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Naranjo, a petición de Santos, continuará con su papel en la Mesa de Diálogos de La Habana. | Foto: Archivo SEMANA

POLÍTICA

General Naranjo, el hombre de la reconciliación

Con el nombramiento del negociador de paz con las FARC, el Gobierno empieza a trabajar en el posconflicto.

14 de agosto de 2014

De los cinco nuevos 'superministros' nombrados en la noche del jueves por el presidente Santos, sin duda el más estratégico para la convivencia pacífica entre los colombianos es el del general retirado de la Policía Óscar Naranjo.

En efecto, Naranjo fue nombrado ministro consejero de Posconflicto, cargo que ejercerá paralelamente al de miembro del equipo del Gobierno que negocia la paz con las FARC en Cuba. Esto en lenguaje sencillo significa que el Gobierno puso la mirada en el día después de una exitosa firma con la guerrilla.

¿Qué irá a pasar con los insurgentes después de entregar las armas? ¿Cómo se combatirá a los grupos de delincuentes organizados existentes como las bacrimes? ¿Cómo enfrentar a las estructuras mafiosas dedicadas al narcotráfico?

Las respuestas a estos interrogantes se deben estar concibiendo ya en la cabeza de este exitoso oficial a quien Santos nombró como parte de un cambio en la estructura de la Presidencia que incluyó la supresión de las altas consejerías y la creación de cuatro cargos con rango ministerial.

El presidente destacó la exitosa carrera de Naranjo como director de la Policía de Colombia y señaló que ahora será el encargado de “formular, estructurar y coordinar las políticas relacionadas con el posconflicto”.

Además tendrá la misión de modernizar los modelos de seguridad, de desmovilización y reintegración de los alzados en armas.

El presidente explicó que las nuevas funciones no le permitirán a Naranjo estar a tiempo completo en los diálogos de paz con la guerrilla FARC en Cuba, “pero seguirá en esta última fase” en la medida que sus nuevas obligaciones lo permitan.

“Será un trabajo monumental”, expresó Santos al referirse al nuevo papel de Naranjo, de quien también dijo que tendrá en sus manos una responsabilidad “casi igual o más difícil que el propio proceso de paz” en el que está embarcado el Gobierno.

El Ejecutivo y las FARC comenzaron a buscar una salida negociada al conflicto en noviembre del 2012 y ya han logrado acuerdos en materia de tierras, participación política y cultivos ilícitos, mientras que esta semana entraron a discutir el delicado tema de las víctimas, el cuarto punto de la agenda.

Después de una posible firma de paz, el general Naranjo tendrá la difícil misión de empezar a pensar en la construcción de un país donde prime la reconciliación. Una tarea titánica para un país que cumple medio siglo de confrontación armada y que, según datos del Centro de Memoria Histórica de Colombia, ha dejado 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos, 5,7 millones de desplazados y 27.000 secuestrados.

La responsabilidad de Naranjo pasa por ayudar a cerrar estas heridas y después de sanarlas impulsar una fuerza pública que actúe en un país en donde no tenga a semejantes grupos armados –especialmente las FARC y el ELN- para combatir. Esto se traduce en un Ejército y en una Policía distintos. Una serie de retos que, dependiendo de la capacidad de Naranjo, puede convertir a Colombia en un país muy distinto al actual.