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EL REGRESO DEL ESLABON

Con nuevos ingredientes y revelaciones reviven el escándalo del Banco del Estado y la demanda de Coloca, en un episodio que podría costarle a la Nación más de 120.000 millones de pesos.

11 de noviembre de 1996

El lunes 7 en la mañana, cuando Caracol y La FM entrevistaron a Jaime Mosquera Castro, Edgar Lenis y Jorge Castro Lozano, y les preguntaron sobre el caso del Banco del Estado y la demanda de Coloca Internacional, los oyentes menores de 30 años no debieron entender nada de lo que estaba pasando, pues aún no habían alcanzado la mayoría de edad cuando estalló ese escándalo a principios de la década pasada. Incluso los mayores de 30 años comprendieron poco del asunto, olvidado como muchos otros episodios de la crisis financiera de entonces. El tema revivió por tres artículos de El Espectador según los cuales la Federación Nacional de Comerciantes _Fenalco_, por intermedio de su presidente Sabas Pretelt de la Vega, había pactado hace cerca de dos años con Jorge Castro que si ese gremio adquiría el Banco del Estado cuando el gobierno lo privatizara, se quedaría con la contingencia y restaría el valor de ésta del precio a pagar a la Nación. El asunto no era más que una anécdota pues tenía sentido que en 1994, cuando Fenalco quiso adquirir un banco y se interesó en el del Estado, hubiera tratado de facilitar su privatización sentando las bases para resolver el mayor obstáculo que había para ésta: la demanda de Jorge Castro Lozano, representante de la firma Coloca, que desde hace más de 12 años reclama por la vía judicial lo que en 1985 se calculaba en 23 millones de dólares y hoy puede alcanzar más de 120.000 millones de pesos. Pero, en pocas horas, de la anécdota se pasó a un nuevo escándalo: cuando la radio entrevistó al ex presidente del banco Jaime Mosquera, quien pagó varios años de cárcel tras la intervención de la entidad en 1982, el ex banquero denunció que parte del dinero del préstamo de Coloca fue utilizado por el banco para pagar millonarias comisiones en dólares al ex presidente de Bavaria Carlos Cure y al financista Byron López. Las comisiones se habrían originado en la operación _que luego fue reversada por orden del gobierno_ por medio de la cual el Banco del Estado adquirió el Banco Comercial Antioqueño al Grupo Santo Domingo. El tema de las comisiones fue recogido por Lenis, miembro de la junta de Bavaria cuando este tema desencadenó el retiro de Cure de la presidencia de la cervecera en 1984 (ver recuadro). Las informaciones de El Espectador revelaban otro dato: la aparición de seis letras de cambio en el proceso que indicaban, según el diario de los Cano, que la deuda del Banco del Estado con Coloca ya había sido cancelada, algo que resultó no ser tan fácil a medida que avanzó la semana.
UN POCO DE HISTORIA
Este enredado asunto se remonta a principios de los años 80. Jorge Castro, bautizado durante la crisis financiera de 1982 como 'el eslabón perdido' por haber sido el banquero de todos los banqueros de la crisis, es decir, el hombre que les financiaba con divisas muchas de sus operaciones, le había prestado nueve millones de dólares a Jaime Mosquera, dueño del Banco del Estado. Como Mosquera y el banco _en cuya contabilidad se confundían las deudas de su dueño con las de la entidad_ no le habían pagado la acreencia, en junio de 1981 Castro obtuvo de ellos tres letras, cada una por tres millones de dólares. Según dijo Castro a SEMANA el jueves pasado, las dos letras por seis y tres millones de dólares que cubrían el préstamo original fueron anuladas y reemplazadas por las tres nuevas. Como garantía de esas deudas el Banco del Estado depositó en una cuenta de Coloca en el mismo banco 456 millones de pesos, equivalentes a los nueve millones de dólares del préstamo total. Según Castro, a las pocas semanas él le propuso al banco que anularan las tres letras de junio y las cambiaran por tres nuevas por el mismo valor, pero que debido a la devaluación del peso fueran garantizadas ya no con 456 sino con 507 millones de