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EL HOMBRE DEL AÑO

30 de enero de 1984

Ningún colombiano ha despertado más reacciones encontradas que Carlos Jiménez Gómez. Siempre que hubo una situación conflictiva, el Procurador puso el dedo en la llaga, inclusive en aquellos casos que nadie se atrevía a tocar. Ya desde finales del año anterior, cuando el Procurador convocó a una rueda de prensa en el Círculo de Periodistas de Bogotá, en la cual hizo una serie de denuncias sobre irregularidades administrativas y delitos contra la economía nacional, el país supo que Carlos Jiménez Gómez iba a ser uno de los principales protagonistas de 1983. Esto se hizo aún más evidente cuando, en los primeros días del año, anunció la publicación de un documento sobre el MAS y afirmó que había elementos del ejército vinculados al mismo. Este pronunciamiento produjo enérgicas reacciones, especialmente del ministro de Defensa quien en un polémico editorial publicado en la revista de las Fuerzas Armadas llegó a referirse al Procurador como "un desconocido abogado", advirtiendo que nadie debía atreverse a "mancillar el nombre de las Fuerzas Armadas". Este sería apenas uno de los múltiples calificativos que recibiría el Procurador por sus gestiones durante el curso del año. De cobarde y temeroso fue acusado posteriormente cuando, una vez revelado el documento sobre el MAS, ningún nombre concreto aparecía reseñado. Pocos días después, tal vez aguijoneado por las críticas sobre la vaguedad del informe y demostrando una actitud desafiante frente a las Fuerzas Armadas con las cuales, se rumoraba, había un serio enfrentamiento, Jiménez Gómez procedió a dar los nombres de las 163 personas -59 militares entre ellas- supuestamente vinculados al tenebroso movimiento. Como en todas sus actuaciones, esto produjo las más encontradas reacciones: mientras unos afirmaban que por fín el país tenía Procurador, otros lo acusaban de haber violado la reserva del sumario, al haber colocado en la picota pública nombres de personas que habían sido investigadas, pero que aún no habían sido juzgadas.
Su audacia lo llevó inclusive a oponerse a un fallo emitido por el Tribunal disciplinario, según el cual los miembros de las Fuerzas Armadas que habían sido acusados de vinculación con el MAS, debían ser juzgados por militares y no por civiles, lo cual le valió otra andanada de críticas por parte de varios sectores de la opinión.
Ni siquiera el ex canciller Lemos Simmonds se salvó del ímpetu del Procurador. Acusado por éste de haber comprado unos automóviles que no cumplieron el requisito de la licitación pública, Lemos afirmó: "El Procurador convirtió la justicia en un circo".
En un tema tan polémico como el tratado de extradición no podía haber faltado el pronunciamiento de Jiménez Gómez. En efecto, fue el única miembro del gobierno que rechazó el tratado, pregonando a los cuatra vientos que "violaba los más elementales principios del derecho constitucional colombiano".
Otro de los objetivos que se propuso el controvertido Procurador fue el de desmantelar el tristemente célebre Escuadrón de la Muerte, que operá impunemente cobrando decenas de víctimas, principalmente en la capital antioqueña. Mediante una hábil labo de infiltración, el equipo de investigadores de la Procuraduría elaboró un informe analizando las características del fenómeno, e identificando con nombre propio a algunos de sus componentes.
No le faltaron al Procurador escándalos pasajeros, como el que protagonizó en cierta oportunidad a la entrada del Congreso, cuando uno de sus guardaespaldas agredió físicamente a un miembro de la fuerza pública, lo cual lo hizo figurar una vez más en las primeras páginas de los diarios.
Hacia finales del año, la atención en el Procurador no decaía. En noviembre fue asesinado un hacendado que meses antes había sido acusado por Jiménez Gómez de pertenecer al MAS, y quien en esa oportunidad había advertido que "el Procurador me colgó una lápida al cuello".
Todas las adversidades del año no lograron marchitar la vena poética del Procurador, como lo demostró en la rueda de prensa que dio el 30 de diciembre, en la cual evaluó el papel del ministerio público parafraseando a un poeta, en términos de "una instancia con largo pasado pero con una historia nueva".
Al cierre del año, el Procurador era el colombiano que, aparte del Presidente, más titulares de prensa había recibido. Fue duramente criticado por muchos por la facilidad con que improvisaba en temas de máxima trascendencia y por lo que consideraban su "don de la inoportunidad", y enérgicamente defendido por otros por su gestión valiente y su firme compromiso con los principios democráticos, La gestión de Carlos Jiménez Gómez dejó claro que, si en el pasado la crítica había sido que el Procurador no se hacía sentir, ahora se estaba haciendo sentir demasiado.