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EL MALQUERIDO

Liberales y alvaristas vuelven a dejar a Pastrana por fuera de los acuerdos para la reforma constitucional.

20 de noviembre de 1989

Dicen que en política todo vale.
Eso precisamente fue lo que debió pensar el senador Federico Estrada Vélez cuando como ponente de la reforma constitucional en la Comisión Primera, decidió nuevamente volver los ojos hacia liberales y conservadores alvaristas, para tratar de descongelar el proceso de aprobación de la reforma. Después de haber intentado la semana pasada un nuevo y controvertido acercamiento con el ex presidente Misael Pastrana.

Aunque con Pastrana no le fue mal y el ex presidente se mostró según el propio ponente "cordial y receptivo", lo cierto es que bastó con que se vislumbrara la posibilidad de revivir parcialmente los acuerdos de la Casa de Nariño para que liberales, alvaristas y el propio gobierno reaccionaran inmediatamente. Si bien para Estrada se trataba tan sólo de una estrategia justificada para impedir que el proyecto que tenía a su cargo se hundiera, para los demás sectores resultaba prácticamente inaudito que la reforma terminara salvándose por cuenta del pastranismo, sector que no sólo se ha encargado de hacerle una encarnizada oposición al gobierno y al liberalismo, sino que, además, se encuentra en abierta y por lo pronto irreconciliable disputa con sus compañeros de partido, los alvaristas.

Es así como no habían pasado ni doce horas del encuentro Pastrana Estrada cuando el recién posesionado ministro De Gobierno y en ese momento ministro delegatario, Carlos Lemos Simmonds, decidió aparecerse inesperadamente en la sesión informal de la Comisión Primera del Senado en la que Estrada le informaba a los parlamentarios sobre los resultados del encuentro con el jefe de la oposición. Un tanto molesto por no haber sido consultado de la reunión, pero sin poder censurar públicamente la actitud del ponente, Lemos tuvo que escuchar pacientemente las múltiples críticas de los miembros de la Comisión, quienes se quejaron una y otra vez de la falta de energía y decisión del gobierno para defender un proyecto que supuestamente es una de las iniciativas bandera de esta administración. Aunque a la salida del recinto Lemos expresó que el gobierno respetaba la autonomía de los congresistas para realizar acercamientos, inclusive con la oposición, si con ello se ayudaba al cumplimiento de la labor legislativa, para el ministro es taba claro que ni él ni el gobierno podían permitir que los contactos con el pastranismo fructificaran. A pesar de que en varias ocasiones el propio Presidente ha acudido al jefe del social conservatismo para negociar la reforma, no es un secreto quede dientes para adentro el jefe del Estado considera que hacer una reforma de carácter netamente liberal no sólo es posible sino además deseable.

La inesperada actitud de Federico Estrada sirvió también para darle a liberales y alvaristas el "empujoncito" que necesitaban. Para ambos era claro que ahora tendrían que salir a de mostrar que a pesar de las apreciaciones políticas del ponente, seguían siendo ellos quienes llevaban la batuta en la aprobación de la reforma. Inmediatamente los senadores alvaristas de la Comisión Primera se apresuraron a reunirse con Estrada la tarde siguiente del encuentro con Pastrana y dos días después le enviaron junto con Rodrigo Marín, una carta al ex presidente Turbay como jefe del Partido Liberal. En la misiva, al tiempo que le ofrecían respaldo para apoyar la reforma, le pedían un trato autónomo para el sector alvarista del Partido Social Conservador.
En plata blanca esto significaba darle a entender tanto a los liberales como al gobierno y al propio pastranismo que si bien durante el Foro Ideológico del Partido Social Conservador, celebrado esa semana, se habían mostrado amagos de aproximación entre los dos sectores, la división seguía vigente. Y que si así era, los seguidores de Gómez no estaban dispuestos a dejarse sacar del ring tan fácilmente y perder la oportunidad de ser ellos quienes aportaran los votos que le hacen falta al liberalismo para la aprobación de la reforma.

Los liberales, por su parte, tampoco perdieron el tiempo. Una vez pasado el "puente" del fin de semana, el ex presidente Turbay se reunió con el ponente Federico Estrada y el presidente de la Comisión Primera, Zamir Silva, para analizar el tema y esa misma noche los tres acudieron al Palacio de Nariño para entrevistarse con el ministro de Gobierno y el presidente Barco. Aunque después de estas reuniones no se hizo ningún pronunciamiento explícito, para los entendedores del tejemaneje político era claro que el fin de ellas era buscar nuevamente entre los liberales el consenso necesario para sacar adelante el proyecto e impedir con ello que Pastrana terminara convertido en el "redentor" de la reforma. Con el apoyo explícito del alvarismo, lo único que le faltaba al proyecto para salvarse de naufragar era volver a contar con el impulso decidido del gobierno y el compromiso de disciplina de los parlamentarios liberales. A pesar de que en ocasiones anteriores conseguir esta disciplina no ha sido facil, esta vez había un elemento adicional que podría llevar a los congresistas a recapacitar: la necesidad de ponerle el "tatequieto" a Pastrana. "Es que lo único más fuerte que el antagonismo entre los liberales, es el antipastranismo", le comentó a SEMANA un senador liberal.

Es así como, aunque las conversaciones con los pastranistas no cesaron y Federico Estrada continuó reuniéndose con el presidente del Directorio Conservador, Guillermo Angulo Gómez, y con el senador Carlos Martínez Simahan, al terminar la semana era prácticamente un hecho que el acuerdo para la reforma se haría entre liberales y alvaristas. Y que, una vez más, el ex presidente Pastrana quedaría por filera de ellos y conminado a la oposición.
Para Pastrana, aunque probablemente nada de esto resultó una sorpresa, el golpe político no deja de ser duro. Posiblemente el ex presidente terminará, como siempre, aprovechando la ocasión para afilar sus dardos contra Barco y el gobierno de partido. Pero con el liberalismo y el alvarismo unidos por su común antipastranismo, es difícil que la estrategia oposicionista pueda aportarle mayores dívidendos políticos por fuera de su propio sector, para el cual la perspectiva electoral no resulta muy alentadora.

En cuanto a la reforma, si bien todavía no está completamente asegurada su aprobación, por lo menos ya se vislumbra una luz al final del túnel.
Una vez consolidados los acuerdos de la semana pasada, cuya estrategia legislativa es aprobar rápidamente los artículos alrededor de los cuales hay consenso y dar los demás para ser sometidos a referendo, la reforma podría salir aprobada de la Comisión Primera en el término de pocos días y pasar rápidamente a la plenaria del Senado y de allí a la Cámara. De lograrse, indudablemente tanto el gobierno como los liberales y los alvaristas se anotarían un hit político, detrás del cual habría que reconocer el "toque mágico" que le dio al proceso de aprobación el manejo algo maquiavélico del ponente Federico Estrada Vélez. -