pesos. El banco aceptó y las tres letras anteriores fueron anuladas y reemplazadas por tres nuevas, cada una por tres millones de dólares. En enero del 82, agrega Castro, el banco le pagó a Coloca tres millones de dólares y Coloca le devolvió 165 millones de pesos, correspondientes a la garantía en moneda nacional por esa parte de la deuda en dólares. La letra correspondiente a esos tres millones fue entonces cancelada. Según el representante de Coloca, las seis letras de que habla El Espectador no indican que la deuda hubiera sido pagada: una es la que fue cancelada en enero del 82 y las otras cinco las anuladas en diferentes etapas de la refinanciación. Castro asegura haberlas aportado él mismo al proceso para claridad de las cuentas. "Por eso _dice_ no tiene ningún sentido que ahora 'El Espectador' diga que aparecieron después de muchos años, siendo que fui yo quien las aporté al proceso". En ese orden de ideas, tras el pago por parte del banco de los tres millones de dólares la acreencia debió haber quedado en seis millones. Esa deuda debía haber sido cubierta con los 342 millones de pesos de entonces que servían de garantía. Pero según Castro, esa cantidad en pesos fue utilizada luego para compensar otra deuda del banco con él por 3,4 millones de dólares, que no tenía garantía en pesos y que tampoco había sido pagada. Es decir que como la garantía en pesos de los seis millones de dólares se usó para pagar otro crédito, la deuda por esos seis millones de dólares habría quedado viva. El representante de Coloca asegura que además de esa cifra había un segundo préstamo por 10 millones de dólares que el banco nunca pagó y que, a diferencia de los otros, no tenía garantía en pesos. De ahí que el total que Castro reclamaba en 1982 era ya de 16 millones de dólares. El asegura que horas antes de que el banco fuera intervenido por las autoridades el 30 de agosto del 82, el vicepresidente del mismo, Eduardo Zambrano Caicedo, le confirmó esa acreencia por medio de una carta en la que reconoció que el banco le debía 23 millones 150.000 dólares, equivalentes a los 16 millones originales más intereses.
LAS DUDAS
Los contradictores de Castro, entre ellos Edgar Lenis y Jaime Mosquera, aseguran que las letras en dólares con que Castro está cobrando la deuda estaban todas, sin excepción, garantizadas en pesos depositados en cuentas de Coloca (lo que se conoce como operaciones SWAP). Según esta tesis, en el mejor de los casos para Castro el banco sólo le debería seis millones de dólares, correspondientes a la refinanciación de las primeras seis letras que fueron anuladas. Sostienen que no tiene sentido que Castro exigiera garantías en pesos para letras de tres millones de dólares y que no lo hubiera hecho para la de 10 millones. En cuanto a la carta de Zambrano, piensan que carece de validez porque fue suscrita por una persona que se disponía a huir, disfrazado de pintor, del edificio del banco _que estaba rodeado de agentes del DAS que venían a capturarlo_ y que habría actuado bajo presión de Castro. Pero aún así, seis millones de dólares de entonces más intereses de 15 años podrían convertirse hoy en varias veces esa cifra si se aplica un interés compuesto. Bajo la administración de César Gaviria, un artículo de la reforma tributaria de 1992 congeló la tasa de cambio para las deudas en dólares de las entidades financieras nacionalizadas, una norma con nombre propio: Coloca. Pero los abogados de Coloca se movieron para tratar de clasificar el pleito no como un caso bancario sino como una operación de cOmercio exterior, para la que no se aplicaría la ley del 92. Castro recibió hace poco un duro golpe para la credibilidad de sus pretensiones: fue condenado por fraude procesal, porque supuestamente habría tratado de cobrar dos veces una deuda de 130 millones de pesos en una sentencia que ya apeló. Sin embargo lo anterior no garantiza que en su demanda contra el banco el hombre de Coloca vaya a salir derrotado. Esta es una pelea a muchos asaltos y, mientras no se resuelva, el asunto caerá en el olvido y volverá a resucitar muchas veces.