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El primer paso

La desmovilización de 800 paramilitares del Bloque Cacique Nutibara es una buena noticia, pero no deja de despertar muchas dudas.

17 de noviembre de 2003

El proximo martes 25 de noviembre puede ser una fecha histórica. Ese día deben dejar sus armas y desmovilizarse 800 paramilitares del Bloque Cacique Nutibara, el principal grupo de autodefensas que opera en Medellín. Si todo sale como hasta ahora se ha anunciado "se habrá dado un paso importante en este proceso de desmonte de las autodefensas, dice optimista el alto comisionado, Luis Carlos Restrepo. Esperamos que esto nos abra el camino para futuras desmovilizaciones de frentes y bloques de las autodefensas en todo el territorio nacional".

Muchos habitantes de Medellín también debieron suspirar con tranquilidad el jueves en la tarde cuando oficialmente se divulgó el 'Acta de compromiso', suscrita además de Restrepo por los alcaldes saliente y electo de Medellín, Luis Pérez y Sergio Fajardo, lo que significa que el cambio de administración local no alterará el cronograma.

Pero más que la firma, los residentes de la capital esperan que este proceso salga bien porque muchos de ellos han sido víctimas del Bloque Cacique Nutibara y cientos más testigos directos de su accionar militar, primero contra la guerrilla y luego contra sus ex compañeros del Bloque Metro. Las calles de los barrios marginales están sembradas con señales donde decenas de jovencitos han perdido la vida en los combates y abundan las historias por el desplazamiento intraurbano por los choques.

Lo que ocurra con los militantes del Bloque Cacique Nutibara repercutirá a nivel nacional porque es el primer capítulo del Acuerdo de Santa Fe de Ralito, firmado el 15 de julio de 2003, y que "deberá culminar a más tardar el 31 de diciembre de 2005" con el "propósito de las Autodefensas Unidas de Colombia de desmovilizar a la totalidad de sus miembros". Es por eso que de la transparencia con que se maneje este laboratorio inicial dependerá su viabilidad futura. Aunque el Alto Comisionado dijo el viernes que el país conocerá próximamente todos los detalles de lo que va a pasar con los 800 paramilitares hay preguntas aún no resueltas y que no dan espera.

En primer lugar, está precisar el número de combatientes que se desmovilizarán. Fuentes del Cacique Nutibara informaban hace unas semanas que su bloque estaba integrado por 3.000 paramilitares. Según Restrepo, el comandante de este bloque, llamado 'Don Berna' o 'Adolfo Paz', se comprometió a desmovilizar a todos sus miembros. ¿Si sólo van a concentrarse 800 qué pasó con los otros 2.200? Ellos han explicado que por ahora únicamente se va a desmovilizar el frente urbano del Bloque Nutibara porque el aparato rural queda a la espera del resto de los acuerdos nacionales.

Además está la discusión legal. Para Restrepo el asunto es sencillo. Como de la desmovilización a la reincorporación a la vida civil apenas hay unos pasos, ni siquiera se necesita una concentración. "Una vez se desmovilicen recibirán capacitación, tanto por parte de mi oficina como de las instituciones que se han vinculado", dice Restrepo. En este punto entra la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, que verificará las diferentes etapas. Primero, desarme y desmovilización en la ciudad de Medellín. Segundo, acompañamiento a los reincorporados a la vida civil, que entrarán al centro de capacitación y convivencia en el municipio de La Ceja por un lapso de entre tres y ocho semanas. Y tercero, la aplicación del sistema de tutorías o de educación formal para quienes quieran capacitarse en el Sena y en el Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM). La idea es que puedan laborar en diferentes empresas privadas o en establecimientos comerciales y de servicio del municipio de Medellín. En este aspecto es vital la participación del empresariado.

El gobierno quiere someter a este proceso de concentración a los jóvenes que no hayan cometido atrocidades, y para los que sí tengan procesos de violaciones de lesa humanidad esperan que puedan someterse a la ley de alternatividad penal, actualmente en discusión en el Congreso.

