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El llanero solitario

En momentos en que el periodismo independienteparece estar desapareciendo en Colombia, Antonio Caba]lero saca la cara por esta especie en vias de extinción.

20 de septiembre de 1993

POR ALGUNA RAZON, CADA VEZ QUE EN Colombia se piensa o se habla de periodismo independiente, la referencia obligatoria es, invariablemente, Antonio Caballero. Porque si bien no todo el mundo está de acuerdo con lo que él escribe, en lo que sí coincide la gente es en que es independiente. Todo estudiante de periodismo en Colombia lo tiene como su modelo y sus escritos son los más consultados en las facultades periodísticas. A Antonio Caballero se le puede amar o se le puede odiar, pero no se le puede ignorar.
Esta reputación no es gratuita y obedece a que Caballero llena una serie de requisitos para ser independiente que casi nadie llena en Colombia. No está afectado por ninguno de los factores que pueden llegar a comprometer la independencia de un periodista, sobre todo la de un columnista de opinión: carece de intereses políticos propios y carece de intereses económicos de cualquier clase. Es escéptico por naturaleza e irreverente frente a todo. Pero tal vez lo que más legimitidad le da a su espíritu contestatario es que pertenece a todo lo que desprecia.
Históricamente, su familia fue el símbolo del poder tanto político como económico en Colombia.
A comienzos de siglo, la familia Caballero y la familia Holguín tenían las riendas de la sociedad y la política. Tan es así, que para hablar de la oligarquía en aquellos días se decía la "Holguinarquía" Los Caballero y los Holguín perdieron el poder. Pero quedaron los vínculos de sangre con quienes lo detentan. Antonio Caballero es pariente de los Santos, de los cano, de los Santo Domingo, de los López y, co mo hecho curioso, hasta de Jaime Bateman. Todo esto lo convierte en conocedor de lo que Galán llamó alguna vez las "entrañas del monstruo". El nació entre ellos, creció entre ellos, conoce sus realidades y sus mitos.
Como se diría coloquialmente, no les come cuento.

PERIODISTA ERRANTE
Caballero nació hace 48 años en Bogotá y pasó los primeros 10 años de su vida entre Tipacoque, Bogotá y Madrid. A Tipacoque se iba la familia cada vez que se acababa la plata. Como los estudios se interrumpían, los hijos recibían clases particulares de su padre, Eduardo Caballero Calderón y de su madre, Isabel Holguín.
Cuando retornaba la solvencia económica y se podía pagar la matrícula del Gimnasio Moderno, Antonio era discípulo de don Agustín Nieto Caballero, su tío. Y cuando los vientos políticos soplaban del lado de los liberales había chanfas diplomáticas para los Caballero y la familia se trasladaba a Europa.
Al cumplir 10 años regresó a Bogotá y terminó su bachillerato en el Moderno.
Hizo un año de derecho en la Universidad del Rosario y luego se fue a Paris en donde su padre fue nombrado embajador ante la Unesco. Cuando Eduardo Caballero regresó a Colombia, su hijo se quedó estudiando en la famosa facultad de Ciencias Políticas Sciences-Po.
Su subsistencia económica durante esos años corrió por cuenta de los amigos que lo invitaban a almorzar, y· de la venta de sus caricaturas en restaurantes.
Cuando se desató la revolución juvenil de mayo del 68, la facultad se cerró y Caballero se trasladó a Londres, de permaneció durante dos años. En la capital inglesa, hace un cuarto de siglo, conoció a un hombre que habría de jugar un papel muy importante en su vida: Juan Tomás de Salas. Por esa época la prestigiosa revista Economist tenía una edición en español, cuya sección económica estaba a cargo de Salas. Como este último había vivido en Colombia durante los años duros del franquismo, su afinidad con los colombianos era grande e inmediatamente Caballero se convirtió en su mejor amigo.
Le ofreció trabajo en el Economist y ahí fue donde comenzó su carrera periodística.
Como el sueldo era bajo, esta actividad tuvo que ser combinada con la de locutor de la BBC. La famosa cadena radial inglesa siempre ha tenido una emisión en español para la cual hace una selección de locutores por concurso.
Caballero se presentó y los directivos se sorprendieron ante lo que consideraron la voz perfecta. A partir de ese momento, los radioescuchas que oyen la BBC en español por todo el planeta, se enteraron de la actualidad mundial a través de la voz profunda, austera y sin acento del joven periodista colombiano.
Tan pronto logró ahorrar unos dólares de sus trabajos en Londres, decidió irse a vivir a Grecia. Se había enamorado de una mexicana de nombre María Luisa y los dos tenían la meta de ser novelistas. Qué mejor lugar para buscar inspiración que una isla griega. No se trataba de las paradisíacas y costosas islas del mar Egeo, que eran las de los turistas, sino de una sin mayores atractivos, perdida en el mar Jónico de nombre Sefalonia. En ese caserío de campesinos griegos, donde fuera de los habitantes del pueblo no había llegado un alma, una pareja podía vivir en 1973 con 100 dólares al mes. Allá, en medio de horas interminables al rayo del sol, se escribieron los manuscritos de su primera novela Sin remedio.
De Grecia se fue a vivir a Roma.
La mexicana se había conseguido un puesto en la FAO y eso proporcionó el sustento de la etapa italiana de Antonio Caballero. Atrás quedó ese romace y después de una temporada en Francia, se instaló en España. Su amigo Juan Tomás de Salas estaba fundando el semanario Cambio 16 e invitó a Caballero para que lo acompañara en las jornadas periodísticas que se libraron en el ocaso del franquismo.
A mediados de los años 70, regresó a Colombia para fundar Alternativa en compañía de Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón. La revista se habría de convertir en el principal órgano de oposición al gobierno de López Michelsen y en el medio más influyente de la izquierda. Fue una época de un periodismo idealista que todos los protagonistas evocan con nostalgia pero que ninguno está dispuesto a repetir. Media docena de personas, encabezados por Santos y Caballero, tenían que escribir la totalidad de la revista que por su carácter radical no contaba con pauta publicitaria de ninguna clase. Del Antonio Caballero de esos días recuerda García Márquez "es un periodista de los tiempos heroicos, capaz de hacer él solo a última hora to- da una revista, escribiendo a máquina con solo dos dedos, desde los editoriales políticos y la crónica roja hasta el horóscopo y el consultorio sentimental. Y resolviendo al final, desde luego, lo que muy contados periodistas del mundo pueden resolver por si mismos, que es dibujar las caricaturas en las vueltas de la carátula "
Seis años duró el experimento de Alternativa y cuando terminó se regresó a España a trabajar otra vez con Cambio 16, que por ese entonces ya se había convertido en la primera revista de opinión de ese país. De ahí en adelante su vida periodística habría de al ternar entre Cambio 16, SEMANA y El Espectador, y su residencia entre Madrid y Bogotá. Como dato curioso, no conoce los Estados Unidos. Por cuenta de su pasado izquierdista, el gobierno de ese país siempre le ha negado la visa. Lo que ha desembocado en la paradoja de que este periodista errante que ha vivido todo y ha visto todo, nunca ha puesto un pie en el país más importante del planeta.

