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El nuevo ministro de Transporte, Miguel Peñaloza, y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se reunieron el jueves y resolvieron en un abrir y cerrar de ojos un lío de seis años.

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El Transmi-enredo

La historia del tramo de 1,6 kilómetros de la troncal de TransMilenio que falta para llegar al aeropuerto es una parábola de por qué este país no avanza.

2 de junio de 2012

Colombia, un país al que le fascina eso de batir récords, ha decidido romper otro. Es el único en el mundo donde la 'Estación aeropuerto' de su sistema de transporte masivo está a más de kilómetro y medio de la puerta de acceso al muelle. Ni García Márquez se habría podido imaginar una tomadura de pelo igual: si alguno de los 60.000 viajeros diarios quisiera llegar a Eldorado en TransMilenio tendría que bajarse del articulado rojo, coger sus maletas y empezar a caminar. A buen paso, podría llegar en media hora. Si estuviera de buenas, el llamado bus alimentador lo llevaría, pero para tomarlo tendría de todas maneras que coger sus maletas, trasladarlas, hacer otra fila y esperar. Y ojalá no estuviera lloviendo.

La buena noticia es que el pasado jueves, y después de seis años de debates y negociaciones, al fin se llegó a un acuerdo para construir el tramo de la troncal que falta desde el monumento a los Reyes Católicos hasta el aeropuerto. El alcalde Gustavo Petro y el ministro de Transporte, Miguel Peñaloza, resolvieron con una facilidad increíble lo que hasta ahora parecía ser el más difícil de los enigmas matemáticos. El presidente Juan Manuel Santos, al ver que pasaba el tiempo y no salía humo blanco, ya había encendido las alarmas unos días antes: "Sería kafkiano invertir semejante cantidad de dinero y dejar al pasajero a más de un kilómetro. Eso no tiene lógica".

¿Cómo puede ser que construir este pequeño tramo sea tan difícil? ¿A quién se le ocurrió ponerle el nombre de 'Terminal Aeropuerto' a una estación a 1,6 kilómetros del muelle? Las respuestas a esas preguntas pueden dar algunas pistas de la tragedia nacional.

SEMANA se puso en contacto con algunos de los actores involucrados y ninguno de ellos tiene una respuesta contundente a la demora. Uno de ellos sí dijo: "Eso no lo pensaron desde el comienzo. Nadie pensó el tema a profundidad". El tema está discutiéndose desde 2006. Es decir, desde cuando se entregó el aeropuerto en concesión al consorcio Opaín. El problema inicial es que el terreno del aeropuerto es de la nación y el Distrito no puede llevar el TransMilenio hasta allá sin llegar a un acuerdo con la Aerocivil. Y hasta hace una semana, el ministro de Transporte saliente no tenía claro cómo se iba a solucionar el entuerto. "El problema no es de plata", explicaba Germán Cardona, sino "de excesiva normatividad". "Es tan surrealista esto que una solución podría ser que el Distrito haga una parte, la nación, la otra y dejen una línea fronteriza en donde se haga no sé qué".

Pero más allá del lío jurídico, a este tramo le cayeron varias plagas. Los dos contratos que tenían que ver con él sufrieron a su vez percances. El de TransMilenio de la 26 fue otorgado el 28 de diciembre de 2007, pero la obra solo comenzó seis meses después porque no tenían los diseños. La obra debía ser entregada en julio de 2010 pero aún hoy no se ha terminado. En cuanto al contrato del aeropuerto, si bien la concesión se otorgó en 2006, después de mucha discusión, el gobierno accedió en 2009 a demoler la antigua estructura y construir un aeropuerto nuevo.

Con todo eso, solo se tuvieron los diseños del kilómetro y medio de TransMilenio al aeropuerto en enero de 2010. Justo para ese entonces, en la Alcaldía de Bogotá ya se estaba dando un terremoto político que terminó con la suspensión del alcalde Samuel Moreno en mayo de 2011. Cuando la alcaldesa Clara López asumió, vino otro problema. Nunca había quedado claro quién iba a construir ese tramo. Se acordó que fuera Opaín, con recursos públicos. Pero entonces, la Contraloría advirtió que no se podía entregar ese contrato a dedo.

Vino entonces el cambio de gobierno y llegó Gustavo Petro. Los constructores de TrasMilenio, para ponerle punto final a la obra que tantos dolores de cabeza ha producido, decidieron poner 'Terminal Aeropuerto' (en la carrera 97, a 1,6 kilómetros de Eldorado).

La paradoja era total. Hasta la semana pasada cuando el presidente Santos puso el dedo en la llaga y encontró al alcalde Petro en fase de resolver enredos. La solución en teoría fue tan fácil que es absurdo que no se haya dado antes: el IDU construye los carriles de TransMilenio, vía licitación, y Opaín las vías para otro tipo de tráfico.