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A los 10,5 kilómetros de la vía interna-alterna que desviará el tráfico de carga para llegar a Buenaventura sólo le faltan estos 300 metros para ser habilitada. Pero por un problema de algunos pocos predios, la obra no avanza. El retraso total ya completa dos años

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El ‘tapón’ del Pacífico

Por apenas 300 metros de obra, se ha atrasado varios meses la entrega de una crucial vía de acceso al principal puerto de Colombia. Algo fundamental para la competitividad del país.

11 de junio de 2006

Más de ocho millones de toneladas de mercancías pasan cada año por la maltrecha calle principal de Buenaventura. Cada día, según datos de la Sociedad Portuaria, unos 1.500 camiones llevan el 55 por ciento del comercio exterior del país por esta congestionada vía que, en su trajín, dejó el año pasado 47 muertos en más de un centenar de accidentes de tránsito. Además, entrar y salir del puerto le puede implicar de dos a cuatro horas a un transportador, un recorrido que en óptimas condiciones no tardaría más de 40 minutos. Esta situación es absurda si se tienen en cuenta lo estratégico de este puerto y las exigencias de competitividad que demanda, por ejemplo, un Tratado de Libre Comercio como el que se busca con Estados Unidos. Lo paradójico es que la salida de tal despelote está varada por un asunto considerado menor ante la magnitud y el impacto de la solución.

Para acabar con este cuello de botella, se inició en 2002 la construcción de una vía que pasa por las afueras de la ciudad y que se conoce como la vía interna-alterna, obra que se debía entregar en 2004. Pero debido al enorme atraso que lleva, se ha ganado el sobrenombre de la vía 'eterna-alterna'. Esta es una vía de doble carril exclusivo de 10,5 kilómetros de largo para vehículos de carga y que conectará el puerto con la salida a la carretera Panamericana.

Se esperaba que el pasado 30 de abril la obra estuviera lista. Así lo había anunciado el director del Instituto Nacional de Vías (Invías), Mauricio Ramírez Koppel, ante el presidente Álvaro Uribe, en un consejo comunal en esa ciudad, en diciembre de 2005. Sin embargo, los nuevos cálculos de la entidad son que para finales de 2006 esté terminada. Además, por fuerza de los imprevistos y demoras, su costo pasó de 64.000 millones de pesos a 103.000 millones de pesos.

El camino que ha recorrido este proyecto es tan tortuoso como las calles de Buenaventura que busca descongestionar. El primer contratista incumplió y sus compromisos tuvieron que ser terminados por la compañía de seguros que los respaldaba. Mientras conseguían alguien que se le midiera a continuar la obra, pasaron varios meses. Hubo, además, problemas técnicos que agravaron el atraso.

La mayor parte de estos inconvenientes se ha logrado superar y a la vía sólo le faltan 300 metros de obra para quedar lista. Pero ahora el problema es con la gente que vive cerca de la vía. Desde enero pasado, las protestas han obligado a detener la construcción en seis ocasiones. Incluso hay denuncias de que algunos manifestantes amenazaron con armas de fuego a los operarios para que no encendieran las máquinas y rompieron los vidrios de algunas volquetas. "No siempre tenemos el apoyo de la Fuerza Pública y por eso nos invaden los lotes que ya hemos negociado", dice José Gachancipá, funcionario del Invías que tiene a su cargo la relación con la comunidad en esta obra, buscando explicar las nuevas demoras en la obra.

SEMANA estuvo en el lugar y habló con varios de los líderes de los barrios afectados, que aseguran que el gobierno no ha cumplido sus promesas. Y eso que ya se han girado 11.700 millones de pesos para la compra de 580 predios, y que hay compromisos adicionales para la construcción de una cancha de fútbol, puentes peatonales y un salón comunal.

La protesta más reciente es de 25 familias que exigen más beneficios. Es claro que algunos porteños ven en la construcción de la obra su cuarto de hora para obtener las reivindicaciones sociales y la atención del gobierno que nunca han tenido. Pero sorprende la aparente falta de habilidad y liderazgo del Invías para solucionar este tipo de impasse. A juzgar por los retrasos, en el pulso entre el gobierno y unas pocas familias, estos últimos son quienes lo van ganando.

A Buenaventura le faltan varias obras para que sea realmente un puerto competitivo, como profundizar el canal de acceso y hacer la doble calzada, entre otras. Su infraestructura actual es muy débil, como lo dejó claro el invierno de este año que ha producido varios derrumbes que han taponado por días la vía. La pregunta que se hacen los porteños, desde su alcalde, Saulo Quiñónez, para abajo es, si para la vía alterna-interna hubo que esperar el doble del tiempo anunciado, ¿qué pasará con las obras de mayor complejidad?