Home

Nación

Artículo

P A Z

El otro despeje

El ELN quiere el despeje en el sur de Bolívar, pero Carlos Castaño se opone.

7 de febrero de 2000

El comando central del Ejército de Liberación Nacional (ELN) tenía prevista una rueda de prensa en la mañana del 24 de diciembre pasado para anunciar dos buenas noticias. La primera tenía que ver con el inicio oficial de las conversaciones de paz con el gobierno del presidente Andrés Pastrana. Y la segunda era referente a un cese al fuego que se prolongaría hasta finales de enero. Pero todo quedó en buenas intenciones. La rueda de prensa no se pudo realizar y los anuncios se dejaron para otra ocasión. ¿Qué fue lo que ocurrió para que el ELN suspendiera sus anuncios? Dos días atrás —22 y 23 de diciembre— la comisión del gobierno, encabezada por el alto comisionado para la Paz, Víctor G. Ricardo, y los delegados de los elenos, Pablo Beltrán y Oscar Santos, habían adelantado una serie de reuniones para ultimar los detalles sobre el inicio de las conversaciones con ese grupo subversivo. El ELN exigía como condición para esos diálogos el despeje de cuatro municipios para llevar a cabo la convención nacional que servirá para elaborar un documento que contendrá los puntos de negociación con el gobierno Pastrana. Desde que se iniciaron los contactos con el Ejército de Liberación Nacional éste dejó en claro que si no había convención no podría haber mesa de negociaciones. Y que dicha convención sólo se podía realizar si el gobierno despejaba cuatro municipios en el sur de Bolívar. Por esa razón la reunión de diciembre era definitiva para aclarar de una vez por todas el tema del despeje. A lo largo de las conversaciones, que han tenido lugar en Caracas, Cuba y las montañas de Colombia, el ELN había dejado las puertas abiertas sobre la zona del país en la que se realizaría ese despeje. Pero a pesar de esa posición aparentemente condescendiente con el gobierno los comandantes de ese grupo subversivo le habían dejado saber al Alto Comisionado que el mejor lugar para ese despeje era el sur de Bolívar. El anuncio En el segundo día de reuniones en diciembre pasado surgió el último impasse. Víctor G. Ricardo les hizo saber a Pablo Beltrán y a Oscar Santos que el gobierno tenía serios problemas con el despeje de los municipios en el sur de Bolívar. La razón de ello tenía que ver con la presión que venían ejerciendo los alcaldes de esa zona del país, quienes le habían hecho saber al alto gobierno que no estaban dispuestos a despejar sus regiones porque quedaban prácticamente desamparados. Palabras menos, palabras más, Beltrán le dijo al Alto Comisionado que ese era un problema del gobierno y no del ELN. Antes de levantarse de la mesa Víctor G. les informó a los representantes del ELN que llevaría a cabo una serie de sondeos con los alcaldes con el fin de llegar a un acuerdo que permitiera el despeje y así la realización de la convención nacional. Sin más palabras, la reunión se dio por finalizada y los asistentes quedaron a la espera de fijar una nueva fecha, lo cual permitirá superar el obs- táculo y por fin dar inicio a las negociaciones entre ese grupo guerrillero y el gobierno. Mientras eso ocurría los alcaldes del sur de Bolívar comenzaron a realizar una serie de reuniones para hacer un frente común y evitar así que el gobierno diera la orden de despeje. En esos encuentros se acordó que si el presidente Pastrana insistía en el despeje se realizaría un paro cívico en señal de protesta y se permanecería en alerta roja hasta que el gobierno desistiera de él. Frente a ese panorama la paz con el ELN se enredó por el lado que nadie esperaba. A lo largo de su historia el Ejército de Liberación Nacional había sentado sus bases en el sur de Bolívar. La serranía de San Lucas era su santuario. El comando central puso y quitó alcaldes cuando quiso y los echó de las alcaldías cuando no simpatizó con sus ideas. Y en más de una ocasión los secuestró para seguirles ‘consejos de guerra’. En no pocas oportunidades la población de muchos de los municipios del sur de Bolívar simpatizó con las ideas del ELN. Con frecuencia porque no tenían otra alternativa para sobrevivir en esa región. De espaldas Entonces, la pregunta que ha surgido por estos días es: ¿por qué hoy los alcaldes y los pobladores le han dado la espalda al ELN y no quieren que el despeje se haga en esa zona del país? La verdad es que el ELN ha enfrentado una guerra a muerte con los paramilitares en