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EL NUEVO PRESIDENTE

18 de julio de 1994

Y FINALMENTE LO LOGRO. DESPUES DE PRESAgios sobre la primera derrota del Partido Liberal unido en casi un siglo, después de que gran parte de los comentaristas lo dieran -una vez más- por muerto político, nada de esto sucedió: las mayorías liberales -aunque sea sólo por una nariz- quedaron confirmadas y Ernesto Samper Pizano fue elegido nuevo Presidente de la República como resultado de una considerable votación total esperada por pocos y en la cual la gran derrotada fue la abstención. Fue para él una campaña especialmente larga y dura. Aparte de Pastrana -sin duda el más fuerte candidato conservador en varias décadas-, Samper debía derrotar la tradición que hablaba de la gran dificultad de elegir un tercer gobierno liberal consecutivo. Tenía además que mantener unidas a las dispersas toldas rojas y controlar los conflictos internos entre las tendencias de derecha e izquierda del propio samperismo. En suma, tuvo el doble reto de enfrentar el entusiasmo de sus adversarios y un cierto escepticismo de sus copartidarios. Y como si fuera poco, tuvo que superar sus propias limitaciones de figura, dicción y hasta lenguaje, por cuenta de las cuales apareció por momentos como un mal candidato. Pero más allá de estos antecedentes, Samper lo tiene todo para ser un buen Presidente: es un hombre preparado, inteligente, experimentado que, a partir de esta campaña, suma a sus dotes de conciliador las de líder. Recibirá un país con buenas perspectivas económicas, aunque afectado -como ya es tradición- por graves problemas de violencia. Avanzar hacia la pacificación será -como lo ha sido para sus antecesores- su mayor desafío. Para lograr sus propósitos cuenta además con una cómoda mayoría en el Congreso y un especial talento para manejarla. Todo ello le hará falta para correr con suerte, una suerte que durante los próximos cuatro años será la del país.-