Home

Nación

Artículo

A los dos días de posesionarse como alcalde Julio César Rivera le pidió la renuncia a la gerente del hospital, Carolina Farinango.

JUDICIAL

El hospital, el otro drama de Tumaco

En pocos días la Procuraduría tomará decisiones ante el grave escándalo que sacude al principal hospital de ese puerto. Lo que le faltaba a este municipio flagelado por la violencia.

20 de enero de 2018

En Colombia pocos lugares ocupan con tanta frecuencia los titulares de prensa como Tumaco, Nariño. Desde hace meses, e incluso años, el abandono estatal, los alarmantes niveles de pobreza, el desempleo, el narcotráfico y las oleadas de violencia de diferentes grupos armados tienen en permanente crisis ese puerto sobre el Pacífico. Hace tan solo dos semanas, el gobierno envió un importante contingente militar para tratar de controlar la caótica situación de orden público en el lugar y sus alrededores.

Como si todo lo anterior no fuera suficiente, desde hace 7 meses los cerca de 200.000 habitantes ven con preocupación un nuevo drama en su municipio, esta vez por cuenta de una polémica decisión del alcalde Julio César Rivera. La historia comenzó luego de su posesión el 26 de abril de 2017. Dos días después convocó a una reunión a Carolina Farinango, gerente del Hospital Divino Niño, la institución de salud más grande del municipio y uno de los principales del departamento.

Le sugerimos: Nariño: una intervención necesaria

“Yo estaba reunida con mi equipo esperándolo y cuando llegó el alcalde me dijo que habláramos los dos solos. Y ahí me pidió la renuncia”, contó Farinango a SEMANA. “Mi visita es más personal que oficial, es para manifestarle a usted el interés que yo tengo de que como gerente de la ESE entienda que es un proyecto político, yo he de gobernar con las personas que a mí me ayudaron, eso es un tema lógico en cualquier escenario de la democracia en el país o en el mundo: el que llega le toca gobernar con las personas que ha trabajado. Y mi pedido es a que usted me facilite eso, ¿no?, me facilite esa posibilidad de, como gerente y de lo personal”, dice el alcalde en uno de los apartes de esa reunión (escuchar audio).

La gerente se negó. Para ese momento, llevaba un poco más de un año, su cargo no depende de la Alcaldía y su periodo fijo iba hasta 2020. Más allá de esto, muchos trabajadores y habitantes del municipio reconocen la buena gestión que había realizado Farinango. Logró recuperar las finanzas y cancelar los salarios atrasados de una entidad que atiende las necesidades de salud del 80 por ciento de los pobladores del municipio.

Le recomendamos: En Tumaco, sanar las heridas de los adultos cambia la vida de los niños

Un día después de la negativa, el secretario general de la Alcaldía abordó al compañero de la funcionaria para insistirle en persuadir a Farinango de renunciar. De no hacerlo, le dijo, debía asumir las consecuencias debido a que podían “empapelarla” y sacarla del cargo con la ayuda de sus contactos en la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría.

Las presiones continuaron por diferentes vías, razones y presiones. Unas semanas más tarde, ante la negativa de ella, el mandatario derogó las normas del concurso que ella ganó para asumir el cargo y dejó sin efecto su nombramiento. En un acto inusual y escandaloso, el 4 de julio empleados de la Alcaldía acompañados de un nutrido grupo de policías ingresaron al hospital con el fin de expulsar a Farinango. “Me sacaron a la brava. Comenzaron a revisar las oficinas de todos los funcionarios y a sacarlos a la mala. A mirar y sacar papeles. Todo fue un caos”, afirmó la gerente. 

La funcionaria instauró denuncias ante diferentes organismos de control para reclamar sus derechos. “Entonces comenzaron las amenazas. Me tocó salir del municipio, pero las amenazas no pararon. Llegaron hasta la casa de mis padres en Cali y a mi mamá le decían que ya sabía lo que me iba a pasar si seguía insistiendo. Pedí protección a la UNP, pero no me ayudaron. Nadie me ayudó”, contó Farinango.

SEMANA intentó comunicarse con el alcalde, pero no fue posible. En todo caso, el hospital es un botín jugoso más allá del punto de vista político. No solo por la gran cantidad de cargos, sino por el inmenso presupuesto de 23.000 millones de pesos que maneja anualmente.

Farinango hizo llegar sus denuncias y acudió a declarar a la Procuraduría General. Allí ordenaron una serie de pruebas e inspecciones efectuadas en los últimos meses. Sus resultados se conocerán en los próximos días y es altamente probable que la decisión del alcalde de tomarse el hospital y sacar a su gerente tenga graves consecuencias si el Ministerio Público la considera una “falta gravísima a título de dolo”. Esto implica la inminente suspensión y eventual destitución del mandatario local. Otro drama más para Tumaco, que tendría que cambiar de alcalde. De nuevo.