UN HOMBRE ORIGINAL
Todas estas vueltas por el mundo han convertido a Antonio Caballero en uno de los personajes más cultos, cosmopolitas y controvertidos del país.
Con su calva de intelectual, su expresión melancólica y su permanente Pielroja en la mano, su figura corresponde a la de un poeta existencialista de otras épocas. Esta apariencia de intelectual abandonado con mirada afligida es considerada por muchos la clave de su éxito con las mujeres cuya primera reacción hacia él es la de protegerlo. De ahí en adelante, su sentido del humor y su cultura constituyen su gancho.
Su cultura sin duda alguna es enorme. A los siete años se había aprendido de memoria El romancero español. De joven leyó a Bolívar, a Ortega y Gasset, a Nietzsche, a Shopenhauer a Sartre, a Malroux, a Camus, etc. Leyó con especial devoción a Henri de Montherlant y a Wenceslao Fernández Flórez, dos de las grandes plumas de la derecha europea.
En 1983 Caballero decidió lanzarse al mundo de la literatura y publicó su primera novela Sin Remedio. Llevaba 12 años trabajando en ella y dado el prestigio de su autor, la expectativa era grande. Se trata de la vida de un joven poeta de la sociedad bogotana de los años 60. En contra del consejo de García Márquez, la obra llegó a las 600 páginas y contiene bastante de la neu rosis de su autor. El veredicto después de su aparición fue mixto. Sus fans la devoraron y la consideraron una versión urbana de Cien años de.soledad.
Sin embargo, su impacto en la literatura contemporánea ha sido moderado.
Su segundo libro, titulado Toros, toreros y públicos, apareció el año pasado. Sus conocimientos sobre la fiesta brava combinados con su elegancia literaria, garantizaron un éxito inmediato entre los taurófilos.