Un abogado defensor de derechos humanos, quien prefirió reservar su nombre, advierte sobre los riesgos que implica en este proceso la impunidad: "El mensaje para la sociedad es fatal. Porque si bien es válido que se hagan esfuerzos en disminuir la intensidad del conflicto, esto no puede hacerse sobre la base de aquí no ha pasado nada". Los delitos cometidos en Medellín por los paramilitares son escalofriantes. "No puede ser que ahora les digan muchachos, dennos sus armas, tomen una clase dos semanas y adiós".

Estos reparos a que se puedan llegar a perdonar sin mayor castigo o resarcimiento a la sociedad delitos atroces tienen eco en influyentes organizaciones internacionales. Hace unos días, por ejemplo, Michael Frühling, director de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo ante el Senado en una plenaria, en la que se trató el tema de la paz, que para superar el conflicto armado se necesita una estrategia multidimensional por parte del Estado cuyo "elemento clave" es la "búsqueda de diálogos y negociaciones con los grupos armados ilegales pero no cualquier diálogo o negociación".

Explicó que las conversaciones deben "tomar en cuenta, desde un principio, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, así como incorporar en su agenda el tema de los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación".

Jaime Jaramillo Panesso, miembro de la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, cree que en cualquier proceso de paz las víctimas deben ser más importantes que los victimarios. La sociedad, según él, tiene que exigir como mínimo que haya muestras de arrepentimiento o de reconocimiento de un error para que sean perdonados. "Así el perdón nos salva de las venganzas y de continuar las retaliaciones".

La dificultad del gobierno para sacar adelante el acuerdo con los paras es que estos derechos no pueden ser pasados por alto en el siglo XXI, cuando la comunidad internacional tiene los ojos alerta.

Restrepo dice que su oficina está estudiando la situación de cada uno de los combatientes. "Damos este paso adelante aunque soy consciente de que hay que resolver algunos puntos, entre ellos el del espinoso asunto de los procesos judiciales que pueden estar pendientes".

Además hay otras dudas que surgen de las actividades mismas que han desarrollado los 800 militantes que se van a desmovilizar, que según un censo reciente, 78 por ciento está entre 17 y 28 años. En las calles de Medellín, por ejemplo, se afirma que no todos son paramilitares sino que muchos pertenecen a otros sectores de la delincuencia. Desde pandilleros hasta narcotraficantes.

Sobre el sensible tema del narcotráfico, que tiene en estado de alerta al Departamento de Estado de Estados Unidos, Restrepo dice que hay que confiar en la palabra de los comandantes de las autodefensas. "Las AUC dijeron en el acuerdo de Santa Fe de Ralito que apoyaban completamente la acción en contra de las drogas. Entonces ahí no hay ninguna dificultad, el gobierno continúa con toda su política contra las drogas y, por supuesto, que eso no es materia de negociación".

Otro jefe paramilitar de Antioquia, que lidera el Bloque Metro, 'Rodrigo' o 'Doble Cero', hoy acérrimo enemigo de sus ex aliados del Bloque Nutibara, ha denunciado que el grupo de 'Don Berna' es de narcotraficantes y de ahí que les haya declarado la guerra.

Restrepo está confiado en que el proceso de reinserción puede ser exitoso a pesar de que muchos de los jóvenes han pasado de pandilleros a paramilitares. "Estamos estudiando ese fenómeno sociológico. Hay algunos jóvenes que han pertenecido a bandas, después a milicias, a guerrillas y ahora hacen parte de las autodefensas".

Para Restrepo la mirada debe ser hacia el futuro: "Nuestro deseo en este momento es que todos aquellos que tienen las armas en la mano y que pertenecen a grupos armados organizados al margen de la ley las entreguen y se vinculen activamente a la civilidad".

Por el bien de la Nación es saludable que se superen estas dudas para que el proceso de paz sea sólido. El país va a tener los ojos encima, y ya no sobre aspectos teóricos sino sobre el rostro de 800 combatientes que van a hacer a un lado su fusil. Si este proceso sale bien puede abrirse la puerta para los otros 15.000 paramilitares. Ojalá el futuro sea mejor que el pasado reciente porque experiencias similares en Medellín con desmovilizados que crearon microempresas en los años 90 son hoy un triste recuerdo: todos los muchachos fueron asesinados.