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EL RETORNO DEL BRUJO

Más de un milagro necesita San Andrés para solucionar los problemas acumulados en los últimos años.

3 de febrero de 1992

HACE SOLO TRES AÑOS SImón González emprendió un revolcón para convertir a San Andrés en un buen vividero: construyó una planta desalinizadora para proveer de agua al 80 por ciento de los habitantes, montó un planta de reciclaje de basuras que le daba empleo a 150 nativos y vendía su materia prima a las principales industrias del vidrio en Barranquilla, instaló dos plantas de energía -suficientes para abastecer de luz eléctrica toda la isla- y construyó un enorme parque acuático para la diversión dc isleños y visitantes, que por aquella época llegaban a manos llenas a San Andrés.
Y aun así, dejó un saldo a favor de cinco mil millones de pesos en las arcas del presupuesto.
Ahora que González ha vuelto a la administración, como primer gobernador electo, poco o nada de eso está en funcionamiento. Administraciones posteriores dejaron a un lado la inversión pública y le dieron paso a la voracidad burocrática que hoy tiene en estado de coma al nuevo departamento. Al finalizar 1988, el 70 por ciento del presupuesto estaba destinado a la inversión. Durante la última administración intendencial, el 72 por ciento se destinó a los gastos de funcionamiento. Y no siempre, al parecer, de la manera más eficiente.
Una Comisión de la Contraloría General de la República realizó una investigación sobre el manejo de los recursos presupuestales durante la gestión de la útima intendente, María Teresa Uribe. Y después de verificar libros y cuentas, decidió acusar formalmente a la ex funcionaria por malos manejos financieros. Según la Contraloría no hay claridad sobre 541 millones que supuestamente fueron destinados a la construcción de una represa en Providencia. para dotar de agua hasta el año 2100 a sus habitantes, así como sobre 670 millones que supuestamente se entregaron para el desarrollo del Plan Maestro del Aeropuerto Sesquicentenario.
El ex intendente Kent Francis, quien se desempeñó como gobernador en el período de transición, hizo lo posible por terminar las dos otras. La represa de Providencia fue inaugurada en días pasados por el presidente César Gaviria.
Pero en el caso del aeropuerto hubo necesidad de rediseñar todo el proyecto. Y como van las cosas, Simón González tendrá que hacer milagros para terminar el proyecto más importante que en este momento se realiza en San Andres.
Pero, además, tendrá que desafiar un problema que desde hace varios años tiene en vilo a las autoridades de la isla.
Se trata del alto índice de crecimiento de la población residente. En los últimos cinco años la población ha pasado de 80 mil a 100 mil habitantes. Y las proyecciones son desalentadoras. De continuar la tendencia, dentro de 10 años la población ascenderá a 200 mil habitantes. Y la isla sólo tiene condiciones de salubridad y servicios para poco menos de 50 mil habitantes. De continuar el crecimiento deshordado de la población, además, el equilibrio ecológico de la isla corre el riesgo de perderse, y a la vuelta de unos años San Andrés no sería otra cosa que una isla sin fauna ni vegetación.
Por lo pronto, las consecuencias del mal ya se están viendo.
Cerca del 60 por ciento de la población carece de agua. Luz y alcantarillado, la isla se ha ido tugurizando y las ampliaciones de los servicios que se programaron hace tan sólo cuatro años hoy no tienen ninguna validez. Fue por eso que el ex intendente Francis trabajó en un proyecto de control poblacional en la isla, que hoy está en manos del gobierno central y que el nuevo gobernador tendrá que sacar adelante, tratando de evitar que los grupos radicales utilicen el proyecto como una bandera para convertir a San Andrés en un territorio aparte del resto del país.
González ya tomó posesión. Falta ver si el hombre de la "barracuda de ojos azules", que ya desempeño una gestión calificada por todos como exitosa, logra enderezar el destino de una isla que se debate entre las obras inconclusas, la contaminación ambiental que producen las cientos de plantas de energía instaladas en las entradas de los almacenes del comercio y un gran endeudamiento presupuestal.