EL HOMBRE DE LOS MONOS
Otra faceta de Caballero es la de caricaturista. Desde hace más de 25 años, Antonio Caballero viene pintando con un humor corrosivo y negro la realidad nacional. Sus personajes son variados y en ellos está representada toda la "fauna" social: los burgueses, los cardenales, los políticos, los guerrilleros, los militares, etc. García Márquez opina que "es en sus caricaturas donde su talento se condensa con el poder de aniquilación de una partícula nuclear. Pues no son caricaturas de un personaje en particular, sino que cada cuadro es una caricatura completa de toda la sociedad colombiana, que a Antonio le parece pervertida y condenada y que a su modo de ver no tiene salvación ".
Tal vez la obra gráfica que más ha conmovido a sus admiradoras es el libro de caricaturas dedicado a su hija llamado Isabel en Invierno. En este, su plumilla mordaz y fulminante, que normalmente destruye todo, pasa a elaborar un mundo perfecto con ositos y bosques.
Pero Antonio Caballero es ante todo un columnista de opinión. Y es en este campo donde se granjeó su prestigio de periodista independiente. Sus columnas son viscerales y en estas no hay aguas tibias. La ponderación y el equilibrio no son su fuerte. En sus escritos las cosas son blancas o negras, y la mayor parte de las veces negras.
Enrique Santos Calderón, tal vez la persona que ha trabajado más de cerca con Caballero, lo define como un periodista "tremendista". "Le fascina emocionar a la galería con desplantes que conmocionen. Por eso no matiza, ni le interesa buscarle las dos caras a la moneda".
Gran parte de su éxito radica en que siendo un hombre tan sofisticado, interpreta mejor que nadie los sentimientos del ciudadano medio.
Sus columnas contienen lo que muchos piensan pero nadie se atreve a escribir. Todos los colombianos que quieren tirar piedra contra el poder se sienten identificados en ellas. Y todos los blancos de su pluma sienten en cada columna una pedrada.
Curiosamente, muchos de los que nunca están de acuerdo con él son sus principales lectores. En las encuestas que se han hecho sobre la credibilidad de Caballero se ha establecido que lo leen con el mismo entusiasmo los creyentes y los escépticos.
Uno de estos últimos es el general Fernando Landazábal, quien afirmó a SEMANA: "Antonio Caballero es un escritor inteligente, capaz, un periodista de alto calibre. Me gusta leerlo porque tiene un estilo agradable. Sin embargo, escribe muchas veces con argumentos que no corresponden a la realidad " .
La crítica que más se le hace es la de que sus escritos están cargados de amargura. Juan Diego Jaramillo, a quien muchos consideran la contraparte de Antonio Caballero en la derecha, al respecto puntualiza: "Tiene una enfermedad del alma: la amargura. Si en los años 60 uno estaba contra el establecimiento, encontraba una teoría política para justificarse. Hoy, en cambio, sólo la neurosis puede justificar la lucha contra lo establecido''
Lo que es un hecho es que Caballero piensa seguir luchando contra lo establecido. Su lema en la vida es el mismo título de su novela: Sin remedio. Estas dos palabras reflejan no solamente un estado de alma sino una convicción. El mismo la define en los siguientes términos: "No es que no haya remedio, sino que tiende a no haberlo: todo lo que puede salir mal saldrá mal, toda situación por mala que sea es susceptible de empeorar. Hay que saber que 'lo peor es siempre cierto'. Además si miramos en torno -el horror político, el horror económico, la destrucción acelerada del planeta- no hay razones para el optimismo. Aunque como dice Borges hablando de alguien: le tocó, como a todo el
mundo, vivir tiempos infames".

Opinión de los colegas
Hernando Santos
"Es un hombre timido. Y como todos los tími- dos, cuando se extroviertel, es peligroso. Caballero es el peor amigo de sus amigos y el mejor amigo de sus enemigos".
Juan DiegoJaramillo
"Es un caricaturista. Su herramienta no es el análisis. Es el ridículo literario no dibujado. Escribe muy bien. Lo hace con la misma facilidad con la que habla Roberto Gerlein.Pero piensa muy mal".
Enrique Santos
'Su dominio del idioma, su memoria, su valor y su insobornable irreverencia hacen que sea un columnista singular. Lo que no quiere decir que se pueda compartir el repetitivo enfoque maniqueo y fundamentalista con que trata los problemas nacionales".
Darío Arizmendi
"Es un excelente escritor que maneja el idioma con gran propiedad, agudesa y sentido crítico. Además, no traga entero. Lástima que sea tan ácido y a veces tan resentido".

