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El oso del Nuevo Partido

Entre los escándalos de los hombres y las pataletas de las mujeres el Nuevo Partido quedó en la lona antes del primer 'round'. ¿Podrá volverse a parar?

18 de agosto de 2003

La historia politica de Colombia está llena de movimientos jóvenes, nuevos o disidentes que luego de asumir un liderazgo histórico terminan extinguiéndose o acaban absorbidos por los partidos tradicionales. Eso le pasó a la Anapo de Rojas Pinilla y al Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán. Pero lo que no se había visto en la historia reciente era que varias de las figuras más prominentes y serias del panorama político crearan un partido con bombos y platillos y que en unas pocas semanas esa iniciativa quedara reducida a poco más que una ilusión.

Precisamente eso fue lo que le pasó al Nuevo Partido, un intento por agrupar las fuerzas uribistas del país que terminó disolviéndose en un circo de declaraciones, desacuerdos y escándalos sin siquiera haberse medido en las urnas.

Todo comenzó cuando el llamado grupo de 'Los Ginos', conformado por los representantes Gina Parody, Luis Fernando Velasco, Armando Benedetti y Nancy Patricia Gutiérrez, pensaron en unir a los seguidores del presidente Alvaro Uribe en un solo partido por fuera de la maquinaria liberal. La idea era aprovechar el paroxismo uribista y la coyuntura de la reforma política para sumar fuerzas y lanzar listas bajo una sola sombrilla: el Nuevo Partido. Lograron vincular a sus colegas de la Cámara Manuel Rosero, Sandra Ceballos, Carlos Ignacio Cuervo, Carlos Enrique Soto, Adriana Gutiérrez y Ricardo Arias. En el Senado invitaron a Mauricio Pimiento, Oscar Iván Zuluaga, Andrés González y Rafael Pardo. Con esta nómina de lujo redactaron unos estatutos y un código de ética e inscribieron el partido. Hasta ahí todo bien. Pero de la noche a la mañana varios episodios rompieron la armonía y desencadenaron la crisis.

El primero fue la negativa de los senadores Germán Vargas y Claudia Blum a hacer parte del grupo. Vargas no se entiende con Armando Benedetti y, por lo tanto, decidió quedarse en su propio movimiento, Colombia Siempre. Y a Blum, quien salió elegida al Senado haciendo campaña con Gina Parody, no le sonó la idea y decidió quedarse en Cambio Radical. Otros senadores uribistas, como Habib Merheg y Dieb Maloof, tampoco se entusiasmaron y prefirieron hacer su propio partido, al que llamaron Colombia Viva. Esto significó para el Nuevo Partido que de entrada tres de los grupos más pesados del uribismo montarían tolda aparte.

Pero si esa división fue un gancho al hígado, lo que vino después fue un demoledor jab a la mandíbula del Nuevo Partido que lo llevó a la lona y lo tiene groggy e intentando levantarse mientras la opinión corea el conteo regresivo. En una emisión radial de La WFM de Radio Caracol, Julio Sánchez leyó un documento en el que uno de los fundadores del Nuevo Partido, Armando Benedetti, acordaba por escrito con el industrial Efrén Cardona que le daría dos puestos en su unidad legislativa a cambio de ayuda financiera durante la campaña a la Cámara. Con una carta que dejaba al descubierto un intento de clientelismo la prensa se le vino encima a Benedetti. El representante reconoció la autenticidad del documento pero advirtió que ese acuerdo nunca se hizo efectivo y que firmarlo había sido una metida de pata de novato. Pero en las grandes ligas de la política estos errores no se perdonan. Por eso sus compañeros lo suspendieron y Benedetti optó por renunciar al partido.

La opinión no terminaba de asimilar el escándalo cuando surgió un nuevo episodio que bien podría hacer parte del teatro del absurdo. Otro de los más insignes representantes del Nuevo Partido, el congresista Luis Fernando Velasco, estaba enfrascado en una aguda polémica por haber copiado un trabajo académico en la universidad.

Resulta que Velasco cursa una especialización en el Externado de Colombia y presentó, junto con cuatro compañeros, un trabajo que a juicio del profesor Javier Sepúlveda es una copia del que entregó otro grupo de estudiantes. El otro grupo dice que Velasco y sus compañeros les pidieron prestado el computador antes de la entrega del trabajo y que copiaron y modificaron un poco el texto que ellos entregarían. Velasco, por su parte, sostiene que el trabajo lo hicieron entre los dos grupos y que por eso las conclusiones y los escritos finales son parecidos. Sea como fuere, el caso se regó como pólvora y llegó al tribunal ético de la prestigiosa universidad, que señaló que decidirá de manera ejemplarizante. Acto seguido, los medios se deleitaron en sus titulares. Velasco, un hombre que encarna los aires frescos de la política vallecaucana, perdía autoridad moral. Tercer golpe para el Nuevo Partido.

En medio de este oscuro panorama el Nuevo Partido tuvo que escoger los candidatos para conformar su lista al Concejo de Bogotá. El as bajo la manga era la ex viceministra de justicia María Margarita la 'Paca' Zuleta, quien hasta hace pocos meses era una total desconocida. Sus enfrentamientos con su jefe, Fernando Lonoño, la habían convertido en personaje de la noche a la mañana a pesar de no tener antecedentes políticos de ninguna clase. La Paca no sólo era buscada por el Nuevo Partido sino también por otros grupos uribistas.

Este estrellato se le subió a la cabeza y cuando sus jefes armaron la lista comenzó a vetar todos los nombres y a decir que la lista la armaba ella. Y ahí fue Troya. Su patrocinadora, Gina Parody, ante esa situación se retiró del Nuevo Partido y anunció que apoyará a candidatos de diversas listas. Rafael Pardo, más controlado, se tragó ese sapo y se quedó callado. Nadie sabía qué hacer con una persona que nunca había participado en una elección y que actuaba con una autoridad política comparable a la de Enrique Peñalosa.

El Nuevo Partido que nació, creció y entró en cuidados intensivos en cuestión de semanas, literalmente hizo el ridículo. Entre los escándalos de los hombres y las pataletas de la mujeres sus fundadores demostraron que aún les falta madurez para el juego electoral en un país que vive y respira política. Mientras tanto el presidente Uribe, jefe natural de todos los bandos de esta contienda, mantiene su popularidad. Pero vienen las elecciones y entonces se verá qué tanto daño le ha causado al uribismo el circo del Nuevo Partido.