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El juicio del siglo

No llegaron nuevas pruebas. De pronto Santofimio se salva.

1 de julio de 2006

El supuesto juicio del siglo acabó siendo menos emocionante de lo anticipado. Se esperaba que a la famosa denuncia de 'Popeye' de que Alberto Santofimio había sido el autor intelectual del magnicidio de Luis Carlos Galán se le agregarían otras pruebas que permitirían redondear el caso. Esto no ha sucedido.

A pesar de la presencia de todos los medios de comunicación y del inusual espectáculo que significaba ver sentadas hombro a hombro a las familias Santofimio y Galán en primera fila de la audiencia, las nuevas revelaciones fueron pocas. 'Popeye' reiteró milimétricamente lo que había dicho en su libro. El ex congresista Carlos Alberto Oviedo Alfaro, preso por homicidio, también reiteró una declaración anterior según la cual Pablo Escobar le habría dicho un día en la cárcel de la Catedral que por haberle hecho caso a Santofimio sobre el peligro de extradición que representaba Galán, se le vino el Estado encima.

Fuera de esos dos testimonios, y la defensa de Santofimio insistiendo en que era totalmente inocente, lo único que se escuchó fueron las declaraciones de cuatro generales retirados que aportaban testimonios sobre un punto más bien irrelevante: si 'Popeye' era importante dentro del cartel de Medellín o simplemente un sicario más. El asunto es irrelevante porque muchas veces está mucho más enterado de lo que hace el jefe su chofer o su secretaria, que su subgerente. Por lo tanto, el bajo rango del testigo no implicaría que no estuviera informado.

Por lo anterior, a menos que en esta semana aparezcan datos reveladores, el juicio va a acabar siendo lo que era antes de su inicio: la palabra de 'Popeye' contra la palabra de Santofimio. Y a este respecto los dos tienen rabo de paja.

De 'Popeye' se pueden decir muchas cosas. En primer lugar, que aunque muchos testigos, analistas y conocedores del cartel de Medellín aclaran que no era importante y que llegó tarde a la organización, sí era muy cercano a Escobar. Tal vez no era jefe de sicarios como 'El Chopo' o 'Pinina', sino un simple mandadero o un sicario más. Pero sí era de confianza y hacía mandados tan delicados como la compra de la subametralladora con la que fue asesinado Galán, y el pago a los sicarios que la dispararon. Si eso no es confianza, nada es confianza.

Sin embargo, el testimonio de 'Popeye' no es totalmente convincente. La relación entre Santofimio y Escobar tuvo muchos altibajos. Se conocieron en 1981 y fueron aliados políticos para las elecciones parlamentarias de 1982. La premisa era que el talento y la oratoria de Santofimio, combinados con el dinero de Escobar, eran una fórmula inderrotable para llevar al entonces senador a la Presidencia de la República.

Por esos días Escobar era considerado "el hombre de las bonanzas". Esa era la dimensión que tenían los narcotraficantes antes del baño de sangre que se desató en el país años después. A pesar de sus antecedentes, tenía movimiento político propio, Medellín sin Tugurios, y adhirió inicialmente al Nuevo Liberalismo, de Luis Carlos Galán y, en el nivel presidencial, a la campaña de Alfonso López Michelsen. Posteriormente pasaron dos cosas: Galán expulsó a Escobar del Nuevo Liberalismo y éste se refugió en el Movimiento Alternativa Popular, de Alberto Santofimio. Y por otro lado, según declaración de Jaime Gaviria -primo hermano del jefe del Cartel de Medellín-, Escobar, indignado porque López Michelsen no le aceptó una invitación a la hacienda Nápoles, le retiró su respaldo y decidió dárselo a Belisario Betancur.

Posteriormente, en agosto de 1983, El Espectador publicó pruebas irrefutables de que Escobar era un narcotraficante. Santofimio se asustó y le pidió la renuncia. El capo se negó y el dirigente tolimense lo expulsó del movimiento.

Sin que nadie sepa cómo años después aparentemente zanjaron sus diferencias. Santofimio lo niega y pretende dar por terminada su relación con Escobar en ese episodio. Sin embargo, existen suficientes testimonios de sicarios como 'El Mugre' que relatan cómo en la época de la guerra dura y la clandestinidad, los dos antiguos socios políticos llegaron a reunirse de vez en cuando.