la región y de ella no ha salido bien librado. Los hombres de Carlos Castaño han golpeado fuertemente a los elenos y, de paso, le han quitado su liderazgo en muchos de los municipios del sur de Bolívar, donde ese grupo guerrillero se desplazaba a sus anchas. En menos de dos años el santuario de los elenos se ha visto reducido a un pequeño territorio mientras los paras cada vez adquieren más control sobre la zona. Y ese dominio parece reflejarse en la forma como los pobladores han rechazado de plano la realización de la convención nacional en su territorio. Pero el ELN no da su brazo a torcer. El comando central insiste en su propuesta de que la convención tiene que realizare en el sur de Bolívar. Para los elenos esa zona es equivalente a la Uribe para las Farc. Hasta tanto no se solucione ese obstáculo de nuevo quedaron en el congelador las conversaciones de paz entre el gobierno Pastrana y el grupo subversivo. Por esa razón el Alto Comisionado para la Paz regresó a Bogotá el 23 de diciembre sin las noticias que todos esperaban: el inicio de las conversaciones de paz con el ELN. En este tema ha terciado hasta el propio procurador general de la Nación, Jaime Bernal Cuéllar, quien ha servido de puente entre la sociedad civil y los elenos para adelantar la convención nacional. Pastrana vs Raad Pero al tema del ELN le faltaba un nuevo capítulo. El enfrentamiento entre el presidente Andrés Pastrana y el gobernador de Bolívar, Miguel Raad Hernández. A comienzos de año Raad, quien ha sido tradicionalmente cercano a Pastrana, señaló que respaldaba una solicitud de varios alcaldes del sur de Bolívar, quienes le anunciaron que se oponían a la realización de la convención nacional programada por el ELN y al despeje que solicitaba ese grupo para poder llevar a cabo su reunión con la sociedad civil. De inmediato Pastrana contraatacó de una manera poco habitual en un Presidente: “No acepto vetos a la paz”, dijo en una rueda de prensa que tuvo lugar en Cartagena. También aprovechó la ocasión para darle un fuerte tirón de orejas al gobernador de Bolívar. “El es el único que se opone a la paz en Colombia”, agregó el Presidente, quien acabó ‘macartizando’ a Raad como “enemigo de la paz”. En ese momento Raad Hernández se encontraba en Bogotá y las duras declaraciones del primer mandatario lo sorprendieron. De inmediato convocó a una rueda de prensa en la que señaló: “Estoy sorprendido con las declaraciones del Presidente. Hoy mismo estoy pidiendo una audiencia privada para explicarle al señor Presidente cuáles son mis criterios, que no son otros que el de un respaldo incondicional al proceso de paz”. El enfrentamiento entre el presidente Pastrana y el gobernador de Bolívar calentó el debate político sobre la manera como se adelanta el proceso de paz por parte del gobierno. Para muchos fue una salida en falso del primer mandatario al señalar a Raad como un enemigo de la paz. Una cosa es que el proceso de paz tenga la dirección del jefe del Estado y otra que disentir con alguno de los elementos del proceso sea causal de semejante acusación por parte del propio Presidente. Dos días después del regaño presidencial al gobernador de Bolívar el propio Pastrana comenzó a recular sobre el asunto del despeje. Para ese día los habitantes de esa zona anunciaron una marcha de protesta. Pastrana, en una rueda de prensa en Santa Marta, señaló que el despeje en el sur de Bolívar era “una especulación”. ¿Qué hizo que el Presidente le bajara la temperatura al tema y se limitara a decir que lo del sur de Bolívar era apenas una alternativa para adelantar la convención nacional con el ELN? Todo parece indicar que el origen de ese juego de palabras tiene que ver con una carta que le envió Carlos Castaño al comisionado para la Paz, Víctor G. Ricardo. SEMANA conoció el texto de la misiva y en ella el jefe de los paramilitares señala que el ELN perdió el sur de Bolívar y la serranía de San Lucas y que por lo tanto “no lo vamos a devolver”. Y agregó: “Señor Ricardo, no vamos a devolver una zona porque a usted se le ocurrió. Ya estamos cansados”. Como están las cosas, y con la exigencia de Castaño, es poco probable que en el sur de Bolívar se lleve a cabo el despeje. Es evidente que el ELN intenta recuperar lo perdido por el avance de los paras en la mesa de negociación, incluso, antes de sentarse. Pero la situación actual pareciera indicar que el proceso de paz con el ELN puede haber entrado a un callejón sin salida.