Pierde independencia la prensa?
¿QUE ES ELPERIODISMO INDEPENDIENTE? ¿Ha existido alguna vez? ¿Hay ahora menos que antes? Estos son algunos de los interrogantes que rondan en el ambiente nacional por estos días. En general, no se oyen muchos comentarios positivos sobre los medios de comunicación en Colombia hoy. Tanto entre veteranos periodistas como entre simples lectores existe una cierta nostalgia por la desaparición del espíritu crítico en el manejo de la in- formación. Lo triste es que todo esto haya sucedido en momentos en que el número de medios de comunicación aumenta permanentemente.
Históricamente siempre habían existido nexos entre el poder político y los medios. De por sí la mayoría de los periódicos, revistas y emisoras de radio nacieron en función de causas políticas. Sin embargo, con los años, se fueron despolitizando y al final de la década de los 80 la información en Colombia se manejaba con más neutralidad que en el pasado. Haciendo referencia a esta observación, Plinio Apuleyo Medoza comenta: "Las nuevas generaciones no saben lo politizada que fue la prensa hace apenas 10 ó 15 años. Durante una campaña era normal ver titulares como 'Apoteósica manifestación habrá mañana'. Y el día de las elecciones era normal encontrar a ocho columnas: 'Liberales, a las urnas"' .
Este proceso de despolitización se vivió también en los noticieros de televisión. Las adjudicaciones siempre fueron hechas con carácter político, a tal punto que varias de éstas acabaron en manos de las propias familias presidenciales. Gradualmente, sin embargo, se fueron neutralizando en términos generales y si bien siempre habrá algo de proselitismo político, sin duda alguna, hoy es menos que antes.
Otro elemento que en los últimos años habia contribuido a limitar la independencia de la prensa fue el narcoterrorismo. Este condujo a una autocensura sobre el tema que más afectaba la vida de los colombianos. Con la eliminación de la extradición, el problema de la presión del narcotráfico pareció también haber quedado atrás.

NUEVOS FACTORES
Con el comienzo de esta década el panorama periodístico cambió rápidamente. Tres son los factores responsables de este cambio: la penetración de los grupos económicos en los medios, la creciente dependencia o vinculación económica de estos con el Estado y la participación en política de familiares de los propietarios.

LOS GRUPOS
Se ha presentado una controversia alrededor de la compra de medios de comunicación por parte de los grupos económicos. El director de El Espectador, Fernando Cano, considera que "la independencia se está acabando por la presión de los grupos económicos. Estos saben que necesitan entrada en la opinión pública y los medios son los ideales para cumplir ese objetivo". Esta opinión la comparte el subdirector de El Tiempo, Enrique Santos, quien afirma que "la mayor amenaza que yo veo para la independencia y la propia libertad del periodismo colombiano es la creciente penetración de los grandes grupos económicos en los medios informativos. Porque a estos sí que no les gustan las opiniones disidentes". Más vehemente es su primo Francisco Santos, quien sobre el tema manifiesta: "Yo fui secuestrado por Pablo Escobar. Pero como periodista considero más fácil escribir sobre él que sobre los grupos económicos ".
La verdad es que siempre había existido alguna presencia de los grupos económicos en los medios, pero hasta ahora eso no había causado mayor revuelo. Desde hace más de 20 años, RCN era de la organización Ardila Lulle, sin que esto fuera objeto de polémica. El Grupo Grancolombiano era copropietario de RTI y de Cromos, pero todos sus problemas con la opinión pública no vinieron por cuenta de ello, sino de su pelea con El Espectador.
En realidad el debate sobre los grupos y los medios surgió como consecuencia de la intensificación del proceso, particularmente en el caso del rupo Santo Domingo. La novedad radica en que en el pasado los grupos compraban medios para que no se metieran con ellos, y ahora lo hacen para ejercer un poder directo.

EL ESTADO
Pero no menos grave para la independencia de la prensa es el hecho de que la mayoría de los medios tienen intereses económicos que dependen del Estado. El fundador de El Tiempo, Eduardo Santos, había tenido como norma en su vida que su casa editorial nunca fuera contratista del Estado.
Ese mismo precepto lo habían adoptado los Cano con El Espectador. Con los años, sin embargo, la integración tecnológica de los medios impresos con los audiovisuales llevó a la revisión de estas políticas y a una incursión en el mundo de la televisión, que depende de concesiones del Estado. Hoy prácticamente todos los medios impresos importantes son o aspiran a ser contratistas del Estado en espacios de televisión o concesiones de cable.
Algo similar se podría decir con la licitación del celular. En ella participan propietarios de Caracol, RCN, SEMANA, El Tiempo, El Espectador, Vanguardia Liberal, QAP, 24 Horas y otros. Aunque obviamente ningún medio considera que su política editorial está definida por esta licitación, no deja de ser cierto que es inusual que el 90 por ciento de los medios de un país tengan una expectativa económica que dependa del Estado. Según Juan Carlos Pastrana, "hoy por hoy el periodismo independiente en Colombia es prácticamente un imposible por la interferencia del Gobierno, ya sea en publicidad o en expectativas de licitaciones y contratos". Tal dependencia, en el caso del celular, puede ser más teórica que práctica, pues con la modalidad de subasta que se ha implantado para la adjudicación la discrecionalidad del Gobierno desaparece.
Antonio Caballero lo resume en los siguientes términos: "En los medios - es decir, en sus dueños- existe ahora más que nunca la mentalidad de pura rentabilidad. Pero no es que se hayan desideologizado, sino que la pura rentabilidad es ahora la ideología dominante".