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Entrevista

El senador Luis Alberto Gil y ‘Ernesto Báez’ se habría reunido en tres oportunidades

Bonel Patiño Noreña es un economista, catedrático y escritor caldense. Fue representante a la Cámara y asesor del Congreso, de donde se jubiló en el 2002. Ocupó varios cargos públicos en Caldas donde conoció a Ernesto Báez de quien se considera amigo personal. En entrevista con SEMANA y Vanguardia acusa a los dirigentes de Convergencia Ciudadana de estar relacionados con los paras.

13 de octubre de 2007

SEMANA-Vanguardia: ¿Cuál es su relación con Ernesto Báez?
Bonel Patiño: Somos viejos amigos. Después de varios años en 2002 y 2003 lo volví a visitar. Le manifesté que no quería ser testigo de conversaciones con jefes paras y políticos porque no quería involucrarme. Lo visitaba únicamente en calidad de amigo.
S-V: ¿Presenció alguna reunión entre ‘Ernesto Báez’ y algún político de Santander?
B.P: Tratamos de hacerle honor al pacto de que nunca me presentaba personajes, sin embargo ocasionalmente conocí personas menores de la política. Ni siquiera recuerdo los nombres, que un alcalde, que un concejal, que un diputado. En una ocasión hubo un personaje que me llamó mucho la atención cuando lo vi hablar y cuando le vi las características físicas. Le pregunté a Duque quién era y me dijo que era el senador Gil y me lo presentó. Lo vi tres veces en entrevistas con Iván Roberto, pero nunca supe de qué hablaron.
S-V: ¿Cómo se contacto con el gobernador para efectos de su nombramiento en la secretaría?
B.P.: Yo viajé a Bucaramanga el 30 de diciembre de 2003 e Iván Roberto me dijo que allá me iba a contactar una persona de nombre Alfonso. Esta persona me contactó con el Gobernador quien me dijo que para guardar las apariencias íbamos a manejar la historia de que nos habíamos conocido en Manizales, cuando yo manejaba la enseñanza media y él estaba en la Policía.
S-V: ¿Si usted era ficha de Báez por qué salió a los pocos meses del gabinete?
B.P: Había que reubicar 353 profesores y nombrar 500 nuevos. El subsecretario de educación era el encargado de hacer los planes de reubicación, y yo era consciente de que Rodrigo Romero había sido secretario de la Asociación de Maestros de Santander, entonces conocía muy bien la situación. Le dije: ‘primero reubique y luego se nombran las nuevas plazas’. Pero empezó a darle largas, y a nombrar porque la reubicación tiene un costo político, en cambio nombrar es maravilloso. Le conté eso al Gobernador en su momento y no pasó absolutamente nada. Me convertí en una figura decorativa. Entendí que lo que había era un juego político que favorecía los intereses de Convergencia Ciudadana y decidí apartarme.
S-V: ¿Pero el gobernador lo despidió?
B.P: Yo presenté mi carta de renuncia, la envié, pero me declararon insubsistente. Quince días antes de renunciar había aparecido una información, de que había unas supuestas grabaciones y que la Secretaría era un nido de corrupción. Esa fue una cortina de humo para ambientar mi salida.
S-V: ¿Y no le parece cuestionable la forma en que usted entró a la administración de Santander, por recomendación del jefe paramilitar Ernesto Báez?
B.P: Yo asumo mi cuota de responsabilidad. En ese momento ya estaban en el proceso de desmovilización. Yo me entrevisté con él en Medellín, donde andaba como Pedro por su casa. Como no soy abogado sino economista, no imaginé que eso tenía consecuencias jurídicas.
S-V: ¿Por qué hasta hoy decide denunciar el supuesto maridaje entre los paras y Convergencia?
B.P: Hace un tiempo envíe una carta a un medio para intentar dar a conocer todo esto pero no obtuve respuesta. Ahora decidí dar la cara porque como ciudadano me parece una gran tragedia que Santander esté en manos de Convergencia Ciudadana.