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EL HEROE DE LA JORNADA

El director de la Policia, Rosso José Serrano, acapara los aplausos tras la captura del viernes. Hace siete meses sus enemigos casi lo sacan de la institución.

10 de julio de 1995

CUANDO EN OCTUBRE DEL año pasado el general Rosso José Serrano viajó a Estados Unidos en calidad de agregado de la Policía Nacional en Washington, parecía ser ser el otoño de su carrera como oficial activo. Se creía que una vez cumplida su misión en el extranjero Serrano, después de 36 años al servicio de la Policía, pasaría a uso de buen retiro. En ese momento nadie entendía cómo a uno de los oficiales más brillantes que ha tenido la Policía y quizá el mayor experto en la lucha contra la droga lo iban a llamar a calificar servicios justo en la época más crítica de la institución.
Esa crisis que se desató a mediados del año pasado produjo un fuerte remezón en la cúpula que ocasionó serios enfrentamientos internos. La reestructuración hecha por el gobierno en ese entonces fue calificada en su momento como muy superficial y como un paño de agua tibia para una institución que estaba corrompida por dentro y al borde de la desaparición (ver SEMANA #645).
Dos meses después del remezón en la Policía, el gobierno anunció nuevo cambio en la cúpula de la institución. Y cuando todos pensaban que Rosso José Serrano estaba a punto de colgar su uniforme, la sorpresa fue mayúscula cuando el presidente Ernesto Samper lo nombró nuevo director de la Policía Nacional. Por primera vez se tuvo en claro que si se quería barrer la casa por dentro el hombre para hacerlo era este santandereano de 52 años de edad, afable, de pocas palabras insobornable y con una hoja de vida impecable.
En los siete meses que lleva al frente de la Policía, Serrano a cumplido con creces su labor. Cerca de 2.000 miembros de esa institución han sido destituidos por mala conducta y por ineficiencia en el cumplimiento de sus cargos. Si bien acabar con la corrupción era uno de los retos más importantes que tenía Serrano en el camino, la prioridad número uno era combatir y desmantelar al cartel de Cali. No era una labor nueva para el general Serrano, pues en los 36 años de vida en la institución cerca de 15 los ha dedicado al tema del narcotráfico. Como director de Antinarcóticos tuvo a su cargo la fumigación de extensos cultivos de amapola y coca. Su trabajo en este frente le ha valido gran parte de sus 29 condecoraciones de honor que decoran un enorme salón de estudio de su residencia.
Por eso el éxito logrado el viernes pasado, cuando en un espectacular operativo que él dirigió personalmente en el cual logró la captura del número uno de la organización del cartel de Cali, no fue obra de la casualidad. Este abogado de la Universidad Grancolombia es experto en inteligencia y la mayoría de estos cursos los adelantó en Estados Unidos. Allí hizo migas con los más importantes hombres de los organismos de seguridad norteamericanos. Serrano es de los escasos colombianos que se codean con los directores de la DEA, la CIA y el FBI. Muchos de ellos lo llaman a Bogotá para consultarle temas de seguridad y él a su vez los molesta a diario para seguir su lucha antidrogas.
Cuando le dio el parte de victoria al presidente Ernesto Samper, al ministro de Defensa, Fernando Botero, y al país, sobre la captura de Gilberto Rodríguez Orejuela, el general Serrano estaba anonadado y sin palabras. No sabía si era un sueño o una realidad y solo aterrizó unas horas después cuando, en la soledad de su despacho en la Dirección General de la Policía, entendió que en sus 36 años de servicio había dado el golpe más certero de su carrera.
El viernes la felicidad del general Serrano no solo se debía a la captura de Rodríguez Orejuela. Ese día cumplía 28 años de casado con la ciudadana alemana Hilde Marié Evers. Su hogar está conformado por dos varones y una mujer. El mayor de ellos es diseñador de interiores. A pesar de su pasión por la Policía ninguno de sus hijos le siguió los pasos.
Es un hombre hogareño, fanático de las tiras cómicas de Dick Tracy y Educando a Papá. En su vida, nunca se ha fumado un cigarrillo y hace 15 años no va a una sala de cine. Tiene un récord difícil de superar. Como director de Antinarcóticos en 1991 realizó un decomiso de 64.000 kilos de cocaína que estaban listos para ser despachados al mercado internacional.
El general Serrano no es amigo de las celebraciones largas ni de los triunfos efímeros. Por eso el sábado pasado a las ocho de la mañana ya se encontraba en su despacho impartiendo órdenes para seguir su lucha contra el narcotráfico. El más que nadie es consciente que se ganó una batalla pero todavía hay que recorrer un largo camino para ganar la guerra. Aún queda por delante la captura de importantes hombres de la organización de Cali y si bien el primer golpe se le asestó a la cabeza, el cartel sigue vivito y coleando.