Home

Nación

Artículo

Tomar licor en la calle está prohibido. Y desde hace un mes, la Alcaldía prohibió venderlo en tiendas y otros negocios entre las once de las noche y las diez de la mañana.

SEGURIDAD

El trago de la discordia

¿Restringir el consumo de alcohol ayuda a reducir los homicidios? La Alcaldía de Bogotá dice que sí; comerciantes, políticos y académicos lo dudan.

30 de julio de 2011

El anuncio de la Alcaldía de Bogotá de que, en el mes que lleva la restricción a la venta de alcohol entre las once de la noche y las diez de la mañana, los homicidios bajaron casi 40 por ciento, hizo recrudecer el debate sobre la ya polémica medida. ¿Sirve de algo cortar el trago a esas horas o se trata de otra decisión hija de la manía prohibicionista oficial, más importuna que efectiva?

Las opiniones siguen divididas por el decreto 263, de la alcaldesa encargada Clara López, que prohíbe vender desde esa hora bebidas alcohólicas en tiendas, supermercados, billares, licoreras y canchas de tejo. Mientras padres de familia y vecinos de barrios donde la música y la bulla han bajado suspiran de alivio, Juan Esteban Orrego, director de Fenalco en Bogotá dice que "el efecto económico es bien grave". Los tenderos perdieron 2.270 millones de pesos.

Los candidatos a la Alcaldía, salvo el del Polo Democrático, califican de populista la medida. Pero la Alcaldía afirma que 31,5 por ciento de las víctimas de homicidio en el primer semestre tenían algún grado de alcoholemia y que es entre las once de las noche y las diez de la mañana cuando más se generan conflictos que pueden llevar a lesiones personales y asesinatos. "Hay sitios como Corabastos, Patio Bonito, las plazas de mercado, donde las riñas son en la madrugada", dice Rubén Ramírez, director del Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana. La Alcaldía anunció, como muestra de que la medida funciona, que desde cuando expidió el decreto los homicidios se redujeron en 39 por ciento en las horas de restricción (42 frente a 69 en igual periodo de 2010).

Sin embargo, la asociación directa de los homicidios con la venta de licor en tiendas y otros negocios es justamente lo que se cuestiona. Un estudio de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) pone en duda los presupuestos básicos del decreto.

Si bien la mayoría de los homicidios y las lesiones tienen lugar en la noche, las riñas -objetivo de la Alcaldía al tomar la medida- ocurren principalmente de día, cuando la venta de alcohol no se restringe (según datos de la propia Alcaldía, tan solo 21 por ciento de los homicidios obedecen a riñas, mientras más de la mitad son por venganza). En segundo lugar, como han mostrado otros estudios, el homicidio en Bogotá se localiza en ciertas zonas geográficas y está ligado a estructuras criminales, frente a las cuales controlar el alcohol no luce como la medida más indicada. "Dicen que tienen problemas con las bacrim y están cerrando las tiendas", dice el experto en seguridad Hugo Acero, otro crítico de la medida. Por último, señala la FIP, hace años hay normas que regulan el consumo de alcohol en el espacio público, pero se incumplen, y el decreto aumenta las obligaciones de vigilancia de unas autoridades que no dan abasto ni para hacer cumplir las regulaciones existentes.

Pese al entusiasmo estadístico de la Alcaldía con el balance del primer mes del decreto 263, no está claro que 'cortar el chorro' por las noches sea la medicina más indicada contra los homicidios en Bogotá.