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El menor de 13 años solo busca reparación y que otros niños no vivan lo que él tuvo que sufrir. | Foto: .

CALI

El triste caso de un niño abusado por sus amigos

Semana.com revela la increíble historia del menor de 13 años que fue abusado por varios de sus compañeros de waterpolo.

Luis Ángel Murcia, corresponsal en Cali.
3 de junio de 2013

Los colombianos aún no se reponen del impacto que les causó saber que en Medellín los adolescentes se inventaron un jueguito llamado ´ruleta sexual´, en el que de manera temprana e irresponsable tienen relaciones íntimas; y ahora en Cali se conoce otro caso que deja entrever que en materia de educación sexual el país está tocando fondo.

Semana.com conoció la historia de un niño de 13 años que al parecer fue abusado y matoneado por sus propios compañeros de equipo de waterpolo. El asunto fue tan grave, que la Fiscalía ya imputó a dos de ellos, señalados de ser los autores materiales del delito de acto sexual con menor. Los acusados tienen 14 años, son excelentes deportistas y un juez preventivamente les dio casa por cárcel.

El supuesto abuso ocurrió el 19 de junio del 2012 durante un viaje del equipo a una competencia en Miami, Estados Unidos. Todos los waterpolistas menores de edad, de familias de clase media, fueron acomodados de tal manera que debían dormir en pareja en una misma cama.

Según relatos consignados en documentos en poder de esta revista, esa noche los tres compañeros de cuarto del niño agredido le quitaron la pantaloneta, le pusieron un cepillo de dientes entre los glúteos, le tomaron fotos y luego se masturbaron y eyacularon sobre su espalda. Todo se descubrió porque la hermana del niño abusado observó las fotos delatoras en la cámara de uno de los agresores.

Un dictamen de medicina legal realizado 22 días después del incidente concluyó entre otras cosas que el ano del menor presenta “(…) borramiento completo de los pliegues radiados, lo cual es compatible con maniobras sexuales de carácter crónico”.

El acoso ya había ocurrido en diciembre del 2011 durante los Juegos Nacionales en Pereira, donde los mismos agresores se bajaron los pantalones y maniobraron sus penes en la cara del menor. Según versiones de la víctima, un menor tímido, inteligente y sobresaliente en el colegio, “continuamente me acosaban. Ahora sólo busco una reparación moral y que los castiguen para que no repitan esos abusos”.

Tristemente, el abuso no fue lo peor. Cuando la familia del menor denunció el hecho en el club y la liga de natación del Valle, fueron cuestionados y señalaron al niño agredido de haber provocado el incidente “(…) quedan dudas sobre qué tan permisivo fue toda esta situación, dado que el joven XXX manifestó que si le tomaban fotos, no le tomaran a la cara”, se lee en uno de los documentos internos del club, que adelantó su propia investigación.

Además, para uno de sus delegados, “lo sucedido en el viaje es normal en estas edades”. Y en todas las acciones internas que adelantó el comité especial del club y la liga, siempre catalogaron el problema como “un acto de indisciplina”.

Algo muy distinto percibió el director encargado de Coldeportes, Juan Carlos Peña, quien una vez conoció el incidente, trasladó la denuncia a la Fiscalía.

Y aunque el juicio apenas comienza, el proceso está minado por denuncias mutuas entre las familias de los niños involucrados y otra por falsedad en documento contra el presidente del club, porque supuestamente en una de las actas donde se abordó el caso del niño abusado falsificó la firma de la mamá del menor.

El presidente del club de waterpolo, Albeiro Mendoza, y el tesorero de la liga de natación del Valle, Ricardo Ramírez, se defendieron de todo aclarando que los estatutos internos dejan el tema en manos de un comité de disciplina y “así actuamos y hubo sanciones”. No obstante, no pudieron explicar por qué nunca denunciaron el caso ante las autoridades y por qué la sanción interna se quedó tan solo en la suspensión de los niños agresores y no se investigó a los adultos responsables del equipo.

Este punto es clave, ya que varias personas, entre estudiantes y entrenadores de los tres clubes de waterpolo existentes en Cali, coincidieron al afirmar que el caso de abuso en Miami no es el único. Fueron más allá al asegurar que “en toda la liga se sabe de la relación que existe entre un entrenador y una niña deportista”, aseguró una de las fuentes consultadas.

A esa situación de por sí anómala, se suma otra aún más desconcertante. En la disciplina de waterpolo en la capital del Valle, sin generalizar, hay algunos entrenadores de los menores consultados que enseñan a sus pupilos cuestionables técnicas para vencer al rival, “a los niños les dicen que agarre los testículos para neutralizarlo; y a nosotras nos enseñan a que el pezón de las niñas debemos cogerlo y girarlo como si estuviéramos bajando volumen a un radio”, confesaron varias waterpolistas.

Expertos consultados en temas de abuso contra menores señalaron que todo ello, sumado al lenguaje rudo de los tutores, terminó por empeorar el ambiente “y una pilatuna adolescente se convirtió en un delito”, explicó Carolina Piñeros, directora de Red Papaz, una entidad que protege y alerta a los padres sobre los riesgos de abusos de sus hijos en internet.

Y es que cuando esos abusos o matoneos llegan a la red, el problema se multiplica de tal forma que las víctimas se ven forzadas a atentar contra sus vidas. Así ocurrió con Amanda Todd, la adolescente canadiense que se suicidó tras la depresión por burla de que fue objeto luego de que una foto suya, mostrando los senos, llegara a la red.

La otra cara de la moneda son los menores agresores: ¿son depravados sexuales?, ¿eran conscientes de la gravedad de lo que hacían?, ¿deben ser castigados con todo el peso de la ley?. Por ahora la juez del caso caleño así lo cree y por ello acogió el arresto domiciliario mientras se adelanta el juicio. La semana pasada negó la apelación que buscaba levantar esa medida preventiva.

Pero, más allá del proceso, lo cierto es que el tema sexual se banalizó entre los adolescentes a tal extremo, que lo asumen como un juego, sin medir las consecuencias. Eso parece ocurrir con el carrusel sexual de Medellín y el abuso de los jugadores de waterpolo en Cali; mientras en casa, colegios y el mismo Estado, a esos menores los siguen educando como angelitos que aún creen en cigüeñas.