La expulsión del capo no fue el único incidente en que Escobar y sus amigos le declararon la guerra a Santofimio. Para Escobar, el único pecado verdaderamente mortal era que algún aliado suyo se pasara al lado de 'Los Pepes' o del cartel de Cali. Muchos de los que lo hicieron fueron asesinados. Aunque el grueso de la opinión pública no sigue estos movimientos ni entiende estas lealtades, los miembros del cartel de Medellín sí. Y el ánimo revanchista de 'Popeye' pareció quedar en evidencia en sus declaraciones a la Fiscalía, según las cuales en 1991 el dirigente tolimense había cambiado de bando: "Se había metido con 'Los Pepes' y también estaba metido con el cartel de Cali", fueron las palabras del sicario. Y como si fuera poco, en el juicio de la semana pasada agregó: "Doctor Santofimio, yo puedo ser un sapo porque lo estoy delatando a usted, pero usted es un torcido, porque se pasó del cartel de Medellín al cartel de Cali".

Otro factor que les quita credibilidad a las denuncias de 'Popeye' es que lo acusa de ser el autor intelectual no sólo del asesinato de Galán, sino del de Rodrigo Lara y del secuestro de Andrés Pastrana. Y como si fuera poco, de haber recomendado asesinar a este último.

De ser verdad esta escalada de denuncias, Santofimio sería un criminal de la dimensión de Pablo Escobar. Y aun los que creen que es un político corrupto o que tuvo algo que ver con el asesinato de Galán dudan que el dirigente tolimense sea un asesino en serie.

Otro punto frágil de la confesión de 'Popeye' es que contradice lo que él mismo dijo hace 15 años cuando se entregó a la justicia. En ese momento confesó haber sido partícipe, dio muchos detalles, pero no mencionó a Santofimio. Paradójicamente, esa revelación en 1991 le habría podido representar una reducción de pena. Presentada el año pasado, como lo hizo en su libro, no le significa beneficio alguno.

'Popeye' justifica este cambio de versión con el argumento de que tenía miedo de que Santofimio lo matara y con la necesidad de descargar de su conciencia el dolor que él había causado a la familia Galán. Esta argumentación tampoco convence. Es más lógico que Santofimio tuviera miedo de que lo matara 'Popeye', que al revés. Y en cuanto a la conciencia, 'Popeye' mismo reconoció haber participado en 700 asesinatos. Para llegar a la tranquilidad de conciencia hay mucho trecho por recorrer.

El turno de Santofimio

Si las denuncias de 'Popeye' no son muy sólidas, la defensa de Santofimio lo es menos. El dirigente tolimense ha pretendido demostrar su inocencia con tres argumentos: 1) No se puede creer en la palabra de un delincuente. 2) Hay una conspiración de la Fiscalía en su contra. 3) Él es un hombre de bien.

El primer punto, el de la credibilidad de los delincuentes, está de moda por la avalancha de libros publicados recientemente por mafiosos, sicarios, paramilitares o sus abogados. Estos han puesto sobre el tapete el debate sobre si la historia se puede escribir con base en esos testimonios. Y la respuesta parece ser que puede que la historia no, pero la justicia no los puede descartar automáticamente. En las investigaciones judiciales en países donde impera el sistema de negociación de penas, la confesión de los delincuentes es clave. Los únicos que saben cómo se llevan a cabo los crímenes son los criminales.

Y aunque el sistema de negociación con la justicia basado en la delación es muy imperfecto, su principal sustento es el testimonio de personajes del bajo mundo. Así ha operado siempre en países como Estados Unidos y así opera en Colombia desde cuando se instauró el sistema acusatorio. Que no haya que descartar las denuncias de los hampones no significa que hay que creerles. Los académicos de estos temas han determinado que es frecuente que en esas confesiones haya mucho de verdad y algo de mentiras. La función de la justicia es determinar cuál es cuál.

El segundo argumento de Santofimio es que hay una conspiración de la Fiscalía contra él. Esa es una justificación a la que recurren con frecuencia los acusados y que tiene muy poco efecto ante los jueces. Las denuncias contenidas en el libro El verdadero Pablo, de 'Popeye', sobre la autoría intelectual del magnicidio, obligaban a la Fiscalía a reabrir el proceso. Eso no quiere decir, en ningún caso, que haya una conspiración de la Fiscalía. Los abogados de Santofimio argumentan que la razón por la cual el entonces fiscal Luis Camilo Osorio reabrió esa investigación es porque su hijo está casado con una sobrina de Galán. Si eso fuera así, ¿por qué no la abrió Alfonso Valdivieso, primo hermano de Galán, cuando era Fiscal General de la Nación? Éste, después de estudiar todo el expediente, llegó a la conclusión de que Santofimio no podía ser vinculado al proceso. A la misma conclusión llegó cuando fue fiscal Alfonso Gómez Méndez, quien como tolimense había sido enemigo político de Santofimio. Más motivos para una 'conspiración' tenían Valdivieso y Gómez Méndez que Osorio. Por lo tanto, si el proceso fue reabierto, fue fundamentalmente por la denuncia de 'Popeye'.

