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"EL PAIS NECESITA PRIMEROS AUXILIOS"

CUANDO AUN FALTAN UNOS DOS AÑOS PARA la elección presidencial, el exministro Carlos Lemos Simmonds se destapó como primer precandidato liberal a la jetatura del Estado, durante una manifestación ...

29 de junio de 1992

SEMANA: ¿No es un poco prematura esa candidatura? ¿No corre el riesgo de pasar demasiado tiempo expuesto?
Carlos Lemmos: Dar a conocer la aspiración a ser Presidente de la República no implica estar constituido ya en candidato a la Presidencia. La candidatura debe ser el resultado primero de la aspiración y luego del apoyo que ésta vaya recibiendo.
Además en Colombia, para llegar a ser jefe de Estado se necesita por lo general haber aspirado a serlo por años, como sucedió con Betancur, Turbay, López, Lleras Restrepo y tantos otros. Y algo más: el país ha tenido durante este Gobierno una mala experiencia con las candidaturas improvisadas y con las campañas de sólo tres meses. Para no volver a cometer el mismo error, los electores tienen que estar muy seguros respecto a por quién votan y qué proponen los aspirantes. La próxima elección presidencial no puede ser como la última, el producto de un acto de emoción, sino el de un acto de larga y profunda reflexión.

SEMANA: ¿Cuáles serían los elementos esenciales de su propuesta pragramática?

C.L.: El programa debe ser, como producto final, el resultado del contacto que uno tenga con la gente, de lo que oiga, de las conclusiones que uno saque al ir a cada región, al hablar con cada sector, y de lo que suceda a medida que vaya pasando el tiempo. Pero hay ideas ya hastante claras: la situación de Colombia es tan grave que lo que neesita el país, más que un tratamiento de medicina sofisticada, es la aplicación de primeros auxilios. El país está mal herido y lo primero es salvarlo, hacer que sobreviva, para luego sí comenzar a recomponerlo y echarlo a andar. Esos primeros auxilios son el restablecimiento del principio de autoridad, el restablecimiento del principio de la justicia, incluida la social que hoy tampoco existe, y la creación de un marco de orden dentro de la libertad y dentro del respeto a los derechos humanos, que haga que el país sea viable en todas las demás actividades.

SEMANA: Muchos observadores creen que el presidente César Gaviria esta pagando el costo de haberse aventurado en algunos campos con una política de nueva derecha. Amplios sectores liberales y del pais en general, le critican precisamente eso. Teniendo en cuenta que usted es visto como alguien ubicado aún más a la derecha que Gaviria y que aspira justamente a la candidatura liberal, ¿no cree que le va a costar mucho aglutinar a su alrededor al liberalismo y a la opinión en momentos en que pareciera que algunos prefieren un poco menos de derecha?

C.L.: No soy ni de derecha ni de izquierda. Me califico y me siento un hombre de centro. Entre otras cosas porque pertenezco a una generación que tuvo la dolorosísima oportunidad de ver a la extrema derecha, al fascismo y al nazismo, en una época, y a la extrema izquierda, al comunismo, al estalinismo, en otra, casi dominando el mundo. Pero vi también el fracaso de las posiciones ideológicas extremas. Concluí que la única salida posible es la liberal, en el sentido amplio, no en el partidista.

SEMANA: Pero a usted se le ubica en todo caso a la derecha, promotor del libre mercado, enemigo del intervencionismo de Estado.

C.L.: Como hombre de centro entiendo que la libertad y el orden, y que la justicia social y la agilidad que da el mercado, deben dosificarse y manejarse con equilibrio para que den buen resultado. Creo, en materia económica, que el mercado tiene que desempeñar un papel muy grande y que cuando el mercado no actúa, se distorsiona la vida: fue la catástrofe del comunismo.
Pero también creo que el Estado debe tener un papel que cumplir en aquello de evitar que el mecanismo del mercado produzca daños a sectores vulnerables. Lo que pasa es que una cosa es la intervención inteligente del Estado y otra el Estado entremetido. Ese Estado fue el que hizo crisis en Europa del Este y también aquí en Colombia. En el país le están atribuyendo los males actuales al neoliberalismo y a la política de privatizaciones, que ni siquiera se ha puesto en práctica y en la que se viene reculando. Y eso no es cierto. La culpa, independientemente de lo que haya hecho el actual Gobierno, es del estatismo, tal y como sucedió con el colapso del sector eléctrico.

SEMANA: A usted, amplios sectores de opinión lo aprecian o critican por su dureza no sólo frente a la guerrilla sino también frente al narcotráfico.
En los actuales momentos, el primero de estos problemas parece estar en subienda, mientras el otro luce más controlado. ¿Cómo y en qué orden de prioridades los enfrentara si llegara a Presidente?

C.L.: No me cabe duda de que la guerrilla es el primer problema del país. La guerrilla está impidiendo que el país trabaje y prospere. El narcotráfico es un problema muy grave, pero en este momento la gran amenaza viene de la guerrilla. El narcoterrorismo, al menos, está aconductado. Quiero advertir que no soy enemigo de los procesos de paz con la guerrilla. De hecho, participé muy de cerca en el más exitoso de ellos, el que incorporó al M-19. Pero es que ese sí fue un proceso de paz, porque se hizo sobre la base de unos acuerdos en los que en ningún momento se puso en duda la autoridad del Estado.
Lo de ahora es más bien un proceso de supuesto apaciguamiento, basado en hacerle concesiones a la guerrilla.