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EL "GOLPECITO" DE BARCO

Nuevo estado de ánimo en Palacio después de la audaz propuesta del plebiscito

7 de marzo de 1988

Virgilio Barco parece en estos días un hombre nuevo. Después de una brevisima luna de miel y un año de creciente desprestigio, el plebiscito da la impresión de haber reencauchado al Presidente.
SEMANA lo visitó el sábado en la tarde para la entrevista de esta edición (ver próximo artículo) y se encontró con un Barco alegre, optimista y seguro de sí mismo, cuyo estado de ánimo se asemeja más al de un Presidente recién elegido, que al de uno a quien el sol comienza ya a calentarle las espaldas.

Desconcertando a críticos y admiradores, el Primer Mandatario recurrió una vez más a la táctica que tan buenos resultados le dio durante la campaña electoral: hacer caso omiso de las opiniones de una élite escéptica, anti-barquista y criticona, y hacerse eco de una aspiración colectiva. Durante la campaña fue el "¡Dale, rojo, dale!" y ahora podría ser "El pueblo tiene la palabra".

Todo había comenzado el sábado 30 después del mediodía, cuando una llamada del ministro de Comunicaciones Fernando Cepeda alertó al codirector del diario El Espectador, José Salgar, para que estuviera "quieto en primera". Se trataba de esperar una carta del Presidente, dirigida a los dos jóvenes directores del periódico, Juan Guillermo y Fernando Cano. El contenido, divulgado al día siguiente en todos los medios de comunicación del país, indicaba que el jefe del Estado había decidido, después de seguir "con toda atención el debate propiciado por El Espectador", proponer la convocatoria para el 13 de marzo de una consulta popular para que los votantes resolvieran si se debía derogar o no el Articulo 13 del plebiscito de 1957, que había prohibido la realización de plebiscitos Barco agregaba que si la respuesta era favorable, se podría convocar poco despues un referéndum para someter al juicio de los electores una serie de reformas constitucionales. Adjuntaba el primer mandatario a su carta, un memorando redactado para él por los ministros de Gobierno, César Gaviria, y de Comunicaciones, con el análisis juridico de la propuesta.
Aunque el gobierno anticipaba una gran controversia, no dejó de sorprender ni la velocidad con que se desató, ni la intensidad que tuvo. El domingo, el mismo día de la publicación de la carta, parecia haber un clamor nacional a favor de la iniciativa.
Los noticieros de televisión mostraron un desfile de representantes de todos los estamentos que unánimemente, aplaudian la iniciativa presidencial. Esta unanimidad duró escasas 24 horas. A la mañana siguiente mientras El Espectador reclamaba su triunfo con un gigantesco "Si" en primera plana, El Tiempo planteaba las primeras grandes reservas, en un editorial que, según se rumoró, había sido inspirado por el ex presidente Alberto Lleras. Ese mismo día aparecían las declaraciones de su primo y también ex presidente, Carlos Lleras, en las cuales les respondia lacónicamente a reporteros de televisión: "yo no lo hubiera hecho". Por su parte, El Siglo, no sólo expresaba reservas, sino que se oponía frontalmente. En conversaciones privadas, los ex presidentes Pastrana y Betancur se oponían pero evitaban desautorizar abiertamente a Jota Emilio Valderrama, presidente del Directorio Conservador, y uno de los primeros en salir a respaldar la propuesta. Como si todo esto fuera poco, el martes apareció en El Tiempo una carta de otro ex presidente, Alfonso López, que para muchos resultaba tan contundente y devastadora, que enterraba de una vez por todas la iniciativa.

Pero enterrarla no era tan fácil.
Como el propio López lo había dicho, había por lo menos, una división generacional. La mayoria de las personas que habían protagonizado el plebiscito del 57, parecian estar aferrados a la renuncia voluntaria y perpetua de este instrumento. Pero teniendo en cuenta que el 75% de 105 colombianos o no habían nacido, o no tenian uso de razón en 1957, para este grupo podia parecer lógico que le hicieran la pregunta directamente. A este apoyo generacional se sumaban algunas voces de peso de veteranos del 57 como el ex presidente Julio César Turbay, el ex ministro Alfonso Palacio Rudas y juristas connotados como Luis Carlos Sáchica, César Castro Perdomo y muchos otros.

En realidad Barco habia hecho una cosa muy poco común en política: hacer lo que todo el mundo estaba pidiendo. En una u otra forma, en me dio de la guerra simultánea contra los frentes de la guerrilla y el narcotráfico, el país entero reclamaba medidas audaces. La fórmula de Barco es tan audaz que corresponde, de alguna manera, al espiritu de la controvertida carta de Enrique Gómez Hurtado a mediados de enero, donde pedía lo que fue bautizado como "un golpecito" para afrontar la crisis. Palabras más, palabras menos, lo que argumentaba el hermano de Alvaro era que "o nos damos un golpe a las buenas desde adentro, o nos dan uno a las malas desde afuera". Difícilmente se podía ajustar más a este concepto la propuesta de Barco. Por una de esas ironias de la politica, El Siglo es uno de los más radicales opositores al "golpe democrático" del Presidente.

En todo caso el Primer Mandatario cambió de un tajo el panorama que los colombianos tenian ante si. En apenas 8 días, el país cambió de obsesiones. El narcotráfico y la guerrilla, que habían acaparado la atención durante los últimos años, cedieron su lugar esta semana a un debate constitucional y político sobre la primera propuesta concreta en esos mismos años, para tratar de cambiar las cosas.
Puede que tengan razón los que consideran que esto no es más que una ilusión, y que los serisimos problemas del país no se podrán solucionar por Reforma Constitucional. Pero permitir que los colombianos tengan una ilusión, es un gran servicio en la actualidad. --