganara la consulta, argumentando que sus simpatías no se podian traducir en votos por falta de ron, sancocho y buses. Estaba equivocado. En materia de ron y sancocho, nadie parece estar demostrando hoy más talento para conseguirlos que Galán. Ni Turbay en sus épocas de oro había consentido tanto a la maquinaria roja. Prácticamente no existe senador, representante o diputado liberal que no haya desayunado o almorzado con Galán. Tan es así que se afirma que hasta es capaz de meterle viaje a Firabitova a buscar la adhesión de un concejal de 500 votos. En fin, el corbatín con el que los caricaturistas lo han ridiculizado desde su regreso a las toldas oficialistas, se ha convertido ahora en una realidad. Con la misma disciplina y tenacidad con la que pasó la primera etapa de su carrera estudiando los problemas del Estado, está ahora dedicado a hacer un máster en manzanillaje. Y los resultados se están viendo.
Todo esto en cuanto a Galán. Pero, y Gaviria, ¿qué puede ganar al aceptar la jefatura de debate? El ex ministro de Gobierno podía haber esperado a que las cosas se aclararan un poco después de la convención. Sin embargo, el valor de subirse ahora en el tren galanista parece inmenso. Para él, "lo importante ahora es que quienes queremos la renovación del partido no nos hagamos zancadillas el uno al otro". Es evidente que si los hechos futuros demuestran que Gaviria se apuntó a la carta ganadora, el ex ministro quedará colocado en primera línea.Pero si no, no será mucho lo que habrá perdido. De todos modos, son muchos los que creen que ahora o en el 94, o en el peor de los casos en el 98, Galán será Presidente y le deberá un favor al ex ministro risaraldense.
Sólo resta preguntarse cuántas vidas le quedan al gato Galán. Nadie lo sabe y la verdad es que todavía está lejos de quedar elegido. Pero lo que sí es un hecho es que hace una semana una candidatura estaba muerta y hoy está vivita y coleando.