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¿El negocio del siglo?

Cuando nadie apostaba un peso por su futuro, Avianca mostró unos impresionantes resultados financieros en 2004. ¿Cómo se explica el milagro?

3 de abril de 2005

Una de las cosas que más llamó la atención de la pasada semana de asambleas empresariales fueron los resultados de Avianca. Teniendo en cuenta que durante años se había dicho que la aerolínea estaba quebrada, pocos entienden por qué pasó de dar pérdidas por 309.000 millones de pesos en 2003 a arrojar utilidades por 304.000 millones de pesos en 2004, equivalentes a 132 millones de dólares.

Estos resultados hicieron pensar a muchos que Germán Efromovich, quien según versiones de prensa había comprado Avianca por 63 millones de dólares hace menos de 10 meses, hizo el negocio del siglo. La realidad, sin embargo, es mucho más compleja. Lo primero que hay que entender es cómo hizo la aerolínea para darles la vuelta a sus números y lo segundo, cuál fue la modalidad de pago de Efromovich.

Básicamente la destorcida en el balance de Avianca se explica por los beneficios que le representó entrar a Capítulo 11 -la ley de quiebras estadounidense-. Al acogerse a éste lo primero que hizo fue racionalizar su estructura de costos operativos. Renegoció, por ejemplo, el arrendamiento financiero de las aeronaves, el gasto que más pesaba. Gracias a ese ajuste pasó de pagar 96 millones de dólares anuales por el arriendo de su flota en 2002, a 45 millones de dólares en 2004, una reducción del 42 por ciento.

También reestructuró sus pasivos. Como resultado del Capítulo 11 logró una condonación de sus deudas por valor de 106 millones de dólares, bajando sus obligaciones financieras de 152 millones de dólares a 45,5 millones. De estos, ya pagó 10 millones de dólares y el resto acordó cancelarlo de aquí hasta el año 2008 de la siguiente forma: 15 por ciento de la utilidad operacional antes de impuestos, intereses, amortizaciones y depreciaciones (Ebitda) que genere Avianca cada año. Es decir que mientras mejor le vaya a la compañía, más plata recibirán sus acreedores.

Los menores costos operativos y la rebaja de las deudas se vio reflejada en la caja. Ésta pasó de tener 2,5 millones de dólares mensuales en promedio entre 2001 y 2002, a 35 millones de dólares a finales de diciembre del año pasado.

Mientras ponía la casa en orden, el tráfico aéreo comenzó a repuntar. Las ventas de pasajes crecieron de 1,3 billones de pesos en 2003 a 1,5 billones en 2004, un aumento del 15 por ciento. El Ebitda de Avianca aumentó 451 por ciento, al pasar de 27.700 millones de pesos en 2003 a 153.000 millones de pesos en 2004.

¿Pero cuánto tuvo que invertir Efromovich para que la empresa diera semejante vuelta? La verdad no mucho. De los 63 millones de dólares de los que se habló por primera vez, 18,5 millones correspondieron a la capitalización de un préstamo que le hicieron a Avianca Valores Bavaria y la Federación Nacional de Cafeteros. Por lo tanto la cifra que tenía que poner Efromovich de su bolsillo era apenas de 44,5 millones de dólares. De éstos pagó 9,8 millones de dólares apenas Avianca emergió de Capítulo 11 y en lo corrido de 2005 ha puesto ocho millones de dólares. Es decir que con sólo 17,8 millones de dólares pasó a tener una empresa que arroja un flujo de caja promedio de 30 millones de dólares mensuales.

Del total de los 44,5 millones de dólares por lo tanto, queda un saldo de 26,7 millones que el empresario tendrá que pagar de aquí a diciembre. Esta cifra es inferior a la del flujo de caja de un solo mes del año 2005.

Vistas las cosas así habría que llegar a la conclusión de que Germán Efromovich hizo el negocio del siglo. Sin embargo, todavía existen riesgos. Si el precio del barril de petróleo sigue subiendo, el costo del combustible de los aviones puede tener un impacto significativo sobre la caja de la empresa, lo que afectaría su liquidez. Si bien este año esa liquidez estará soportada por la plata que Efromovich le inyecte a Avianca, a futuro la aerolínea deberá defenderse por su propia cuenta. A eso le apostaron los acreedores y los pilotos, cuyas pensiones, que ascienden a 140 millones de dólares, están en juego.