El tercer punto de la defensa de Santofimio es que él es un hombre de bien, que no ha hecho nada diferente de buscar la paz y quien no tuvo más que una relación tangencial y estrictamente política con Pablo Escobar durante un año. Esta relación, según él, se habría acabado en 1983 y nunca se volvieron a ver. Esta línea de defensa parecería ser un error estratégico. Son múltiples las pruebas que existen, incluidos fotos y testimonios, de que la relación entre ellos dos fue más que un contacto impersonal de trabajo durante un año. Si no se volvieron a ver desde 1983, ¿qué motivación tendrían los miembros del cartel de Medellín para querer destruirlo 23 años después?

Y en cuanto a la tesis de que él no ha sido sino un hombre que ha dedicado su vida a buscar la paz, es una afirmación contraproducente para alguien que ha estado tres veces en la cárcel, que ha sido acusado de tener nexos con los dos carteles y con 'Los Pepes', y que está en el banquillo como el presunto autor intelectual de uno de los magnicidios más grandes de la historia de Colombia. Más credibilidad tendría Santofimio si reconociera que su pasado político no es un lecho de rosas, sino todo lo contrario. Y, basado en un mea culpa sobre sus errores pasados, su testimonio tendría más credibilidad. Pero no fue el caso.

Las otras pruebas

Fuera de las denuncias de 'Popeye' y de la defensa de Santofimio, hay uno que otro elemento suelto en el proceso. Tal vez el más significativo es una carta del hombre que disparó la bala que mató a Galán, José Éver Rueda Silva. Éste le escribió a su madre desde la cárcel un documento de su puño y letra en el cual básicamente decía que quería que quedara un testimonio escrito por si lo asesinaban. Según Rueda, el jefe del Nuevo Liberalismo había sido eliminado por una alianza entre narcotraficantes y políticos. Un mes después de esta carta, el asesino de Galán fue baleado en La Modelo.

El documento de Rueda Silva es un testimonio muy detallado y bastante convincente. Sin embargo, desconcierta un poco porque se refiere a supuestas reuniones donde habrían estado presentes políticos como Santofimio o el entonces candidato Hernando Durán Dussán. Nadie que haya conocido a ese dirigente llanero le otorga credibilidad a la posibilidad de su participación en un magnicidio. Por lo tanto, es difícil darle peso probatorio a un documento cuando hay que darle interpretación selectiva.

Resumiendo todo lo anterior, por una parte, 'Popeye' quiere -como lo dijo en el juicio- que Santofimio pague su cuota de responsabilidad como lo hicieron sus ex compañeros del cartel de Medellín. Pero su testimonio tiene falencias que lo hacen tambalear. Y por la otra, el ex ministro se ha defendido mal. La mayoría de los penalistas consultados por SEMANA tienen muchas reservas sobre el desarrollo del juicio. Todos consideran que el acusado no es ningún santo y que tiene una hoja de vida y un pasado judicial vergonzosos. Sin embargo, puede haber discusiones jurídicas sobre la contundencia de las pruebas sobre su autoría intelectual. Éste implica una condición de subordinación por parte de Pablo Escobar que nunca se le vio en la vida. Por el contrario, siempre mostró una personalidad autónoma y dominante.

En su libro, 'Popeye' afirma que el jefe del cartel de Medellín convocó una cumbre de la mafia para pedir la opinión de sus socios sobre el asesinato de Galán. 'El Mexicano', los Galeano, los Moncada y todos los presentes le dijeron que era una locura. Escobar levantó la sesión diciendo que registraba esas opiniones, pero que su decisión estaba tomada. Ante este planteamiento, 'El Mexicano' acabó sumándose a la causa. Esta anécdota parecería indicar que Escobar no necesitaba de Santofimio para saber que si Galán llegaba a la Presidencia, lo extraditaría.

No se sabrá nunca con exactitud qué papel pudo jugar Santofimio en todo ese episodio. Algunos creen que los magnicidios son temas confidenciales de la mafia que los capos no comparten necesariamente con su asesor político. Otros creen que Santofimio, si bien no era el autor intelectual, sí era consultado, o por lo menos estaba enterado. De poder demostrarse esto, el delito que se le podría imputar sería más bien el de encubrimiento, complicidad u omisión de denuncia. En todo caso, pocos creen en la frase que se le atribuye de "¡Mátalo, Pablo, mátalo!" que suena demasiado caricaturesca.

De lo que no hay duda es de que el juez tiene una papa caliente en sus manos: la opinión pública parece no tener dudas de que Santofimio es culpable. Los penalistas, por su parte, no meten la mano en el fuego por él, pero consideran que, independientemente de su grado de responsabilidad, los testimonios y otros elementos aportados hasta la fecha no constituyen un acerbo probatorio suficiente para condenarlo.