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| Foto: Guillermo Torres

ENTREVISTA

“El Goce Pagano no cierra sus puertas”

Uno de los sitios más tradicionales de salsa en Bogotá seguirá con sus puertas abiertas. Semana.com habló con el administrador.

Sylvia Charry, periodista de Semana.com
13 de mayo de 2014

El cierre de Salomé Pagana ha impresionado a todos los amantes de la sala y la bohemia de Bogotá, quienes durante 26 años disfrutaron de la discoteca de César Villegas, popularmente conocido como César Pagano, y del ambiente intelectual y rebelde del lugar. Sin embargo, hay una confusión necesaria de aclarar. Aunque desde hace algunos años, César se desvinculó de su proyecto original (El Goce Pagano), este, que ahora es administrado por su nieto Saúk Naranjo, no está en planes de cerrar. Así que todos los amantes de la rumba salsera capitalina seguirán disfrutando de la conga, el tambó, los timbales, el bongó y las maracas, en un sitio que lleva 36 años conocido como uno de los mejores. 


Semana.com: Salomé Pagana y El Goce Pagano son de la misma familia, creaciones de la misma persona, salseros y hacen el mismo viaje musical, ¿qué hizo que uno cerrara y el otro no?

SAUK NARANJO:
Aunque ambos son ideas de mi abuelo, César Pagano, tienen diferentes administraciones. También ha sido muy difícil mantener El Goce abierto, pero su transformación ha ayudado y sobre todo, que cada vez tiene más acogida la salsa en Bogotá. Al año, se abren cerca de dos sitios salseros. Ahora tenemos mucha competencia, pero nos hemos sabido reinventar.

Semana.com: ¿Por qué muy difícil mantenerlo abierto?

S.N.:
Por un lado, hemos pasado mil penurias porque esta casa es de conservación arquitectónica. Además, aquí en Bogotá todas las obras duran casi el doble de lo planeado, entonces en la construcción del eje ambiental y de la calle 26 casi quebramos, la gente no estaba dispuesta pasar dificultades para irse de rumba. 

Semana.com: Dice usted que se han reinventado, acaso ¿la salsa se ha reinventado?

S.N.:
No. No es tanto eso. Hemos tenido que incursionar con otros géneros para no aburrir a la gente con lo mismo. En un principio El Goce era de una onda muy izquierdosa, iba la gente de la bohemia y era sólo salsa, con sus 150 ritmos musicales (pachanga, son cubano, mambo, bolero, entre otros). En 1985 se introdujo en pequeñas tandas el reggae. De ahí en adelante, también se incursionó con el folclor colombiano, de la costa: la cumbia y el mapalé; aunque al inicio los rolos no lo querían, hoy en día hasta lo piden. En 1990 metimos sabores brasileños, como la samba. Ahora, otro género que hemos decidido poner son ritmos del pacífico. A veces ponemos hasta Choquibtown, porque nos lo piden. La gente pide variar la salsa.

Semana.com: Pero dentro de todos los que mencionó, no hizo referencia a uno que conquistó a Cali, la ciudad más salsera de Colombia; y que ahora no falta ni en las discotecas más tradicionales de la capital del Valle. ¿La salsa choque no ha llegado al Goce?

S.N.:
No. La salsa choque decidimos no meterla porque no es salsa. Musicalmente no tiene nada que ver con la salsa, ese género es como el reguetón, que no tiene nada que ver con el reggae.

Semana.com: Popularmente se ha estigmatizado a los rolos por no saber bailar salsa, ¿cómo es la rumba salsera en Bogotá?

S.N.:
Lo que pasa es que Bogotá adoptó primero en rock, entonces es más popular en la ciudad. Con el pasar de los años hay más acogida de la salsa en la capital, cada vez hay más sitios para escucharla y bailarla, en el norte y en el sur. En una ciudad como Bogotá hay público para todos los gustos, la salsa no es la excepción. 
 
Semana.com: La salsa es caracterizada como un género popular, con tintas revolucionarias y preferido por la bohemia, ¿cómo define la rumba en El Goce, tiene esos matices?

S.N.:
Aunque ya no es tanto así, aún se encuentran a los más hippies dentro de la discoteca, aunque se contrastan con un grupo de personas distinguidas. Ahora, el Goce es un viaje musical por Colombia y el Caribe. Es una experiencia musical, como viajar por Colombia y sentir los sones de las Antillas, de Jamaica, del Pacífico. En tres palabras, es: todo un goce.